TRIBUNA
La mayor parte de los ingresos se gastaron en política, en propaganda, en crear cada vez mayores cargos y empresas públicas, enteramente politizadas. Incluso el gasto social ha sido mínimo
Oscar Ortiz Antelo
Con la crisis del TIPNIS el proyecto político del presidente Evo Morales y su partido el Movimiento al Socialismo, han demostrado una vez más que seguirán el mismo camino que hasta hoy los ha llevado a perder uno de las mayores oportunidades que la historia le ha dado a un líder y a un partido. No sólo es un problema para ellos, sino para el presente y el futuro de Bolivia.
Evo Morales pudo haber sido un gran presidente, que uniera a los bolivianos, que nos integrara en una sociedad diversa, que se reconozca y acepte a sí misma en su multiculturalidad, que modernizara el Estado para acercarlo a la gente, descentralizándolo hacia los municipios y departamentos, aceptando las autonomías e impulsándolas en un proceso armónico y solidario para el desarrollo de todas las regiones. Sin embargo, en el camino perdió las causas y se quedo con el poder por el poder.
La economía le dio los mayores ingresos de la historia nacional. La mayor parte de ellos originados en un incremento de los precios de nuestros productos de exportación pocas veces visto. El gas y los minerales cuadruplicaron y quintuplicaron su precio, la soya prácticamente lo triplicó. El PIB se duplicó en tan solo seis años al igual que el Presupuesto General de la Nación.
De toda esta bonanza nos queda muy poco. La mayor parte de los ingresos se gastaron en política, en propaganda, en crear cada vez mayores cargos y empresas públicas, enteramente politizadas. Incluso el gasto social ha sido mínimo. A pesar de la alta popularidad de los bonos que se dan a los sectores de menores ingresos, que efectivamente alivian la situación de miles de familias pobres, estos representan una parte mínima de los nuevos ingresos públicos, tan solo US$ 300 millones. Mientras el presupuesto público se ha incrementado en más de US$ 10.000 millones, los bonos con el MAS sólo han recibido poco más de US$ 100 millones.
El resultado es un país que continua dividido, empobrecido, acosado por la inseguridad ciudadana y sobre todo, que no crea buenos empleos. Los derechos humanos no son respetados y la democracia se reduce a un ejercicio periódico de votar para legitimar el control total del poder, perdiendo su esencia, que es el respeto de los derechos de todos los ciudadanos. Un país, donde el narcotráfico se ha descontrolado y amenaza con convertir a Bolivia en un nuevo campo de batalla de las mafias internacionales.
En efecto, circula más dinero pero no hay más ni mejores fuentes de trabajo. Exportamos más en valor pero producimos menos. Las inversiones son mínimas y los problemas del estatismo amenazan con limitar al conjunto de las actividades económicas por la falta de energía y la caída de la producción, lo que nos lleva a un círculo vicioso de escasez e inflación.
Bolivia no puede volver al pasado, ni puede seguir el camino del actual gobierno. Son años perdidos y generaciones frustradas. Es necesario trabajar el presente para construir el futuro, gestando un nuevo modelo social, económico y político en el cual todos tengamos oportunidad de participar, trabajar y prosperar.
*Ex presidente del Senado Nacional
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