Pekín y Hanoi acaban de prometerse paz en el Mar de China Meridional, buenas palabras que va a ser difícil llevar a la práctica en una región que cuenta con todos los ingredientes para convertirse en el próximo polvorín geopolítico mundial. Y donde, dicen los expertos, chocarán China y EE.UU.
El tratado chino-vietnamita prevé medidas como un "teléfono rojo" para casos de emergencia o el compromiso de reunirse para tratar diferencias dos veces al año, acuerdos de cooperación científica y la definición final de las fronteras según las leyes internacionales.
Como apunta el corresponsal de la BBC en Pekín Michael Bristow, toda una declaración de buenas intenciones que no se sabe muy bien cómo se harán realidad un entramado de islas a cuya soberanía aspiran otros cinco países.
¿Por qué? Por ahí pasan las más importantes rutas del comercio marítimo internacional, se estima que posee unas enormes reservas de petróleo que no está claro a quién pertenecen y, sobre todo, son el epicentro del desafío chino a la hegemonía de EE.UU.
En palabras del periodista y analista Robert D. Kaplan, el conflicto militar que marcará el siglo XXI es probable que sea el que enfrente a China con EE.UU. en la aguas del Mar de China Meridional. "Si no es una gran guerra, será una serie de guerras frías".
"Diplomacia del comercio"
Aunque, como reconoce el propio Kaplan "la lucha por la primacía en la zona no implicará combates, necesariamente". Ya lo dice el proverbio chino: "El conquistador más grande es el que derrota al enemigo sin un solo golpe".
Así es que Pekín, de momento, ejerce algo que podría llamarse la diplomacia del comercio: estrecha lazos económicos e insiste en que "no recurrirá a la fuerza ni amenazará con utilizarla". Y en esa línea va el tratado recién firmado con Vietnam.
Pero al tiempo, es innegable que también China está inmersa en una carrera tecnológico-armamentística. La botadura de su primer clic portaaviones, las pruebas de un avión supuestamenteclic invisible al radar son sólo algunos de los últimos ejemplos.
"El desafío militar chino es ya una realidad para la armada de EE.UU.", opina el analista y periodista estadounidense Jeffrey Tayler.
Según Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China (Galicia, España), "la emergencia china como actor internacional es un problema para EE.UU. (...) porque puede llegar a disputar su poder hegemónico a nivel global".
EE.UU., por el momento, aunque ha dejado claro que la zona constituye un área de "interés nacional", pide que cualquier conflicto sea resuelto de forma dialogada.
La cuestión es cuánto dejarán los estadounidenses que China tense la cuerda a vietnamitas y filipinos antes de intervenir, si es que lo hacen.
La "amenaza" china
Hace diez años, el mundo calculaba que el extraordinario ritmo de crecimiento de China la convertiría en la segunda potencia económica del mundo para 2020. Esos cálculos fallaron en una clic década.
Con su avance hacia la condición de superpotencia económica, China entró en un profundo proceso de modernización de sus fuerzas armadas. Su presupuesto militar no ha dejado de crecer, especialmente desde que la guerra de Kosovo les hizo ver la importancia de la capacidad tecnológica en el terreno militar.
En 2011, el incremento fue de un 12,7% hasta los US$91.500 millones. Aunque todavía lejos de los más de US$140.000 millones que destina EE.UU. a gasto militar.
Pekín siempre ha insistido en su visión pacifista de las relaciones internacionales. Pero su fuerte inversión en armamento apunta al menos a un si vis pacem, para bellum.
"Lo más relevante de este proceso es que, por primera vez en su historia, China dispone de capacidad de proyección", señala el teniente coronel español Pedro Baños en "China en el sistema de seguridad global del siglo XXI", documento del Centro Superior de Estudios de la Defensa.
En el mismo sentido, Kaplan pone el ejemplo de la fuerte inversión en submarinos tanto diesel como nucleares: "una clara señal de que buscan no sólo proteger sus costas sino expandir su esfera de influencia más allá en el Pacífico".
Spratly y Parecelso, las islas de las discordia
Quién reclama qué
China reclama la mayor parte del territorio: centenares de millas al sur de su provincia más meridional –Hainan – que afirma ha sido suya por más de 2.000 años.
Vietnam afirma que China sólo empezó a reclamar soberanía sobre las islas a partir de la década de 1940 y dice haber ejercido el gobierno efectivo de las islas desde el siglo XVII, hasta que China se las arrebató a la fuerza en 1974 (las Paracelso) y 1988 (las Spratly).
Filipinas quiere las islas Spratly por su proximidad geográfica.
Malasia y Brunei también aspiran a la soberanía de parte de las aguas en disputa a partir de los términos de la Convención del Mar de Naciones Unidas que define las zonas de exclusión económica.
La principal querella histórica con China es Taiwán, pero en el epicentro de cualquier hipotética disputa con China, todo apunta a que estarán las islas Spratly y Paracelso.
Nadie les prestaba mucha atención hasta que se descubrió que sus aguas albergan ingentes reservas de petróleo: ahora al menos nueve países alegan que, al menos en parte, caen bajo su soberanía.
