El fondo de rescate precisa 2 billones de euros extra para salvar economías insostenibles: expertos; mientras tanto, autoridades de la UE debaten cómo usar los recursos de éste de una forma eficiente.
La propuesta acordada el pasado julio de ampliar las facultades del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), creado tras la crisis de 2008, pretende otorgarle más flexibilidad para estabilizar las débiles finanzas gubernamentales y proporcionar dinero a los bancos que requieran reunir capital. Hasta hoy, el plan ha sido ratificado por ocho países de los 17 que comparten el uso del euro. El último en aprobar el cambio al fondo de rescate fue el parlamento alemán, una decisión políticamente impopular en muchas naciones del norte de Europa.
Las autoridades de la Unión Europea dijeron la semana pasada que planeaban implementar los cambios propuestos hacia mediados de octubre, asumiendo que la modificación sea avalada por el resto de los países de la zona. Sin embargo, economistas e inversionistas coinciden en que el fondo, dotado de 440,000 millones de euros, es insuficiente para reaccionar con eficacia si otras economías europeas de mayor tamaño colapsan.
Algunos estiman que el fondo necesitaría hasta 2 billones de euros para rescatar a España o Italia, países con niveles insostenibles de endeudamiento y sombrías perspectivas económicas. "Incluso un FEEF aumentado tendría apenas 100,000 millones de euros para inyectar en los mercados de bonos... menos cualquier nuevo compromiso con Grecia, claro", escribió en un informe Carl Weinberg, jefe economista en High Frequency Economics.
El miércoles pasado, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, dijo que el fondo de estabilidad "debe hacerse inmediatamente más sólido y más flexible". Luego de que los cambios al fondo sean autorizados, "deberíamos usar de la manera más eficiente su dotación financiera".
En esa línea, abundan las teorías sobre cómo el fondo podría ser usado de forma más efectiva. Bajo uno de muchos escenarios, el FEEF podría comprar 440,000 millones de euros en bonos emitidos por gobiernos atribulados de la eurozona y usar esos valores como colateral para obtener préstamos de bancos en el sector privado. Lo recaudado podría entonces ser usado para comprar todavía más bonos gubernamentales.
Otro esquema plantea usar la dotación del fondo para garantizar el primer 20% de cualquier pérdida que el sector privado pudiera sufrir sobre los bonos emitidos por naciones en dificultades. El objetivo aquí sería alentar a los inversionistas a que compren bonos recién emitidos y reducir los costos de endeudamiento para los gobiernos que arrastran deudas masivas. También se ha debatido usar el dinero del FEEF para garantizar compras de deuda soberana por el Banco Central Europeo; la entidad ha estado comprando miles de millones de euros en bonos emitidos por España e Italia, entre otros.
Sin embargo, dicho programa de compra de bonos ya ha provocado una importante desavenencia en la directiva del Banco Central Europeo, y numerosos analistas piensan que el Banco podría negarse a comprar más deuda tóxica. La opinión generalizada de los expertos es que ampliar la dotación del fondo a 2 billones de euros es muy improbable dado el entorno político negativo.
"Los detalles procedentes de la reciente propuesta para reformar el fondo de rescate de la eurozona sugieren que, a lo mucho, el plan es sencillamente usar los fondos existentes de forma más imaginativa", comenta Jennifer McKeown, economista de Capital Economics. Agrega que la propuesta tiene más apoyo fuera de la eurozona que dentro, "lo que indica que las autoridades de la región todavía están a miles de kilómetros de resolver la crisis".
¿Qué está en juego? El riesgo inmediato es un posible cese de pagos o default del Gobierno griego, que lucha por saldar una montaña de deuda en medio de una dolorosa recesión. El país heleno ha podido mantenerse a flote durante un año gracias a los miles de millones de euros de rescate entregados por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. A cambio de esa ayuda, el Gobierno de Atenas ha ejecutado estrictas medidas de austeridad en un esfuerzo por disminuir su déficit presupuestario. Dichas reformas impopulares han detonado protestas de la población y han ralentizado el crecimiento económico, pero en poco han mejorado la situación. De hecho, algunos economistas sostienen que una mayor austeridad provocará más mal que bien.
En las últimas semanas, Grecia ha entablado conversaciones con autoridades del Fondo Monetario Internacional y otros países europeos en torno a la última entrega de 8,000 millones de euros, parte del rescate aprobado el año pasado por 110,000 millones de euros. Sin esos fondos, Grecia no tendrá la solvencia para pagar sus facturas el próximo mes.
A su vez, los líderes de la zona acordaron en julio entregar otro paquete de ayuda a Grecia por 109,000 millones de euros, que cubriría todas las necesidades financieras del país. No obstante, muchos economistas e inversionistas dicen que el llamado 'default estructurado' será inevitable a la larga para que Grecia salga de su endeudamiento.
"En cuanto a Grecia se refiere, la discusión en el mercado hace tiempo ya no es si caerá en default, sino cuándo caerá", resume Gary Jenkins, director de renta fija en Evolution Securities.
Una suspensión de pagos de Grecia puede traducirse en pérdidas para los bancos. Bajo el segundo rescate propuesto para el país, muchos bancos acordaron en principio aceptar una reducción del 20% en el valor de los bonos griegos que tienen en su haber. Sin embargo, los expertos advierten que los bancos habrán de aceptar una pérdida mucho mayor -algunos incluso estiman la quita en 50%- para que Grecia pueda recuperarse.
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