Trípoli celebra la caída de Sirte y la muerte de Muamar Gadafi. | Efe
- El CNT se prepara para declarar el fin de la guerra y el inicio de la transición
- Los libios no perdonan al dictador la feroz represión que desató contra su libertad
Rosa Meneses (enviada especial) | Trípoli
Trípoli sigue enzarzada en una interminable celebración. Ni siquiera la conquista de la ciudad por los rebeldes y el desmoronamiento del régimen concertó tanta alegría como la muerte de Muamar Gadafi. Los tripolitanos respiran tranquilos, pues ya saben con certeza que el Hermano Líder no puede volver nunca más a acechar sus vidas.
En el barrio italiano, situado en el centro de la ciudad, bordeando la Plaza de los Mártires, llevan sin agua desde hace diez días. Pero una corriente verde, negra y roja fluye por las calles. Ni una lágrima se ha vertido por la triste suerte del coronel, quien fuera un día aclamado como el ‘padre’ de los libios. La población del país no perdona al dictador la feroz represión que desató contra las ansias de libertad durante los últimos meses.
Tampoco olvidan los últimos 42 años bajo su yugo. En Bab al Aziziya, el complejo presidencial del régimen, se ha improvisado un zoco popular. Allí se venden animales domésticos, alimentos y ropa. Hay hasta peleas de perros para divertimento de los más aguerridos donde antes se alzaba el monumento del puño que aplasta un avión, símbolo del antioccidentalismo de Gadafi.
Muchos de los que se acercan al mercado, pasan también a ver la que fuera mansión del dictador. El complejo residencial luce desvencijado: todos los muebles, los libros y electrodomésticos han sido saqueados; la piscina, cegada; el césped, arrasado. "He venido a ver la casa de Gadafi. Estoy tan feliz… Ya me alegró que huyera, pero ahora, saber que ha muerto, me llena de felicidad", confesaba con candidez Fatma Hqaiq.
Nuri Tumi también se muestra eufórico ante la muerte del sátrapa libio. “Por supuesto que me alegro de que lo mataran. No podía tener otro final”, afirma. Mohamed el Kesh, portavoz del Consejo Nacional de Transición (CNT), difiere de esta opinión. “Yo no quería que mataran a Gadafi; quería que sufriera. Quería ponerlo en una jaula y llevarlo ante un tribunal. Para él, la muerte ha sido una salida”, afirma a ELMUNDO.es.
A las puertas de la transición
Entre las miles de personas que participaron en el rezo del viernes, Hamim Mohamed Nuri, de 44 años, escondía una razón especial para transmitir sus anhelos en sus oraciones. “Pienso en mi país, Siria. Me gustaría que este día llegara a mi tierra. Que un golpe de Estado derroque a Bashar Asad”, revela.
Aniquilado Gadafi, la guerra ha llegado a su fin. Y ahora, una vez que las armas acallen su estruendo, el CNT se prepara para dirigir la transición política. Lo primero es la Declaración de Liberación, con la que el país iniciará una nueva etapa. Anoche, las autoridades revolucionarias retrasaron este comunicado de hoy a mañana domingo.
El pronunciamiento –que hará el presidente del CNT, Mustafa Abdel Yalil- se hará en Bengasi, la capital de la revolución libia, donde todo empezó un 17 de febrero. “En unos días, quizá en una semana, se anunciará en Trípoli el Gobierno de Transición”, según señalaron a este medio fuentes del CNT. Los miembros del Gabinete interino serán monitorizados por el CNT, un órgano de 55 miembros que tendrá derecho de veto sobre el cuerpo legislativo.
Ese gobierno provisional se disolverá en ocho meses, según la Hoja de Ruta elaborada por el CNT. Aunque el viceprimer ministro, Ali Tarhuni, admitió que podría prolongarse durante más tiempo. Tras este periodo, los libios tendrán que votar en referéndum una Constitución y elegir su primer Ejecutivo democrático.
Muchas dudas surgen sobre la suerte de aquellos que un día simpatizaron con el régimen de Gadafi. “Perdonaremos a los que apoyaron a Gadafi si no tienen sangre en sus manos”, afirma Haizam al Amri, un ingeniero informático que fue forzado a trabajar del lado del régimen hasta que huyó a Túnez para unirse a la rebelión. “Ellos aún viven en la oscuridad, pero ahora es el tiempo de la luz”, añade.
El portavoz del CNT, Mohamed el Kesh, se mostró también partidario de una amnistía para los que no cometieron ningún crimen. Sin embargo, El Kesh no indicó si existe la consigna desde el CNT de detener y entregar a las autoridades a los progadafistas. Ante el caos que reina en Libia –donde cada hombre tiene al menos un arma- cualquiera puede tomarse la justicia por su mano.
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