Sufre dictador traidor…nadie escapa a los designios divinos
Confieso encontrarme en una disyuntiva moral y espiritual. Como hombre de Fe y de buen proceder, no debo alegrarme por el sufrimiento de los demás, ni mucho menos desearles la muerte bajo ninguna circunstancia. Mi apreciación parte desde el punto de vista meramente teórico-teológico-religioso, ya que en la práctica, se me hace muy difícil no alegrarme por el cáncer terminal de Chávez y todo lo que esa situación conlleva, representa y avizora.
Desde hace años vengo pregonando a través de mis artículos y en conversaciones privadas con amigos, familiares y todas aquellas personas con un interés genuino por Venezuela, que la salida nunca sería electoral y que en algún momento algo tendría que pasar. Siempre decía que el país no se merecía tanto dolor y desidia, aunque entendía que era un proceso evolutivo de grandes proporciones y que los tiempos de Dios eran perfectos.
Muchos asiduos lectores de mi columna, sobre todo las féminas recias y resteadas con las que he compartido e intercambiado opiniones a través de los últimos años, en su mayoría señoras que valen en oro lo que pesan y que siempre han estado meridianamente claras sobre la situación del país, me han señalado que mis apreciaciones han tenido un gran impacto en su día a día, ya que buena parte de mis análisis socio-políticos se han cumplido a cabalidad.
Haciendo memoria y releyendo varios de mis artículos de vieja y reciente data, he encontrado algunas columnas verdaderamente visionarias, sobre todo en lo que a la muerte y al castigo divino de Chávez y sus lugartenientes se refiere. Declaro no ser brujo, ni pitoniso, ni mucho menos consultar paleros y babalaos de proceder maldiciente, como hace el dictador moribundo y desahuciado casi a diario en su afán fallido por la perpetuidad eterna.
No los aburriré reproduciendo de nuevo esos artículos, solo utilizaré algunos párrafos y colocaré el enlace de la columna para los que deseen releer de nuevo.
Columna escrita en octubre del 2010, titulada: “Chávez se enfrenta a su propia Mortalidad”
“En la historia de la humanidad hemos observado personajes que han llegado a acumular poderes impensables, territorios vastos y riquezas incalculables. Muchos de ellos han tratado de encontrar la fuente de la juventud, pociones mágicas, el Santo Grial y hasta han incursionado en el mundo de lo esotérico, pactando con el mas allá en su afán de alcanzar la inmortalidad.
Ni reyes, ni emperadores, ni dictadores, ni presidentes vitalicios, ni multimillonarios, ni santos; han logrado vencer el decreto final: somos mortales y estamos destinados a convertirnos en polvo.
Dicen los ancianos que la muerte llama a la muerte y que a los muertos hay que dejarlos descansar en paz. Irrespetar los restos sagrados de los fallecidos, como hizo Chávez con los despojos mortales de Bolívar y su hermana, es deplorable. Asimismo, jugar con la muerte haciendo pactos oscuros con las fuerzas del más allá a través de paleros y santeros, ha de ser contraproducente; especialmente en un país donde más del 90% de la población es católica.
De igual manera, creo que la sistemática invocación a la muerte por medio del lema: Patria, Socialismo, o MUERTE, le pasará factura más temprano que tarde a nuestro perturbado caudillo. La ley de la atracción es inviolable y proyectamos lo que queremos, su discurso se basa en la muerte, el odio y la destrucción, en algún momento recogerá lo cosechado. El poder de la palabra es infinito y sus repercusiones muchas veces inmediatas”
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