Tras la salida del presidente Hosni Mubarak en febrero de este año, en Egipto se vivió un período de entusiasmo y emoción. Aquellos que habían manifestado a favor de su salida no dudaron en aplaudir a los militares que tomaron el control.
"El ejército y el pueblo están unidos", aclamaban. Los soldados recibieron dulces y flores, mientras los niños subían a sus tanques y posaban para fotografías.Ahora, meses después, muchos revolucionarios consideran que ese entusiasmo fue ingenuo y que las celebraciones fueron prematuras.
La manera en la que los militares han manejado el proceso de transición hacia un gobierno civil generó una ira que se fue acumulando y entró en erupción este fin de semana, dando lugar a enfrentamientos mortales en la plaza Tahrir de El Cairo.
"¿Por qué las fuerzas de seguridad atacan a la gente que defiende sus derechos? ¿Sólo quieren destruir?", se pregunta Amr Badr, miembro de la Hermandad Musulmana de jóvenes, que se unió al campamento de protesta el sábado.
"Cada vez que las fuerzas de seguridad avanzaban hacia la plaza, las empujábamos de vuelta", añade.
"El ejército y la policía mataron a un montón de gente. Estamos sufriendo mucho. Siguen disparando gases lacrimógenos para que nadie pueda respirar", agrega la activista, Amani Saleh, mientras se seca los ojos.
Ella insiste en que los manifestantes permanecerán en su lugar simbólico del corazón de la capital egipcia durante el tiempo que sea necesario.
"Queremos democracia. Nunca abandonaremos nuestro país. Nos quedaremos hasta que se vayan y podamos obtener nuestra libertad".
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"Ilegítimo"
Muchos de los manifestantes ven a los generales gobernantes como una extensión del régimen anterior."Queremos democracia. Nunca abandonaremos nuestro país. Nos quedaremos hasta que se vayan y podamos obtener nuestra libertad"
Amani Salah
"Tantawi fuera" e "ilegítimo" son algunas de las consignas utilizadas actualmente por los manifestantes.
Los recientes enfrentamientos comenzaron con una gran manifestación el pasado viernes dominada por los islamistas, quienes esperan obtener buenos resultados en las próximas elecciones parlamentarias.
Ellos aprovecharon para denunciar un supuesto intento del gabinete interino -apoyado por los militares- para establecer principios constitucionales que permitan al ejército conservar sus poderes luego de que ocurra la transición a un gobierno civil. Ello podría otorgarles un poder de veto sobre la nueva constitución y evitaría la revisión de su presupuesto.
Varios grupos políticos -como el Movimiento Juvenil 6 de abril- que ayudaron a impulsar la revolución de comienzos del año, se han unido a las protestas que ahora también se llevan a cabo las ciudades egipcias más importantes.
Los grupos de protesta ahora exigen que se realicen elecciones a más tardar el próximo mes de abril, debido a los rumores que sugieren que el calendario actual obligaría a que la elección presidencial se llevara a cabo a principios de 2013.
También existen demandas para que se cree un gobierno de salvación nacional que reemplace a Scaf y para que se realice una inmediata investigación sobre los últimos hechos de violencia.
"Es muy simple, necesitamos un plan claro para la transición de poder que debe incluir un calendario para las elecciones presidenciales. Lo hemos estado pidiendo desde el 11 de febrero", explica uno de los manifestantes, Tamer Abbas, quien trabaja como consultor de gestión.
"Necesitamos un gabinete de emergencia que resuelva esta situación. También necesitamos una disculpa".
Fuerzas invisibles
Algunos funcionarios responsabilizan a "fuerzas invisibles" por los problemas actuales y destacan que tienen el derecho de implementar medidas de seguridad en la plaza Tahrir y -en particular- en el Ministerio del Interior debido a los continuos intentos de ataques.
De acuerdo con Sameh Saif al Yazal, director del Instituto de Estudios de Seguridad Al Gomhoreya de Egipto, la mayoría de los egipcios sigue apoyando a los militares de manera silenciosa.
"Somos una nación de unos 85 millones de habitantes. Sólo unos pocos miles de personas están participando en estos tipos de agresión. La mayoría de la gente quiere que exista más respeto hacia el gobierno y las fuerzas policiales", dice.
Al Yazal hace hincapié en que los militares no están haciendo el trabajo que se les encomendó y que no están buscando un rol político.
"Esa información es absolutamente incorrecta. Yo garantizo que los militares y Scaf no tienen ninguna ambición de mantener el poder", dice. "Se han visto obligados a incursionar en la política. Pero después de este período, lo que más desean es volver a su trabajo normal y regresar a sus cuarteles".
Aunque las fuerzas armadas escojan permanecer detrás de bambalinas, conscientes de que su imagen pública está siendo manchada, queda claro que también enfrentan un dilema claro.
Una verdadera transición a la democracia, inevitablemente, significará ceder autoridad a un civil.
Desde la revolución de 1952 que derrocó a la monarquía, los cuatro presidentes de Egipto han sido militares. Ellos han permitido al ejército desarrollar los principales activos de negocios y de poder político, con muchos gobernadores de provincias y funcionarios públicos procedentes de sus filas.
Existe una contradicción esencial entre los propios intereses de las fuerzas armadas y el papel que se les pidió que asumieran como "garantes de la revolución".
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