El Universal, Caracas
En 1989 se lanzó el Plan Brady -nombre del secretario del Tesoro de Estados Unidos en el gobierno de Reagan- con el fin de solventar la crisis de la deuda contraída por los países en desarrollo, de los cuales Latinoamérica conformaba el grupo más importante. La situación era caótica porque en defensa del socialismo, se habían dedicado a vivir más allá de sus medios incurriendo en un elevado endeudamiento, parecido al que ahora enfrentan Europa y EEUU. Ello frenó el flujo de capitales y no podían pagar su compromiso.
Dichas políticas no son nuevas, su origen procede de los principios que defiende el Tea Party (Partido del Té), cuyo nombre se deriva de las protestas que realizaron las colonias de Boston por el abuso impositivo del Parlamento inglés en 1773 con las importaciones de té. Algo tan simple dio lugar al rechazo de la aprobación de impuestos sin representación y a la revolución de independencia de Norteamérica.
El Tea Party ahora es un movimiento de protestas pacíficas del pueblo americano, que surge cada vez que sienten que violan sus principios: los orígenes filosófico-constitucionales. Sus exigencias son tradicionales: para proteger la fortaleza del dólar y de la economía, estricta disciplina fiscal y monetaria, deuda manejable, prácticas de libre mercado y un gobierno limitado. Reclaman que de seguir con el elevado endeudamiento, el desorden fiscal y monetario, el país estará en camino de su propia destrucción, especialmente cuando sus acreedores, los países asiáticos, se fortalecen cada vez más. Esto sucede sobre todo porque el gobierno americano continuamente quebranta la disciplina: en agosto de 1971, el presidente Nixon suspendió la paridad y la convertibilidad del dólar en oro y promulgó un sistema basado en papel moneda, que ha fracasado. Desde entonces, la mayoría de los presidentes incrementaron significativamente el gasto fiscal aumentando el tamaño del Gobierno en gastos sociales y guerras de dudosos resultados, acumulando elevados déficits financiados con un endeudamiento astronómico.
Después de inducir la crisis financiera, republicanos, demócratas y Obama, con su política socialista, llevaron el déficit fiscal y la deuda a 10% y 101% del PIB, con resultados catastróficos porque la economía apenas crece y la tasa de desempleo se estancó en 9,l%, el mismo nivel que cuando se inició el paquete de estímulos financieros en 2008. Lo que se hizo fue financiar otra burbuja de materias primas y una fuerte inflación que repercute mundialmente.
Cuando se discutía el presupuesto americano en julio pasado, que el Gobierno solicitó subir el techo de la deuda y aumentar los impuestos para seguir el despilfarro, se formó nuevamente el movimiento del Tea Party y varios de los miembros de las dos cámaras: republicanos y demócratas, lo frenaron, dando lugar a que los calificaran de fanáticos porque los medios anunciaban una catástrofe financiera mundial de no aprobarse la solicitud del Gobierno. Los demás llegaron a un compromiso. Pero seguidamente los mercados se desplomaron y la Agencia de Calificación de Riesgo Standard & Poors redujo su calificación de AAA a AA, sustentando el motivo de las protestas.
No debemos olvidar que después de la II Guerra Mundial, en 1945, hubo un acuerdo mediante el cual el dólar se convertía en moneda de reserva internacional, por ser EEUU el único país que mantuvo el patrón oro/cambio donde la paridad estaba expresada en oro, y, a su vez, los países se comprometían a definir la suya en oro y dólar, invirtiendo sus reservas en ambos. Por ello, Estados Unidos tiene una obligación moral internacional, que el Partido del Té le reclama, y que el mundo entero también debe exigir.
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