20 octubre, 2011

Woody Allen y Evo Morales

Por Alberto Benegas Lynch (h.)
Libertad Digital

Una de las producciones cinematográficas más celebradas de Woody Allen es "Bananas". Allí queda reflejado el espíritu bananero de muchas de las repúblicas latinoamericanas. En una de las secuencias, el dictador del momento decretó en el país hispano parlante que comandaba y explotaba miserablemente, medida que hoy repite el telúrico, egocéntrico y estatista Evo Morales. En aquella oportunidad aparecía el dictador que a gritos establece que "de ahora en adelante el idioma oficial será el sueco".

El mandatario boliviano acaba de declarar que "en dos años todos los funcionarios públicos deberán hablar quechua, aymara o guaraní" y que en un futuro próximo esto deberá extenderse al resto de la población. Suena muy estúpido pero es cierto. Morales parece incapaz de percibir que cada uno debe hablar el idioma que le venga en gana y que la prepotencia de las botas no debería entrometerse para imponer semejante desatino.

Tampoco se percatan estos megalómanos que el lenguaje es un proceso de orden espontáneo que no es dirigido ni inventado por nadie y, además, es evolutivo y, por tanto, cambiante. Nos resulta sumamente difícil entender el castellano antiguo, inglés antiguo o cualquier otra lengua o dialecto, precisamente porque se agregan palabras nuevas y otras mutan los significados. Cuando se pretendió inventar y diseñar una lengua como fue el caso del esperanto resultó un mamarracho que no sirvió para la comunicación. No es que el omnipotente Evo pretenda –por el momento– fabricar una lengua, pero imponer una lesiona la libertad elemental de las personas.

No es prudente jugar con estos temas, ya que la lengua sirve principalmente para pensar y secundariamente para trasmitir pensamientos. El lenguaje refleja los niveles de conocimiento, los más ricos ponen de manifiesto culturas más evolucionadas. No sería aconsejable que, en nombre de una vuelta a las raíces, nos obligaran a manejarnos con los ruidos guturales de nuestros primitivos ancestros porque retornaríamos a nuestras raíces pero para comer raíces.

Estos son vestigios nacionalistas y xenófobos que ni siquiera ponen de manifiesto la mínima noción de que todas las lenguas provienen de orígenes muy diversos y entremezclados, como que el castellano es el resultado de muchos otros idiomas. Aseverar lo contrario y apuntar a la "pureza de la lengua" es tan torpe como pretender las trasnochadas y criminales ideas de la pureza de sangre.

Woody Allen le hace decir en "Bananas" a su protagonista-tirano que los calzoncillos de todos los pobladores deben usarse encima del pantalón, "al efecto de permitir la verificación correspondiente". No sería mal que el Evo de turno adopte también esta política que, por lo menos, tendría algún viso de originalidad, ya que agota con las medidas anacrónicas que tozudamente repite y que se llevaron a cabo con tan tristes resultados en su propio país, especialmente para la gente más necesitada.

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