Ambos medios se acusan entre sí en una guerra que ellos mismos han explotado
Por Fernando León
Una serie de acusaciones entre dos medios importantes en México ha desatado una guerra mediática entre ambos. Las acusaciones se dan en el contexto de la “guerra contra las drogas” del presidente Felipe Calderón, por supuesto financiamiento del narcotráfico. Estas forman parte de la última “telenovela” que solo podría ocurrir en México en un momento como el actual. Este reciente enfrentamiento entre el semanario Proceso y Televisa ocurre a cuatro años de una guerra contra las drogas lanzada por Felipe Calderón al inicio de su gestión. Sin embargo, las acusaciones entre ambos medios se sitúan en las altas esferas de un espectáculo que poco aborda la problemática real de la guerra.
La noche del miércoles 1 de diciembre, coincidentemente con el cuarto aniversario del gobierno de Felipe Calderón, el noticiero estelar de Televisa a cargo de Joaquín López Dóriga difundió un video de las supuestas declaraciones que el testigo protegido de la Procuraduría General de la República, Sergio Villarreal Barragán alias “El Grande” ante tal institución, quien había sido detenido en Puebla en septiembre pasado. En ellas, este último declaraba haber pagado la cantidad de 50 mil dólares al periodista de Proceso Ricardo Ravelo por dejar de mencionarlo en sus artículos.
A partir de entonces, ambos medios se enfrascaron en un círculo mediático de acusaciones y deslindes. Ravelo publicó en la siguiente edición del semanario (no.1779) una extensa lista de menciones a “El Grande”que fueron publicadas en la revista posterior al supuesto pago ocurrido entre 2003 y 2006. Televisa, a través de López Dóriga, había dicho que la empresa no era quien acusaba, sino que lo hacía el supuesto narcotraficante.
Ante las acusaciones difundidas en Televisa, Proceso, a través de su director general, Rafael Rodríguez Castañeda, denunció que la televisora “es un medio disponible para el actual gobierno. No es el único; sí es el más poderoso y servicial.” A pesar de la evidente relación entre el gobierno calderonista—y en general todos los gobiernos anteriores—y Televisa, tanto la empresa como la revista han caído en una tragicomedia digna de los momentos políticos y bélicos del país.
En los últimos cuatro años, ambos medios de comunicación se han encargado de ensalzar la “guerra contra las drogas” de Calderón. Ambos han caído en el espectáculo de los más de 28 mil muertos de la guerra—y un sin número de desaparecidos—como solamente un producto de una “estrategia equivocada.” Dicho espectáculo no hace más que profundizar los objetivos que la guerra ha traído consigo: aumentar las ganancias producto del tráfico ilegal de sustancias; y sentar un escenario propicio para una intervención directa o indirecta de contratistas bélicos trasnacionales en el país.
Durante los cuatro años del gobierno de Calderón, ambos medios han formado parte de una representación sin fin de los estragos de la guerra. Para todos está claro lo sanguinario de la misma, sin embargo, la sociedad mexicana necesita mucho maś que el vistoso asesinato de Arturo Beltrán Leyva, o la risa siniestra de Edgar Váldez alias “La Barbie” para terminar la guerra, pues detrás de ellos hay cientos que ocuparán su lugar. Lo que se necesita es cortar con una guerra que sólo le produce ganancias a los grandes beneficiarios—los gobiernos y las corporaciones armamentistas—y que diariamente deja huérfanos a decenas de niños mexicanos. Por tanto, la estrategia distractiva, que ambos medios han utilizado, del circo de la guerra entre los mal llamados “cárteles”, solo ha servido para que el público distante clame por la “seguridad” de los suyos, que sólo el Estado podría darle.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario