Los ejércitos y la seguridad nacional de Estados Unidos están al borde del abismo. Esta semana, un “supercomité” del Congreso tenía que desarrollar un plan para reducir el déficit federal en más de $1.2 billones durante los próximos 10 años. No promulgar el plan para el día 15 de enero de 2012 resultará en un recorte automático del gasto militar — un escenario que el secretario de Defensa Leon Panetta describe como “devastador”.
La capacidad del supercomité para tener éxito presenta serias dudas cuando hay informes de estar en punto muerto y se habla de fracaso en los titulares de los periódicos de esta mañana. Mientras tanto, los candidatos republicanos a la presidencia se preparan para subirse al escenario mañana por la noche en el Constitution Hall de la ciudad de Washington DC y debatir sobre política exterior y seguridad nacional – un evento auspiciado por la Fundación Heritage y el American Enterprise Institute. Ahora que el futuro de la seguridad nacional de Estados Unidos está en juego, la cuestión de qué candidato presidencial protegería mejor a la nación es más importante que nunca.
Panetta, en cartas enviadas la pasada semana a los senadores John McCain (R-AZ) y Lindsey Graham (R-SC), detallaba el peligro de ulteriores reducciones de la defensa si el supercomité fracasa en alcanzar su objetivo. Panetta dijo que bajo el peor caso posible de los contemplados, “el recorte total llegaría hasta aproximadamente $1 billón comparado con el plan para el año fiscal 2012”, que en términos prácticos representará “el número más chico de fuerzas terrestres desde 1940, el menor número de buques desde 1915 y la fuerza aérea más reducida de su historia”.
Aún más, como explicó Panetta, el Pentágono se enfrentaría a la perspectiva de cancelar: el programa del F-35 Joint Strike Fighter; el buque de combate litoral; todos los vehículos terrestres de combate y los programas de modernización de helicópteros; la defensa antimisiles europea; todos los sistemas de inteligencia con vehículos no tripulados, vigilancia electrónica y de reconocimiento por satélites. Podría también verse forzado a retrasar el submarino de misiles balísticos de nueva generación; cancelar las iniciativas para bombarderos de nueva generación; y eliminar por entero la parte de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) de la tríada nuclear de Estados Unidos.
Y en medio de estas potenciales reducciones de las fuerzas de Estados Unidos, escribió Panetta que “desafortunadamente, aunque se están imponiendo grandes recortes, las amenazas a la seguridad nacional no se reducen. Como resultado, tendríamos que formular una nueva estrategia de seguridad que aceptase el sustancial riesgo de no cubrir nuestras necesidades de defensa”. Es una tragedia, pero las fuerzas militares de Estados Unidos están siendo amenazadas a pesar de que la defensa nacional es la labor prioritaria del gobierno nacional, como dispone la Constitución de Estados Unidos. El Proyecto Defendiendo la Defensa expone tres hechos clave sobre el gasto militar de hoy que los candidatos republicanos a la presidencia deberían tener en mente en su búsqueda de la Casa Blanca.
Primero, el principal causante de la creciente deuda y el déficit de Estados Unidos es el gasto doméstico —especialmente, los derechos a beneficios— y no el gasto de defensa. El gasto en los programas domésticos obligatorios y discrecionales ha experimentado un crecimiento casi exponencial desde los años 70, en contraste con el gasto en defensa nacional que ha permanecido comparativamente estable.
Segundo, el gasto en defensa se ha visto sujeto a varias rondas de reducciones con el presidente Obama, sufriendo unos recortes que suman a largo plazo aproximadamente $850,000 millones. Mackenzie Eaglen, de Heritage, desmonta el mito de que el ejército no haya sufrido aún recortes:
Utilizando las matemáticas de Washington, algunos dicen que no ha habido recortes en defensa. Pero el presidente Obama empezó a eliminar planes y prioridades militares desde que llegó al cargo. Su primer presupuesto de defensa canceló o retrasó unos 50 programas importantes de equipos, incluyendo naves, defensa antimisiles, aeronaves de carga y de combate así como vehículos terrestres por más de $300,000 millones. Luego, entre bambalinas, la Casa Blanca quitó otros $78,000 al presupuesto militar el pasado invierno.
Eaglen explica que Obama se quedó tan complacido con los recortes de defensa que prometió repetir quitando otros $400,000 millones a los militares. Si el Congreso fracasa en su plan de convertir en ley la propuesta para la reducción masiva del déficit como se le exige, entonces se recortará de nuevo la defensa a largo plazo — esta vez por hasta $500,000 millones.
¿El tercer hecho clave? Para mantener su liderazgo global, Estados Unidos debe realizar inversiones en defensa acordes con su seguridad nacional e intereses internacionales. Jim Talent, de Heritage, explica por qué llevar el manto de líder es tan importante:
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el poder americano ha sido el principal disuasor de la agresión: El escudo bajo el cual las herramientas de la diplomacia, el comercio y el acercamiento han resultado en un avance sin precedentes para la libertad y la democracia. Pero el escudo está resquebrajándose. La influencia global de Estados Unidos esta siendo probada y replegada y ni siquiera el territorio nacional está libre de verse atacado.
Estados Unidos continúa enfrentándose a amenazas internas y externas, pero el gasto militar reducido minaría la capacidad de Estados Unidos para hacerle frente a esos desafíos. La deuda y el gasto desenfrenado de Estados Unidos son serios problemas que necesitan abordarse, no obstante desbaratar las fuerzas militares —que ya han sufrido recortes— no es la forma de hacerlo
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