“El Imperio Romano es paradójicamente uno de los grandes éxitos y uno de los grandes fracasos de la humanidad”, Joseph A. Tainter.
El autor de esta frase tuvo la inquietud de conocer qué pasó con Roma y con muchas civilizaciones que decayeron después de grandes periodos de esplendor.
Él mismo nos lleva, de manera clara y bien documentada a una respuesta general a esta pregunta en su libro, “El Colapso de las Sociedades Complejas”.
Se habla mucho sobre catástrofes naturales, extinción de recursos naturales, invasiones, o los malos manejos de los gobiernos como causas de la decadencia de muchas civilizaciones destacadas –me vienen a la mente las distintas teorías sobre el colapso de los mayas, por ejemplo, donde una simple búsqueda en Google nos ofrece múltiples resultados.
Pero es difícil pensar que una sociedad compleja, con habilidades para resolver grandes problemas, no logre revertir casi cualquier reto.
Para elaborar su respuesta, el autor analiza cómo la humanidad ha pasado de convivir en sociedades simples, con poca división de actividades, y líderes políticos efímeros; a sociedades complejas, con una población que tiene muchas ocupaciones bien diferenciadas, un territorio definido, y un gobierno que ejerce el monopolio de la fuerza para evitar conflictos internos.
En este proceso hacia la complejidad —que en principio busca resolver los problemas que se le presentan a la humanidad, y mejorar su nivel de vida— se genera una grave situación: cada vez hay que invertir más en actividades que generan menores rendimientos, y es posible que aquí las sociedades colapsen, es decir que se vuelvan más simples de nuevo.
Una sociedad compleja: (1) procesa cantidades crecientes de información, lo que implica dificultad en el manejo de datos, mucha información interrelacionada y en ocasiones redundante; (2) consume una gran cantidad de recursos naturales escasos, que se obtienen cada vez con mayor esfuerzo; (3) tiene un mayor número de burócratas para organizar y regular las diferentes actividades humanas, lo que requiere proporcionalmente un mayor pago de impuestos.
De esta forma, la economía tiene que distraer cantidades crecientes de recursos relacionados directamente con la complejidad misma, lo que se traduce en incrementos cada vez menores en la producción de bienes.
Tenemos un ejemplo claro en los Estados Unidos, con gastos enormes en seguridad nacional --combatiendo incluso en países que están literalmente del otro lado del mundo-- o en estrategias y programas para contener la crisis financiera, sin que por ello la población mejore su nivel de vida.
Hoy Europa nos proporciona también una variedad de ejemplos claros de finanzas públicas totalmente fuera de control, desde Grecia hasta Italia, pasando por España, Irlanda y el Reino Unido. Algunos analistas consideran que esta situación llevará nuevamente a la economía global a un periodo recesivo.
Otro ejemplo lo tenemos en México, donde hemos creado grandes estructuras burocráticas que terminan por frenar la actividad económica, y después requieren más impuestos para sostenerse.
Por otro lado, hoy vemos que el llamado Estado Benefactor ha fallado y si no evitamos su colapso provocaremos costos sociales de alcances insospechados.
Esta lectura es de gran valor para entender mejor nuestra historia, pero también para extrapolar sus lecciones a la delicada situación global en finanzas públicas –porque los gobiernos que pretendieron ser la solución a la crisis global, hoy claramente constituyen el problema en sí mismo.
Nuestro valor “rápido y simple” se refiere precisamente a la necesidad de evitar la complejidad innecesaria. Significa prescindir de funciones y procesos redundantes y de burocracias.
Las cosas sencillas se enseñan y aprenden con rapidez y se pueden manejar con mayor eficiencia. Estos son ingredientes esenciales de la competitividad y del crecimiento de cualquier empresa que no quiera colapsar bajo el peso de su propia complejidad. Ojalá que los gobernantes entiendan estos principios para evitar el colapso de las sociedades.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario