El decano
Juan Velarde
Eso del capitalismo ¡molesta tanto a Karl Polanyi! Me asombra que los “indignados” del 15-M no lo hayan nombrado todavía su santo patrón.
De pronto surgen curiosos ataques a los actuales mercados financieros. Uno de ellos procede de un historiador socialista, Karl Polanyi, quien publicó en un libro, La gran transformación, que pretendía demostrar que el libre mercado cada vez más amplio era el causante de la Gran Depresión de 1929 y, como consecuencia, del fascismo. Pero Polanyi, en su obra siguiente, La subsistencia del hombre, se va a las sociedades primitivas de la civilización del Neolítico, y considera que lo que existía era el intercambio comercial que se hacía dentro de lo que llama "la incrustación", esto es, un tráfico entre necesidades en el interior de grupos sociales muy concretos. Todo ello, alejado del mercado libre. No se trata de negar que eso existiese. Si se consulta el libro de Jérôme Maucourant, Avez-vous lu Polanyi? (Flammarion), parece evidente que este fenómeno existía. Admitámoslo en sus zonas de investigación, el África y el Valle del Nilo, con excursiones al mundo hitita, como muestra una fotografía que para avalar la postura de Polanyi, publica Philippe Chevallier, en su artículo "L’utopie du marché", en L’Express de 9/15 noviembre 2011. Pero veamos lo que eso origina.
Inmediatamente surge una especie de freno monstruoso a la actividad económica. Recordemos las peripecias de una persona que deseaba en ese paisaje caro a Polanyi adquirir una barca en África, antes de que llegase la Revolución Industrial, en un ejemplo que Fuentes Quintana y yo recogimos en nuestra Política Económica (Doncel, 1959), de un libro de un aventurero auténtico: "El agente de Syde deseaba que se le pagase en marfil, lo que yo no tenía. Supe que Mohamed Ibs Salib poseía marfil y deseaba tejidos. Pero como no tenía de estos últimos, la noticia no me sirvió de gran cosa, hasta que me enteré que Mohamed Ibs Gharib poseía tejidos y necesitaba alumbre. Afortunadamente disponía de esto último. Entregué a Ibn Gharib la cantidad de alumbre convenida, el cual dio a Ibn Salib los tejidos y este último entregó al agente de Syde el anhelado marfil. Entonces pude tener la barca".
El hecho indudable –véanse las series de Angus Maddison– de que todo –así, todo– el planeta, haya mejorado notablemente en sus niveles de vida, se debe al papel del dinero, cada vez más homogeneizado y fácilmente intercambiable, con el acicate del beneficio. Esto se debe a ese aumento de las facilidades del comercio amplio y libre. Sin eso, la Revolución Industrial y el afianzamiento del capitalismo no hubieran existido. Pero, claro es, eso del capitalismo, ¡molesta tanto a Karl Polanyi! Me asombra que los "indignados" del 15-M no lo hayan nombrado todavía su santo patrón.
Inmediatamente surge una especie de freno monstruoso a la actividad económica. Recordemos las peripecias de una persona que deseaba en ese paisaje caro a Polanyi adquirir una barca en África, antes de que llegase la Revolución Industrial, en un ejemplo que Fuentes Quintana y yo recogimos en nuestra Política Económica (Doncel, 1959), de un libro de un aventurero auténtico: "El agente de Syde deseaba que se le pagase en marfil, lo que yo no tenía. Supe que Mohamed Ibs Salib poseía marfil y deseaba tejidos. Pero como no tenía de estos últimos, la noticia no me sirvió de gran cosa, hasta que me enteré que Mohamed Ibs Gharib poseía tejidos y necesitaba alumbre. Afortunadamente disponía de esto último. Entregué a Ibn Gharib la cantidad de alumbre convenida, el cual dio a Ibn Salib los tejidos y este último entregó al agente de Syde el anhelado marfil. Entonces pude tener la barca".
El hecho indudable –véanse las series de Angus Maddison– de que todo –así, todo– el planeta, haya mejorado notablemente en sus niveles de vida, se debe al papel del dinero, cada vez más homogeneizado y fácilmente intercambiable, con el acicate del beneficio. Esto se debe a ese aumento de las facilidades del comercio amplio y libre. Sin eso, la Revolución Industrial y el afianzamiento del capitalismo no hubieran existido. Pero, claro es, eso del capitalismo, ¡molesta tanto a Karl Polanyi! Me asombra que los "indignados" del 15-M no lo hayan nombrado todavía su santo patrón.
Juan Verlarde es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid
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