13 octubre, 2011
Operación Northwood: el plan de Estados Unidos para simular ataques terroristas
Hace cinco décadas el gobierno de Estados Unidos elaboró un sofisticado plan para simular ataques terroristas en su propio país y así justificar una intervención militar en Cuba.
El ataque a las Torres Gemelas hace diez años, uno de los eventos más relevantes para el diseño geopolítico de la última década, ha sido considerada por miles de voces, tal vez millones, como un funesto montaje ideado por el propio gobierno estadounidense —y grupos de poder anexos— para justificar acciones que al parecer eran cruciales dentro de su estrategia global.
A esta denuncia se han unido arquitectos, ingenieros, militares y especialistas en demolición, sin tomar en cuenta voces calificadas, como la de un delegado de la ONU, que aisladamente también han sugerido la creación de un monumental teatro como herramienta para detonar un masivo sentimiento de miedo y la virtual necesidad de tomar acciones bélicas para hacerle frente a una amenaza simulada.
Pero más allá de conspiracionistas o de adeptos a la comodidad que ofrecen las versiones oficiales, existe un hecho interesante que de algún modo refuerza la teoría de que aquella fatídica mañana del 11 de septiembre de 2001 lo que en realidad presenciamos fue un auto-atentado: la Operación Northwood.
Esta operación básicamente se trató de un sofisticado plan elaborado por el gobierno Estados Unidos para simular distintos ataques terroristas en su país. El fin era justificar una intervención militar en Cuba. Fue en 1997 cuando se liberaron archivos de la “era Kennedy”, entre los cuales se incluía un documento fechado en 1992 y titulado “Justification for US Military Intervention in Cuba”. En este se describían diversas acciones que implicaban la simulación de ataques cubanos contra Estados Unidos.
Una de las acciones que se contemplaron en la Operación Northwood guarda oscuras coincidencias con lo que sucedió el 9/11. La CIA disfrazaría uno de sus aviones como si perteneciera a una aerolínea comercial, posteriormente despegaría de un aeropuerto local un avión idéntico repleto de pasajeros, con alias cuidadosamente seleccionados. Ya en el aire, ambas aeronaves intercambiarían papeles: el avión tripulado continuaría a aterrizar secretamente mientras que el de la CIA continuaría con la ruta comercial pero ya sin ningún tripulante. Finalmente el avión sería destruido en el aire y se alegaría la muerte de más de cien personas, como parte de un ataque terrorista orquestado desde Cuba.
Entre el resto de los atentados simulados se encontraba un ataque a la base militar ubicada en la Bahía de Guantánamo, durante el cual Estados Unidos incluso hundiría uno de sus barcos y fingiría el funeral de una decena de soldados. También se tenía previsto disfrazar un avión estadounidense como si fuese un avión ruso de combate que atacaría una base situada en la costa este y el fatal hundimiento de un bote con cubanos que estuviesen intentando huir desde la isla hacia la costa de Florida, para inculpar a Castro.
La razón para este elaborado show era bastante concreta: obtener apoyo político y civil para una eventual intervención militar a Cuba. La operación Northwood de algún modo recuerda a cuando el gobierno de Estaos Unidos hundió su propio barco, el Maine, construyendo una excusa para entrar en conflicto con España (durante la breve guerra que ambos países sostuvieron en 1898) e incluso al histórico ataque de Japón a Pearl Harbor (que justificaría el lanzamiento de bombas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki) y el cual, si bien no fue auto-orquestado, se ha comprobado que los mandos del ejército estadounidense sabían que dicho ataque iba a ocurrir y prefirieron no tomar ninguna precaución para evitarlo, suponiendo que les redituaría más para llevar a cabo sus planes.
Pero en fin, después de este breve repaso histórico, solo queda advertirte que si encuentras cualquier similitud entre lo que se planeaba con la Operación Northwood y lo que sucedió el 11 de septiembre de 2001, entonces lo más probable es que seas una persona paranoica o, en el mejor de los casos, un conspiracionista, y que por lo tanto tu opinión debe ser automáticamente descartada o incluso ridiculizada.
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