19 octubre, 2011

... Y el réferi les paró la pelea en la Cámara de Diputados

A punto estuvieron de liarse a golpes el petista Gerardo Fernández Noroña y el panista Leoncio Morán, cuando éste ofendió a la asistente de aquél

Alejandro Sánchez

CIUDAD DE MÉXICO, 19 de octubre.- La sesión de ayer había entrado en su última etapa cuando, desde su curul, el diputado Leoncio Morán Sánchez empezó uno de los discursos más grotescos y penosos que se recuerden en San Lázaro.
En los dos años de legislatura no hay precedente de ese legislador panista usando el micrófono, pero traía una cuenta pendiente con Gerardo Fernández Noroña, y no estaba dispuesto a perder la oportunidad de saldar diferencias, aunque sobajara el nivel al de un pleito de cantina.
El panista estaba ante el pleno camaral cuando calificó de calumniador a Fernández Noroña, porque éste lo había acusado de un homicidio imprudencial en Colima.


El adjetivo era lo de menos, pues de unas legislaturas para acá así se ha vuelto el trato entre diputados.
Lo que dejó boquiabiertos, hasta a sus propios compañeros de partido, ocurrió cuando Morán Sánchez se metió con Martha Angélica Ojeda, asistente de Fernández Noroña y quien en el pasado fue su esposa.
“Qué se puede esperar de un individuo que ofrece a una mujer que, por cierto, está en este momento sentada a un lado de él, su asistente, asesora o no sé qué cosa, quien merece todo mi respeto, y la ofrece envuelta en moño a cuanto diputado se le pone en frente”, acusó Morán Sánchez.
Martha Angélica abrió la boca en señal de sorpresa, agrandó los ojos, se acomodó y ruborizada en la curul antes de voltear a ver a su jefe, quizá, en busca de protección.
A Emilio Chuayffet, ex secretario de Gobernación y presidente en turno de la Cámara de Diputados, se le tensaron los músculos de la cara, quitó la mirada de los dos legisladores, y dio por terminada la sesión.
Se discutía una ley de residuos, pero ya ni había quórum. “Presidente, presidente”, todavía pidió Morán Sánchez. Ya no se escuchó qué más dijo, porque le quitaron el sonido del micrófono.
Fernández Noroña alzó la mano en señal de protesta, buscaba llamar la atención de Chuayffet.
Sacó una campana que últimamente carga consigo —porque a menudo el presidente lo ignora cuando quiere hablar desde su curul cada cinco minutos—.
También sacó un micrófono alámbrico conectado a una bocina y enojado fue a buscar al panista.
El panista también iba en busca del petista. “¡Tú la ofreciste!, ¡tú la ofreciste!”, gritó Morán Sánchez señalando a Fernández Noroña en pleno medio recinto.
Ambos parecían toros embravecidos. En medio se había colocado el ex presidente de San Lázaro, el priista Jorge Carlos Ramírez Marín quien, como un referi de boxeo, evitaba que se tundieran a golpes.
Todo se había vuelto un San Quintín en el salón de sesiones.
Unos 50 diputados merodeaban a Morán y a Noroña. Empujones, jalones, gritos y más avivaron el sainete.
Fernández Noroña golpeaba al que se le acercara con su bocina, por la que se escuchaba cómo se refería a su adversario.
“Noroña, respeta”, le gritaron otros diputados. “Yo respeto, nomás que no puede ser. No he ofrecido a nadie”, juró el diputado del Partido del Trabajo (PT).
“Allí está, allí están las grabaciones. Tú ofreciste a tu asistente”, dijo el panista sin enseñar las pruebas, y quien había alegado que el accidente en el que se había visto involucrado ocurrió hace 15 años.
“No puede ser”, se escuchaba al fondo. Eran legisladores de todos los partidos que se llevaban las manos a la cabeza porque no creían lo que estaban viendo y escuchando.
Parecía cualquier lugar de un barrio, menos la Cámara de Diputados.
“Respetando el recinto”, exigió Ramírez Marín en medio de la bola y cuidando que los del pleito no se hicieran daño físico.
“Yo respeto el recinto”, dijo el panista. “Diriman las cuestiones personales”, insistía Ramírez Marín metido en su papel de ampáyer.
“¡Respeta a las damas!”, gritó Fernández Noroña a través de su propio micrófono y sin soltar su bocina entre aquella cámara húngara.
“Eres un cobarde y mentiroso”, agregó el panista.
A Ojeda, la asistente de Noroña, lo más que le habían dicho es la “diputada 501”, porque es la única colaboradora de un legislador que ocupa curul durante las sesiones, pero jamás la habían ofendido de esa manera.
La diputada panista Rosi Orozco ofreció disculpas en nombre de su bancada.

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