La respuesta es bien simple: Porque gastamos tanto.
El presidente Obama ha tratado de echar la culpa de la crisis del déficit de Estados Unidos a los políticos en general, afirmando que “ninguna de las partes está libre de culpa por las decisiones que llevaron a este problema”. Para ser justos, aquí todo mundo ha gastado a manos llenas, demócratas y republicanos. Pero el presidente Obama no está libre de culpa tampoco. El curso fiscal que Obama ha impuesto llevará a más gasto y más déficit y, finalmente, a impuestos mucho más altos.
¿Y en qué gastamos tanto? Como muestra el Gráfico de la semana, la verdadera causa de nuestro déficit actual está mayormente en el gasto para pagar los derechos a beneficios. Es cierto que el presidente Obama ha heredado estos programas. Pero ¿qué ha hecho él para solucionar nuestra crisis? ¿Ha propuesto las medidas correctivas? No, lamentablemente su actuación sólo ha exacerbado más el gran problema, no sólo con su populismo agitador, sino también a través de su “reforma” de salud, la conocida como Obamacare.
El gasto de Estados Unidos va por una ruta insostenible. Y aunque no estamos tan mal como Europa, nuestra proa está enfilada hacia ese mismo rumbo. Hará falta políticos muy valientes –que los hay– para salir de este terrible atolladero. Aunque el Supercomité haya fracasado en su cometido, la deuda sigue allí y, como afirma el vicepresidente de la Fundación Heritage David S. Addington, “el Congreso deberá actuar para poner el gasto federal bajo control, de una manera ponderada e inteligente, que cubra las necesidades del pueblo americano”. Es urgente.
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