12 noviembre, 2011

Argentina: Ya está (no es el aviso de un digestivo, aunque haga falta) – por Malú Kikuchi


¡Un día para recordar, lo que no hicimos y lo que hicimos mal!
Como era previsible, ganó Cristina Fernández las elecciones presidenciales.  Al terminar su 1° mandato el 10/12/11, reasumirá hasta el 10/12/15. ¡Cuatro años más! ¡1498 días más! Contando la presidencia de Kirchner, serán 12 años en el poder, siempre avalados por el voto popular.
Decía Mitre que “cuando todo el mundo se equivoca, todo el mundo tiene razón”. Frase políticamente correcta, y eso que la expresión no existía en esa época. Pero el hecho de ser más, no quiere decir que tengan razón. Tienen derecho y deben gobernar, porque son más, pero ello no implica que sean dueños de la verdad. La razón no depende del número.
Y esta minoría dividida, fragmentada, dispersa, este porcentaje de opositores que no votamos al FPV, que de acuerdo a lo ya vivido seremos tratados como enemigos y no como adversarios políticos que pensamos distinto, en estos próximos 4 años, ¿qué vamos a hacer?


Podemos ser masoquistas y recordar la larga lista de horrores perpetrados desde el 2003 hasta hoy, en temas tales como  corrupción,  aumento de la droga, inseguridad, DDHH ¡tan izquierdos!, falta de instituciones, culto a la personalidad,  subsidios,  clientelismo, frivolidad,  uso y abuso de innecesarios y nada urgentes DNU, y se podría seguir contando, pero no tiene sentido. Para la mayoría no lo tiene y al voto masivo me remito. La gente está, o cree estar mejor,  y eso le basta. Lo demás es accesorio.
Y está bien que así sea, no tienen porque intelectualizar el voto, ni priorizar la Constitución Nacional por encima de sus intereses inmediatos. Ese es un privilegio de personas con casa, comida, educación y salud garantizadas, algo que desgraciadamente, no todos los argentinos tienen.
Y es evidente que no hemos podido, ni sabido y quizás, hasta no hemos querido lo suficiente, explicar las bondades del modelo del respeto a las libertades individuales, a las leyes,  a  las instituciones y al pensamiento del otro, sea este el que fuere. No lo hemos hecho y  ahora, a llorar a la llorería.
Antes que nada, no hay que esperar que el gobierno cambie. Ya lo conocemos. Puede que “profundice el modelo”, sería lo lógico, hasta ahora le fue muy bien con este sistema. Si China, India y Brasil tienen problemas en sus economías, repercutirá en la nuestra y esperemos que no suceda. Y si la presidente hace realmente (no en el relato) un buen gobierno, Argentina podrá ser, en serio, un país en serio, del que podamos estar orgullosos. ¡Ojalá!
Por ahora, a los que no votamos a Cristina, nos quedan 2 caminos posibles ante estos próximos 4 años: uno es encerrarse y tratar de vivir en una burbuja, ajena al quehacer del país, y el otro es tomarnos el tema en serio y salir a vender valores, sin ponerles precio.
En “La historia de la decadencia y caída del Imperio Romano” de Edward Gibbon (6 tomos entre 1776 y 1789, vale la pena leerlos), queda claro que los ciudadanos romanos, convencidos que ante la corrupción moral de sus sucesivos gobiernos, el clientelismo del “pan y circo” y los muchos vicios de fondo y forma, decidieron que era inútil luchar para revertir la situación, que esta no tenía retorno.
Se reunieron entre los que pensaban y vivían de modo parecido, y en grupos amigables disfrutaron de la buena comida y de la música, la poesía, la filosofía, el arte. Y mientras trataban de olvidar  abstrayéndose del mundo exterior que se derrumbaba, ocurrió la profecía auto cumplida: el imperio cayó. Llegaron las invasiones bárbaras. Ese es un camino muy cómodo y atractivo … mientras dure.
El otro camino posible es duro, difícil, incómodo y ríspido y el éxito no está asegurado. Intentar convencer a los multiplicados opositores que no sabemos a qué partidos pertenecen  (a veces ni ellos lo saben), que se bajen de sus egos y piensen en nación.
No implica que unifiquen el pensamiento, la uniformidad empobrece y la diversidad enriquece cuando se habla, se discute y se intercambian ideas; pero no es razonable que personas que supuestamente dicen defender la Constitución Nacional, no puedan ponerse de acuerdo sobre los principios del preámbulo. Que formen un frente común, con candidatos que tengan proyectos claros y los den a conocer y partidos que los sustenten.
Que cada uno de nosotros salga a militar y se proponga convencer cada día a una persona, que a su vez se comprometa a convencer a otra persona, que vivir dentro de la ley es bueno,  mejora nuestra calidad de vida.
Denunciar lo que sepamos sobre la droga, los ilícitos, las grandes o pequeñas deshonestidades que vemos a nuestro alrededor, predicar y practicar la transparencia en todos nuestros actos y exigirlo en  los demás. Ser ciudadanos responsables.
Si no nos toman las denuncias, insistir hasta que lo hagan. En tiempo de comunicaciones tecnológicas, presionar a nuestros representantes, para  que nos representen en serio, para eso los votamos.  Interesarnos en el trabajo del congreso y en los proyectos de leyes que proponen y que  votan.
No basta con comentar entre nosotros todo lo que no nos gusta del gobierno, hay  más gente a la que le gusta lo que hace este gobierno. No basta, hay que pelearla de verdad. ¿Qué es muy cansador? Si. Lo es. ¿Qué no vale la pena?  Si, lo vale.  Es la herencia que vamos a dejar. ¿Qué no se siente capaz? Lo entiendo.  Pero recuerde las invasiones bárbaras y los 500 años de oscurantismo medieval que le siguieron.
Personalmente, todavía no sé qué voy a hacer. ¿Viviré como turista en mi propio país, o seguiré trabajando con la sensación de arar en el mar, militando  en defensa de mis principios? Estoy muy cansada y de verdad,  no lo sé.  Usted, ¿qué va a hacer?

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