Y, con una región que espera doblar su consumo de energía para 2030, hacerse con el petróleo de las aguas de ambos archipiélagos será cada vez más urgente. Los reclamos no hacen más que recrudecerse, y la zona es ya una de las clic más tensas del mundo.
Pero además, están en el corazón de una de las principales rutas comerciales hacia oriente, fuente de suministros vital para los chinos.
Se trata de un entramado de cuellos de botella por los que pasan más de la mitad de las mercancías de mundo y un tercio de todo el tráfico marítimo.
Ahora China y Vietnam se comprometen a resolver sus disputas en la zona de acuerdo con las leyes internacionales, pero sus aguas también son reclamadas por Taiwán, Filipinas, Malasia y Brunei, y además Filipinas, que ya ha plantado cara al gigante chino.
El polvorín
La zona ya ha sido escenario de nuevos incidentes entre barcos chinos y vietnamitas. Y también ha sido el centro de cruces de declaraciones diplomáticas, como la queja expresada por el más alto mando militar chino, el general Chen Bingde, por las maniobras conjuntas de EE.UU. con la armada filipina en la zona.
"Los nueve estados ribereños con el Mar de China Meridional están más o menos alineados contra China y, por consiguiente, dependen del apoyo diplomático y militar de EE.UU.
De hecho, el ver a China como una amenaza ha llevado a los países de la zona a acercarse a EE.UU. El paradigma es Vietnam, otrora enemigo de Washington que ahora es un clic aliado de nuevo cuño.
Con motivo de las primeras maniobras conjuntas entre Vietnam y EE.UU., en agosto de 2010, Nguyen Manh Hung, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Mason (EE.UU.), le dijo a BBC Mundo que en el nuevo tejido de alianzas, "el petróleo tiene mucho que ver".
"Aunque se ha llegado a decir que podría haber tanto petróleo como en Arabia Saudita, nadie lo sabe a ciencia cierta", agregó Nguyen, de origen vietnamita.
Por su parte, el presidente filipino, Benigno Aquino, el que pidió públicamente ayuda a Washington.
"Quizá la presencia de nuestros aliados (...) asegure que todos tengamos libertad de navegación y aceptemos respetar la ley internacional", dijo.
Según le dijo a la BBC el analista de origen chino Minxin Pei, "la reacción oficial de Washington a la escalada de tensión en el sudeste asiático, de momento, ha sido estudiadamente neutral".
Aunque la secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha dejado claro que lo que ocurre en la zona tiene el tratamiento de "materia de interés nacional", según Minxin, director del Centro Keck para Estudios Internacionales Estratégicos, "no se aparta de la posición histórica de su país".
"Pero ningún jefe de la diplomacia estadounidense antes había declarado expresamente que esta disputa tiene el nivel de 'interés nacional'".
Fácil de empezar, difícil de terminar
"Entrar en guerra con China es fácil. Son muchos los posibles escenarios, no sólo Taiwán (...). Pero el dilema es, cómo pones fin a una guerra con China", opina Michael Vickens, antiguo miembro de las fuerzas especiales y de la CIA que ahora trabaja para el Centro para la Asesoría Estratégica y Presupuestaria en Washington.
"Entrar en guerra con China es fácil. Son muchos los posibles escenarios, no sólo Taiwán (...). Pero el dilema es, cómo pones fin a una guerra con China"
Michael Vickens
Para Vickens, acabar ese conflicto haría necesario imponer un cambio de régimen: "No quieres dejar un sistema herido y resentido en el poder".
Por otro lado, China tiene 230.000 millones de razones para no querer un conflicto armado con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, en inglés): los US$230.000 millones a los que asciende el intercambio comercial bilateral.
Y es que la relación de China con la ASEAN constituye un enorme negocio para ambos bandos, se trata de la tercera mayor área de libre comercio del mundo.
El 1º de enero de 2010 se implementó al completo del TLC entre la ASEAN y China. En agosto de 2011, 20 meses después, China se convirtió en el mayor socio comercial de la ASEAN.
Sólo las exportaciones chinas a la región crecieron un 21,8% entre agosto de 2010 y 2011, hasta los US$117.700 millones.
Eso sí, por grandes que sean los intereses comerciales, como expresa Minxin, "con las disputas territoriales entre China y Vietnam creciendo a niveles peligrosos, EE.UU. no puede evitar encontrarse en una posición complicada".
O, en palabras de Alameda, "si ambos no se ven mutuamente como actores principales en la zona Asia-Pacífico, las relaciones no evolucionarán de una forma constructiva y la carrera por ser más poderoso que 'el otro' no se detendrá".
Apunte de historia: Francia y Alemania, enfrentadas por las riquezas mineras de la cuenca del río Rihn, resolvieron sus recurrentes conflictos (dos guerras mundiales por poner un par de ejemplos) con la creación de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero.
Cuando nació, parecía tan imposible como ahora que China y Vietnam compartan el petróleo de la región, y el resultado es la Unión Europea. El tratado firmado esta semana puede ser un buen punto de partida.
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