La poca credibilidad que tenía Zapatero se derrumbó este viernes cuando el diario italiano Corriere della Sera reprodujo la carta secreta enviada por el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en la que le instaba a enmendar la Constitución para introducir el objetivo de equilibrio presupuestario como condición imprescindible para la compra de bonos italianos. Semejante misiva recibió Zapatero para socorrer a España, pese a que éste se negó en el Congreso a contestar la pregunta que al respecto le formuló dos veces seguidas Mariano Rajoy.
Ahora cobran credibilidad las palabras del secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, de que el presidente le había confiado que España estuvo al borde del precipicio en agosto. La modificación de la Carta Magna se produjo por imperativo legal, en lugar de por la voluntad del presidente. Y por eso, probablemente, tuvo que aceptarla Rubalcaba y la introdujo como uno de los puntos del programa con que los socialistas concurrirán a las elecciones.
La última metedura de pata es la salida a bolsa de Loterías. Es patético que Salgado haya mandado al presidente del organismo, Aurelio Martínez, salir a la palestra para denunciar que el proyecto se paralizó por presión de la gran banca española. Efectivamente fue así, pero Loterías fue quien eligió a estas entidades como colocadoras en detrimento de otras extranjeras que estaban ya preseleccionadas. Luego el error es enteramente atribuible a Salgado, que primero cedió a la presión de los bancos y luego fue víctima de sus argucias.
Este Gobierno siempre termina denunciando a las entidades financieras después de entrar con ellos en la alcoba. Rubalcaba los culpa de las crisis, pero Zapatero recibió a los banqueros en La Moncloa para escenificar una solución a los problemas de la economía que jamás llegó.
Lo de Loterías es una demostración palmaria de que Emilio Botín, que siempre tuvo olfato para los cambios de Gobierno, ve ganador al partido de Rajoy, que unos días antes solicitó públicamente la paralización de la salida a bolsa.
La cruda realidad la expuso esta semana el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, en Londres: "En los próximos dos años no habrá un euro nuevo en créditos, por lo menos para las pequeñas y medianas empresas". Un panorama desolador.
Sólo queda la esperanza de que la crisis de la deuda vaya resolviéndose. La canciller germana, Angela Merkel, logró esta semana una gran victoria con la ampliación del fondo de rescate europeo. Resulta paradójico que vaya a ser la izquierda alemana la salvadora del euro -el compromiso se aprobó gracias al voto de los verdes y socialdemócratas-, mientras que la derecha reniega de sus principios.
Ahora esos 440.000 millones del fondo de estabilidad ampliado se destinarán a recapitalizar la banca francesa y alemana y despejar las incertidumbres sobre el sector.
El escollo que queda por resolver es qué hacer con Grecia. El país heleno es como un zombie, un muerto viviente del que todos somos conscientes que jamás logrará hacer frente a sus deudas. Es por ello presumible que el crash final tarde aún unos meses.
Una tragedia parecida a la griega se vive en Sacyr. La constructora de Luis del Rivero abrió esta semana la renegociación de su deuda, que tardará alrededor de 70 años en sufragar. Del Rivero se niega a vender más activos como piden dos de sus consejeros, Demetrio Carceller y Juan Abelló. Por eso decidió aliarse con Pemex para financiarse a costa de Repsol.
El director ejecutivo de la mexicana, Juan José Suárez Coppel, aterrizó esta semana en España como un elefante en una cacharrería. Después de un forcejeo verbal, logró sentarse de manera excepcional en el consejo de Repsol celebrado el miércoles pasado para defender su punto de vista y asegurar que ni la españolidad ni la integridad de la petrolera presidida por Antonio Brufau peligran.
Coppel salió escaldado, ya que el presidente de la Caixa, Isidro Fainé, con quien había almorzado unas horas antes, cerró filas con Brufau en contra de su alianza con Sacyr. Hasta los independientes, incluido Matías Cortés, que estrena nuevo bando, hicieron piña en contra.
Ante el fracaso del viaje, Coppel pidió verse con algunos periodistas para intentar torcer la opinión pública. Estudio de Comunicación, dirigido por Benito Berceruelo, organizó encuentros con varios medios afines. Una estrategia que le llevó a excluir de la lista a El País, La Vanguardia y elEconomista, los líderes de la prensa de información general, de la prensa catalana y de la prensa económica.
El dirigente mexicano, más partidario del ordeno y mando típico de los dictadorzuelos, no está acostumbrado a lidiar con preguntas molestas ni periodistas hostiles. Con esta estrategia de comunicación lo más seguro es que acabe como Grecia, en quiebra o rescatado.
Coppel se ha metido en la boca del lobo. Hasta el ex director de la Oficina Económica de Moncloa, David Taguas, va disculpándose en privado por defender la operación de Sacyr. Taguas asegura que todo obedece a que el aún ministro de Industria, Miguel Sebastián, lió a Luis del Rivero. Siempre creí que fue al revés. Pero da igual... tanto monta, monta tanto....
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