El cura británico Christopher Jarvis estaba encargado de evitar que posibles eclesiásticos pedófilos infiltraran la iglesia; pero en lugar de eso distribuía pornografía infantil.
En un aberrante caso más de putrefacción moral en torno a la Iglesia católica, el cura británico Christopher Jarvis ha aceptado la posesión de más de cuatro mil fotografías de pornografía infantil que distribuía entre colegas pedófilos. Pero lo anterior no sería ya, patéticamente, noticia, si no fuese porque la función de Jarvis era precisamente dar seguimiento a los escándalos sexuales protagonizados por eclesiásticos pervertidos que habían incurrido en este tipo de prácticas.
La labor que Jarvis supuestamente desempeñaba consistía en vigilar que ninguno de estos curas se acercase a los niños durante congregaciones organizadas por la iglesia en Plymouth, Inglaterra. Sin embargo, tras una investigación motivada por una denuncia anónima, la policía local confirmó que Jarvis tenía almacenado un considerable archivo de pornografía infantil en su computadora personal. Un vocero de la Diócesis de Plymouth, para la cual Jarvis trabajó nueve años, advirtió que este “fue suspendido en el momento en que nos enteramos que estaba siendo investigado desde marzo pasado”. Ahora Jarvis conocerá en un mes la sentencia que le impondrá una corte local.
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