Varias personas observan la escena de un crimen en Ciudad Guatemala, a principios de noviembre. El país centroamericano tiene un índice de asesinatos de 45 por cada 100,000 habitantes, según un informe del Banco Mundial.
José Miguel Insulza
A pesar de que los encabezados de los diarios de todo el mundo no hacen más que hablar de la incertidumbre económica, las naciones del continente americano enfrentan otros retos profundos que merecen atención inmediata. Los altos niveles de inseguridad plantean un mayor riesgo para las democracias, los derechos humanos y el desarrollo económico y social de muchos de nuestros países. Todas las encuestas apuntan a que la inseguridad es la mayor preocupación de los ciudadanos.
Las organizaciones delictivas ya no respetan fronteras. Cada día que pasa, los actos ilícitos que cometen son más numerosos: contrabando de drogas y armas, lavado de activos, trata de personas, corrupción y secuestro. Se estima que las organizaciones delictivas tienen emisarios en más de 230 ciudades de Estados Unidos. No hace mucho, las autoridades federales y estatales de este país levantaron cargos formales de narcotráfico contra más de 45 personas –la mayor parte de ellos ciudadanos estadounidenses– sospechosas de ser miembros de carteles de la droga que operan en varias ciudades de Arizona.
El continente americano se ve azotado por violentos asesinatos, la mayoría de ellos vinculados a la delincuencia organizada y a las riñas entre pandillas. En 2010 más de 130,000 personas fueron asesinadas en la región, lo cual equivale a casi un homicidio cada tres minutos. Y un gran número de estos homicidios son cometidos con armas de fuego.
Esta crisis plantea una amenaza directa al crecimiento y la estabilidad a largo plazo de todos los países del continente. En las naciones donde la democracia apenas está floreciendo y aún es vulnerable, y donde todavía son altos los índices de inequidad y pobreza, las organizaciones delictivas amenazan con aumentar su control social y su influencia política. Todo esto ocasiona una mayor presión para los sistemas políticos y para el tejido social y económico de muchos países de la región.
La violencia ligada a estas organizaciones delictivas transnacionales nos recuerda que es fundamental adoptar una estrategia multilateral para hacer frente a este complejo y dinámico problema. La delincuencia se mofa de las fronteras, de los derechos humanos, de la soberanía y obviamente del Estado de derecho en su búsqueda por ganancias ilícitas. La maraña de grupos delictivos, sus emisarios y sus actividades, en mayor o menor grado, se extienden por todos los países del Hemisferio. Por ello, las soluciones de política internas por sí solas no serán suficientes para enfrentar estos retos, como tampoco serán suficientes los compromisos básicos entre países para revertir los daños. Se requiere, por tanto, una red internacional de colaboración y coordinación en muchos frentes.
Ante este fenómeno, la Organización de los Estados Americanos (OEA) está ayudando a los gobiernos y a los funcionarios encargados de la aplicación de las leyes en todo el continente, a reunirse para debatir estrategias y explorar metodologías para combatir este problema. En su papel como organización regional líder, la OEA coordina los foros políticos y técnicos más importantes sobre seguridad. A menudo, la Organización facilita foros y diálogos que permitirán a las máximas autoridades de seguridad y de aplicación de las leyes, identificar las causas de la delincuencia y la violencia, generar consensos y coordinar acciones en su contra.
No obstante todo lo anterior, es preciso realizar mayores esfuerzos. Los ciudadanos de todos los países del continente quieren que sus líderes elegidos y los funcionarios de seguridad pública realicen acciones más eficaces. Los países de la región han empezado a manifestar su deseo de trabajar con urgencia y energía en iniciativas encaminadas a combatir la delincuencia organizada y mejorar la seguridad para los ciudadanos. Con el objetivo de concentrar sus esfuerzos en reducir la delincuencia, la violencia y la inseguridad en las Américas, la OEA convocó el 17 de este mes, en Trinidad y Tobago, a funcionarios de sus 34 Estados miembros para la Tercera Reunión de Ministros en Materia de Seguridad Pública de las Américas.
En dicha reunión ministerial los representantes de gobiernos centrarán su atención en encontrar formas para mejorar la policía, promoviendo la modernización de los cuerpos de policía, añadiendo transparencia y sentido de responsabilidad y profesionalizando a las fuerzas de seguridad al tiempo que buscarán mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. Además, se presentarán detalles sobre las estrategias actuales para dar capacitación a los expertos en seguridad pública y buscar apoyo para estudiar las mejores formas de fortalecer su formación y capacitación.
