17 noviembre, 2011

“Centroamérica está perdiendo la batalla contra el narcotráfico”

La presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla.

Laura Chinchilla preside un país sin Ejército desde 1948 y que siempre fue una isla de prosperidad en medio de una región convulsa. Costa Rica, sin embargo, se ve hoy afectada por la creciente actividad del narcotráfico, que ha tomado Centroamérica como puente en la ruta de la droga desde Sudamérica a Estados Unidos y Europa. Chinchilla es contundente: “Los centroamericanos estamos perdiendo la batalla contra el narcotráfico”. La guerra contra los traficantes, asegura a EL PAÍS, no se ganará solo con los aparatos militares. De 52 años, casada con el español José María Rico, un especialista en seguridad internacional, la primera mujer presidenta de Costa Rica —asumió en mayo de 2010 y gobernará cuatro años—, cree que la inversión en educación es prioritaria para el desarrollo de Latinoamérica y para frenar al populismo.


Pregunta. ¿En qué punto está la lucha contra el narcotráfico en Centroamérica?
Respuesta. La batalla la hemos venido ganando de manera parcial, enfrentando al narcotráfico como problema de nación o región. Pero hasta que no nos decidamos a un abordaje más global e integral, no lo vamos a derrotar. Si pregunta a un colombiano, le dirá que “la estamos ganando”. Un mexicano le dirá: “la estamos perdiendo”. Y si nos pregunta a los centroamericanos, la estamos perdiendo porque si bien celebramos los grandes triunfos de Colombia, solo significa que el narcotráfico se desplazó. Y posiblemente el día de mañana México será exitoso y el narcotráfico se desplazará a otro país de este continente o a otro continente.
P. ¿En qué se está fallando?
R. El gran problema sigue siendo el no elevar esta batalla al ámbito global, que se convierta en prioridad de organismos multilaterales: así como se hizo con el terrorismo, que lo hagamos con el narcotráfico y revisemos en profundidad las políticas, muchas de ellas fracasadas.
P. ¿Cómo hace Costa Rica para combatir al narcotráfico sin Ejército?
R. América Latina es el mejor ejemplo de que muchas veces el Ejército, lejos de constituir un factor de protección, ha amenazado la estabilidad de las naciones. Costa Rica logró sortear momentos complejos de la historia latinoamericana precisamente porque no tenía Ejército. Eso nos obligó a dirimir los conflictos de manera pacífica e invertir en escuelas y hospitales en vez de en cuarteles y soldados. Esta fuerte arremetida del crimen organizado va a encontrar de nuevo a una Costa Rica apostando por mecanismos en los que no solamente están los Ejércitos para enfrentarlo.
P. Pero el resto de Centroamérica ha apostado por la fuerza militar.
R. Centroamérica lo ha enfrentado, desde hace unos 15 años, con políticas de mano dura, asociadas a la incorporación del Ejército en materia de seguridad ciudadana, y esos países están cada vez peor. ¿Cuál es la conclusión a la que uno tendría derecho a llegar? No es un asunto que vamos a ganar mediante el uso exclusivo de la fuerza. Hay que ganarlo con inteligencia, con información y prevención, y esa es la apuesta que está haciendo Costa Rica.
P. ¿Debe EE UU aportar más recursos para esta batalla?
R. Estados Unidos tiene la obligación de atender con más fuerza las demandas financieras. Pero no es solo desafío financiero: es la concepción de la lucha. La mayoría de esfuerzos de interdicción han estado controlados por una doctrina inspirada en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, que pone su acento en la contención de los flujos ilegales [de drogas] del Sur al Norte, la droga ilícita que entra al mercado norteamericano. Pero cuando vemos cómo se fabrica esta droga, allí están los reactivos que vienen del Norte al Sur. La droga se canjea por armas de fuego que vienen del Norte al Sur. No solo es sumar más recursos, sino cómo enfrentamos el problema.
P. En América Latina hay una pugna entre el socialismo del siglo XXI, que promueven Chávez y los hermanos Castro, y un capitalismo en crisis desde el siglo XX. ¿Cómo analiza este enfrentamiento ideológico continental?
R. Esto es mucho más complejo en América Latina, donde subsisten esquemas feudales en materia laboral o equidad social. América Latina está en un momento importante de su desarrollo económico y crece a tasas como hace años no veía. Pero si no lo aprovecha para enfrentar con vigor sus grandes males, la equidad social pendiente y el populismo ligado a la corrupción, se van a desperdiciar los periodos de bonanza. Sea socialismo, capitalismo, neoliberalismo, neosocialismo, lo que se impone es desenmascarar esas profundas contradicciones de nuestros modelos de desarrollo y proponer soluciones.
P. Hay demandas de mayor democracia en Venezuela, Nicaragua y otros países latinoamericanos. ¿Qué piensa del futuro democrático de América Latina?
R. Hay un resurgimiento del caudillismo encubierto por procesos propios de la democracia liberal. Sigue habiendo rasgos de autoritarismoy de populismo que no se van a combatir solo con procesos de reforma a las constituciones o yendo a las urnas cada cuatro o cinco años. Hasta que América Latina no se decida a invertir de lleno en educación, elevar el nivel educativo y formativo y cultural de sus pueblos, va a seguir siendo víctima del caudillismo y del populismo.
P. Su Gobierno se abstuvo de felicitar al presidente nicaragüense, Daniel Ortega, por su reelección. Costa Rica mantiene con su vecino un litigio fronterizo que se dirime en la Corte Internacional de Justicia en La Haya. ¿Es optimista sobre las relaciones con Nicaragua?
R. Saludamos al pueblo nicaragüense porque fue a las urnas con gran ilusión. Sin embargo, tengo que decirlo con toda franqueza, no somos muy optimistas frente a los resultados, que respetamos por supuesto, pero no en lo que respecta a las relaciones con Costa Rica. A pesar de que [la Corte] ordenó a Nicaragua desalojar la porción del territorio costarricense, se han seguido dando violaciones. ¿Por qué se va a respetar en el futuro? Costa Rica no es un país que busque conflictos. No tenemos cómo defendernos si no es a través del derecho internacional. Yo quisiera ser optimista, pero en estos momentos no puedo decir que lo soy.

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