03 octubre, 2011

La batalla por el Opio al rojo vivo Obama lanza los perros de la guerra sobre el Talibán..

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Se trata de la mayor movilización de tropas extranjeras que se ve en Afganistán desde la retirada soviética en 1989. Es, también, la ofensiva aerotransportada más importante que hacen los «marines» desde la Guerra de Vietnam. Pero, por encima de eso, la operación «Janjar» («puñalada» en pashtún) que arrancó ayer es la gran apuesta del Gobierno estadounidense para recuperar el control de Afganistán. Obama pretende que sus soldados marquen un punto de inflexión en una guerra en la que los talibanes han contado los meses por victorias desde hace casi dos años. 4.000 marines saltaron desde helicópteros y aviones en la provincia sureña que baña el río Helmand, un valle sembrado por campos de amapolas y considerado el corazón de la resistencia talibán, no sólo por la actividad militar, sino sobre todo porque ahí se produce el 90 por ciento del opio que se mercadea en el mundo.

Tropas estadounidenses y afganas lanzan la mayor ofensiva contra los talibanes. La "Operación Khanjar" pretende garantizar la seguridad de las elecciones. La "gran" ofensiva cuenta con unos 4.000 marines estadounidenses y cerca de 650 militares afganos. El presidente de EE UU ha buscado el apoyo de la OTAN para reforzar la presencia militar internacional en la región. (La voz de Galicia)

"Lo que diferencia a la "Operación Khanjar" de otras anteriores es la gran cantidad de fuerzas incluidas y la velocidad con la que se ejecutará", dijo el general de brigada Larry Nicholson. Las tropas estadounidenses conquistarán estos bastiones y los mantendrán hasta que se puedan transferir "todas las responsabilidades de seguridad a las fuerzas afganas", detalló Nicholson. La ofensiva cuenta con el apoyo de la aviación extranjera -usada de forma muy habitual para golpear a los talibanes- y los efectivos afganos provienen del Ejército y la Policía nacionales. El Ministerio afgano de Defensa confirmó que la operación se inició a las 02.30 hora española de ayer y explicó que el esfuerzo conjunto consistirá en "recuperar" los distritos de Garmsir, Khanishin y Nawa, que actualmente "no están bajo control del Gobierno".

La ofensiva durará hasta que se recuperen estos distritos", anunció Defensa en un comunicado. "La operación en Nawa será muy efectiva", vaticinó por su lado el gobernador de Helmand, Gulab Mangal, citado en el comunicado de EE UU. De forma paralela, las tropas británicas, encuadradas en la OTAN, desarrollan desde el pasado 19 de junio una operación con su epicentro en Balbaji, un distrito situado al norte de la capital de Helmand, Lashkar Gah. La Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), bajo mando de la OTAN, describió esta ofensiva, en la que participan unos 500 soldados, como "una de las mayores operaciones aéreas de los tiempos modernos". Además, el Ejército paquistaní ha enviado contingentes a la zona limítrofe entre Helmand y la provincia paquistaní de Baluchistán, según confirmó el portavoz de las Fuerzas Armadas, Athar Abbas. Las tropas internacionales buscan así asfixiar a los talibanes a lo largo del río Helmand, que cruza esta gran provincia y es fundamental para la irrigación de los campos. El presidente de EEUU, Barack Obama, que en marzo trazó las líneas maestras de su plan para Pakistán y Afganistán, ha buscado el apoyo de la OTAN para reforzar la presencia militar internacional en Afganistán.

Los marines no son los únicos que se encuentran en plena ofensiva. Los talibanes también han comenzado la suya. Hace un mes, el mulá Mohamed Omar ordenó a sus fieles que intensificaran los ataques una vez terminadas las cosechas del opio y del trigo. La primera concluyó a principios de mayo, la segunda a mediados de junio. Una vez liberados de sus tareas agrícolas, los talibanes, muchos de los cuales son combatientes estacionales, se lanzaron a la lucha espoleados por el tórrido verano y los refuerzos recibidos durante el invierno. Los 50 grados que ahora se registran en el sur afgano parecen ser el entorno preferido por los talibanes para combatir. (El Pais)

Los comandantes insurgentes con los que este periódico ha conversado advierten que la presión se mantendrá hasta pasadas las elecciones de agosto. "Vamos a doblar nuestros ataques en las próximas semanas. Tenemos los recursos y los combatientes. Este verano, insallah [si Dios quiere], será duro para los extranjeros", asegura Fateh Mohamed, el jefe talibán que coordinó el ataque suicida que en noviembre mató a dos soldados españoles en Herat. Los resultados de esa ofensiva insurgente son visibles hoy por todo Afganistán. No sólo por el número de ataques contra las fuerzas internacionales o por su creciente complejidad, sino por la aplastante sensación de inseguridad que se respira entre la población. Incluso en lugares que hasta hace poco eran considerados seguros. "Yo vivo en Herat, y esto ahora mismo es como una cárcel. Si quiero viajar a Kabul o a cualquier otra ciudad, tengo que hacerlo en avión. Por tierra, lo más seguro es que me secuestren o me maten", comenta un pequeño empresario. La dirección talibán, con el mulá Omar a la cabeza, se encuentra en Quetta (Pakistán), pero la coordinación de la lucha se lleva desde la provincia de Helmand, donde está la mayor parte de sus comandantes. Así las cosas, es de esperar que los marines encuentren una fuerte resistencia en su avance, tal y como les ha ocurrido a los británicos, desplegados allí desde 2006.

Sin embargo, no es la resistencia en Helmand lo que más les preocupa a los estadounidenses. "Al fin y al cabo, si se quedan y luchan, los matamos y punto", comentaba ayer un experimentado oficial norteamericano. "El problema es que se vayan a luchar a algún sitio donde tengamos menos fuerzas". Esa pesadilla amenaza ahora a regiones del oeste, donde están basadas las tropas españolas. "Cada vez que nuestros chicos presionan la tarta del sur, la crema se escapa por los costados. Y aquí en el oeste vamos a ver mucho de eso en los próximos meses", comenta el coronel John Bessler, el norteamericano que comanda a los equipos que entrenan a la policía y al Ejército afganos. Bessler tenía bajo su mando a los dos españoles fallecidos en noviembre. De hecho, ya está sucediendo. La operación en Helmand cuenta con más de 4.000 marines, pero en la provincia de Farah, a unos pocos kilómetros, apenas hay unos pocos cientos de efectivos internacionales. Los talibanes sólo tienen que cruzar una frontera que no existe más que en la mente de los planificadores militares para volver a operar en la impunidad. Ocurre en lugares como Shiwan, donde en 2007 murieron dos paracaidistas españoles. Allí, talibanes llegados de Helmand hostigan sin parar a las fuerzas internacionales. No hay soldados suficientes, y los que hay, como los italianos, no tienen el mandato para combatirlos. Sólo les queda esperar a que les ataquen, responder y volver a empezar. Los servicios de inteligencia occidentales temen que las repercusiones de la operación en Helmand lleguen incluso hasta zonas más lejanas, como la provincia de Badghis, bajo responsabilidad del contingente español. Allí, en bastiones talibanes como Bala Murghab, la situación es crítica. "Mis hombres sólo pueden alejarse de la base unos dos kilómetros. Más allá, los talibanes les atacan. Pero no tenemos los recursos que hay en el sur para combatirlos", dice el coronel Bessler.

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