Los países de las Américas deben en última instancia buscar la forma más efectiva de hacer frente a este creciente problema; y será crucial unir esfuerzos para elaborar una estrategia coordinada y una metodología operacional para consolidar la lucha y prevención de la delincuencia, la violencia y la inseguridad.
Secretario General de la Organización de los Estados Americanos.
Las organizaciones delictivas ya no respetan fronteras. Cada día que pasa, los actos ilícitos que cometen son más numerosos: contrabando de drogas y armas, lavado de activos, trata de personas, corrupción y secuestro. Se estima que las organizaciones delictivas tienen emisarios en más de 230 ciudades de Estados Unidos. No hace mucho, las autoridades federales y estatales de este país levantaron cargos formales de narcotráfico contra más de 45 personas –la mayor parte de ellos ciudadanos estadounidenses– sospechosas de ser miembros de carteles de la droga que operan en varias ciudades de Arizona.
El continente americano se ve azotado por violentos asesinatos, la mayoría de ellos vinculados a la delincuencia organizada y a las riñas entre pandillas. En 2010 más de 130,000 personas fueron asesinadas en la región, lo cual equivale a casi un homicidio cada tres minutos. Y un gran número de estos homicidios son cometidos con armas de fuego.
Esta crisis plantea una amenaza directa al crecimiento y la estabilidad a largo plazo de todos los países del continente. En las naciones donde la democracia apenas está floreciendo y aún es vulnerable, y donde todavía son altos los índices de inequidad y pobreza, las organizaciones delictivas amenazan con aumentar su control social y su influencia política. Todo esto ocasiona una mayor presión para los sistemas políticos y para el tejido social y económico de muchos países de la región.
La violencia ligada a estas organizaciones delictivas transnacionales nos recuerda que es fundamental adoptar una estrategia multilateral para hacer frente a este complejo y dinámico problema. La delincuencia se mofa de las fronteras, de los derechos humanos, de la soberanía y obviamente del Estado de derecho en su búsqueda por ganancias ilícitas. La maraña de grupos delictivos, sus emisarios y sus actividades, en mayor o menor grado, se extienden por todos los países del Hemisferio. Por ello, las soluciones de política internas por sí solas no serán suficientes para enfrentar estos retos, como tampoco serán suficientes los compromisos básicos entre países para revertir los daños. Se requiere, por tanto, una red internacional de colaboración y coordinación en muchos frentes.
Ante este fenómeno, la Organización de los Estados Americanos (OEA) está ayudando a los gobiernos y a los funcionarios encargados de la aplicación de las leyes en todo el continente, a reunirse para debatir estrategias y explorar metodologías para combatir este problema. En su papel como organización regional líder, la OEA coordina los foros políticos y técnicos más importantes sobre seguridad. A menudo, la Organización facilita foros y diálogos que permitirán a las máximas autoridades de seguridad y de aplicación de las leyes, identificar las causas de la delincuencia y la violencia, generar consensos y coordinar acciones en su contra.
No obstante todo lo anterior, es preciso realizar mayores esfuerzos. Los ciudadanos de todos los países del continente quieren que sus líderes elegidos y los funcionarios de seguridad pública realicen acciones más eficaces. Los países de la región han empezado a manifestar su deseo de trabajar con urgencia y energía en iniciativas encaminadas a combatir la delincuencia organizada y mejorar la seguridad para los ciudadanos. Con el objetivo de concentrar sus esfuerzos en reducir la delincuencia, la violencia y la inseguridad en las Américas, la OEA convocó el 17 de este mes, en Trinidad y Tobago, a funcionarios de sus 34 Estados miembros para la Tercera Reunión de Ministros en Materia de Seguridad Pública de las Américas.
En dicha reunión ministerial los representantes de gobiernos centrarán su atención en encontrar formas para mejorar la policía, promoviendo la modernización de los cuerpos de policía, añadiendo transparencia y sentido de responsabilidad y profesionalizando a las fuerzas de seguridad al tiempo que buscarán mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. Además, se presentarán detalles sobre las estrategias actuales para dar capacitación a los expertos en seguridad pública y buscar apoyo para estudiar las mejores formas de fortalecer su formación y capacitación.
Los países de las Américas deben en última instancia buscar la forma más efectiva de hacer frente a este creciente problema; y será crucial unir esfuerzos para elaborar una estrategia coordinada y una metodología operacional para consolidar la lucha y prevención de la delincuencia, la violencia y la inseguridad.
Secretario General de la Organización de los Estados Americanos.
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