La llamada guerra al narcotráfico está marcando el regreso del gasto militar a las prioridades de los países centroamericanos. El final de la Guerra Fría y los acuerdos de paz que terminaron con las guerras civiles hace dos décadas llevaron a una sustancial reducción de los ejércitos de la región. Pero la tendencia está cambiando.
A finales de septiembre, Guatemala anunció que estaba considerando la que podría ser una inversión militar sustancial para la nación centroamericana. Se trata de seis aviones militares Super Tucano de fabricación brasileña, tres radares y equipo para el control aéreo, por valor de US$166 millones.
Unos meses antes, Honduras dijo que estaba en estudio un un proyecto similar y, según la agencia United Press International, ese país espera comprar al menos cuatro Super Tucanos para modernizar los equipos de las Fuerzas Armadas.
El Salvador también ha estado debatiendo la compra de Super Tucanos y Nicaragua no quiere quedarse atrás, hasta el punto que el presidente Daniel Ortega argumentó recientemente que "necesitamos aviones para poder proteger nuestro espacio aéreo y combatir mejor el abastecimiento aéreo de los narcotraficantes".
Incluso países de la región que no tienen fuerzas militares propiamente dichas, como Panamá y Costa Rica, han realizado inversiones para mejorar sus sistemas de seguridad.
Según publicó en 2010 la revista especializada británica Jane's Defense Weekly, Panamá invirtió US$23 millones (que confiscó a los narcotraficantes) para equipar 11 nuevas estaciones guardacostas, mientras Costa Rica anunció la reactivación de un radar para monitorear todo su espacio aéreo.
Estos son solo algunos ejemplos que demuestran cómo Centroamérica está militarizando el combate al narcotráfico, tras décadas en que la región se caracterizó precisamente por todo lo contrario: por reducir las capacidades de sus fuerzas militares.
"Tras los procesos de paz, hubo una desmilitarización significativa", explica Adam Isacson, experto en la región de la Washington Office on Latin America, un centro de estudios no gubernamental basado en la capital estadounidense. Isaacson añade que "esa desmilitarización está cambiando radicalmente en Guatemala y en Honduras" y de manera más leve en El Salvador y Nicaragua.
En el caso de la mayoría de países centroamericanos, además, sus presupuestos de defensa han incrementado en el último lustro, según el Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina y El Caribe. En El Salvador pasó de US$106 millones en 2006 a US$133 millones el año pasado; en Honduras, de US$63 millones a US$172 millones; y en Guatemala, de US$134 millones a US$160 millones.
Las razones
BBC Mundo le preguntó al coronel Rony Urízar, vocero del ejército de Guatemala, por qué la compra de esos equipos es una prioridad cuando se está viviendo una época de austeridad económica y en la región hay problemas sociales serios.
"La aplicación será positiva en Guatemala porque va a servir para prevenir los problemas prioritarios que tiene el país y no sólo la inseguridad", explicó Urízar, quien añadió que las adquisiciones hacen parte de un sistema de vigilancia que servirá también para proteger la biósfera y detectar desastres naturales.
Uno de los motivos expresados por varios de estos países para invertir en aviones y radares es frenar la violencia que ha convertido a Centroamérica en una de las regiones más inseguras del planeta.
Según Naciones Unidas, mientras el promedio mundial anual de homicidios es de 8.8 por cada 100.000 habitantes, en El Salvador esa cifra llega a 71 y en Guatemala a 52.
Sin embargo, una parte importante del gasto en seguridad parece estar encaminándose a equipo con aplicaciones más militares que policiales.
Los aviones brasileños Super Tucano, que cuestan alrededor de US$10 millones cada uno, parecen ser una opción interesante para muchas de las fuerzas armadas de los países de la región.
Como resaltó a BBC Mundo Íñigo Guevara, analista de las fuerzas militares centroamericanas basado en México, "los Super Tucanos son los más atractivos para la región, en parte por su origen brasileño... y en parte porque tiene costos bajos de operación y alto rendimiento. Con un poco más de inversión, un pequeño país puede preciarse de tener un 'ojo en el cielo' 24 horas al día".
"La guerra contra las drogas no se va a ganar armando al ejército y la policía hasta los dientes si las instituciones no están estructuradas para enfrentar la situación del crimen actual."
Eric Rojo, coronel retirado de Estados Unidos
Vanda Felbab-Brown, experta del centro de investigación Brookings Institute de Washington, resalta otro elemento.
"Específicamente en América Latina, hay una competencia intensa entre los países. Si Nicaragua compra un radar, entonces Honduras puede pensar que necesita lo mismo. Las compras pueden estar motivadas por la rivalidad y no necesariamente por un análisis muy preciso de las necesidades", indica.
"En esta parte del mundo los militares habían sido desacreditados públicamente. Ahora pueden justificar un presupuesto mayor si ven que otros países están comprando armas".
Los problemas
El analista Armando Rodríguez Luna, investigador del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, organización no gubernamental basada en México, explica que "existe un bloque de países en Centroamérica que apuesta por la estrategia militar para enfrentar el asentamiento de operaciones de los carteles mexicanos en la región".
Esa estrategia estaría basada, al menos en parte, en la modernización de las fuerzas militares y en la compra de aviones como los Super Tucano para llegar a las zonas de difícil acceso donde los narcotraficantes tienen sus operaciones.
Pero no todos consideran que la compra de armas sea la respuesta adecuada.
Como explica Rodríguez Luna, "el dilema se presenta en estos países porque los bajos niveles de desarrollo económico y social demandan una mayor inversión en educación, salud e infraestructura, con mayor razón en un contexto de crisis económica internacional".
"El problema radica en que fortalecer la seguridad pública y nacional es un objetivo de corto plazo, mientras la inversión para el desarrollo son objetivos de mediano y largo plazo", añade.
O como señala a BBC Mundo Eric Rojo, coronel retirado de Estados Unidos que ha trabajado para varios gobiernos latinoamericanos en temas de planeamiento y estrategia: "La guerra contra las drogas no se va a ganar armando al ejército y a la policía hasta los dientes si las instituciones no están estructuradas para enfrentar la situación del crimen actual y planear una estrategia para que se cumplan las leyes".
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