América Latina en el 2012
Por Andrés Oppenheimer
Un centro de estudios económicos de las
Naciones Unidas que ha sido muy entusiasta con respecto a Latinoamérica
durante los últimos años acaba de sacar un pronóstico algo menos
optimista sobre las economías de la región en el 2012. Tal como hemos
venido advirtiendo en esta columna, la fiesta se está terminando.
Según un nuevo estudio de la Comisión
Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas,
la economía de la región creció un 4.3 por ciento en el 2011, y crecerá
un 3.7 por ciento en el 2012. No está mal, pero tampoco es nada para
festejar.
En su informe Panorama Preliminar para el 2012, dado a conocer el miércoles, la CEPAL hizo los siguientes pronósticos:
• El PIB (Producto interno bruto) de Argentina, que creció un 9 por ciento este año, crecerá un 4.8 por ciento en el 2012.
• La economía de Brasil, que creció un 2.9 por ciento este año, crecerá un 3.5 por ciento en el 2012.
• La economía de Chile creció un 6.3 por ciento este año, y crecerá un 4.2 por ciento en el 2012.
• La economía de Colombia creció un 5.5 por ciento este año, y crecerá un 4.5 por ciento en el 2012.
• La economía de Cuba creció un 2.5 por ciento este año, y crecerá en igual porcentaje en el 2012.
• La economía de Ecuador creció un 8 por ciento este año, y crecerá un 5 por ciento en el 2012.
• La economía de México creció un 4 por ciento este año, y crecerá un 3.3 por ciento en el 2012.
• La economía de Panamá creció un 10.5 por ciento este año, y crecerá un 6.5 por ciento en el 2012.
• La economía de Perú creció un 7 por ciento este año, y crecerá un 5 por ciento en el 2012.
• La economía de Venezuela creció un 4.2 por ciento este año, y crecerá un 3 por ciento en el 2012.
Según el informe, el crecimiento
económico de Latinoamérica podría ser aún más lento de lo que reflejan
estas cifras si empeora la crisis financiera de Europa.
La nueva estimación de la CEPAL
contrasta agudamente con las afirmaciones de varios presidentes
latinoamericanos que durante los últimos meses aseveraron que sus países
estaban “blindados” contra los efectos de la crisis de Estados Unidos y
Europa.
Los altos precios internacionales de las
materias primas, estimulados por las crecientes compras de China e
India, habían creado un sentimiento triunfalista en varias capitales de
Sudamérica. Hasta Standard & Poor’s, la empresa calificadora de
riesgos, se hizo eco de ese optimismo en su webcast de principios de año
que sugería que el 2011 podría marcar “el amanecer de la década
latinoamericana”.
Mi opinión: Las
proyecciones de la CEPAL para el crecimiento económico de la región el
año próximo no deberían causar alarma. Las economías de la región,
aunque están empezando a perder impulso, seguirán creciendo con índices
mayores a los del mundo industrializado.
Lo que resulta mucho más preocupante, y
frustrante, es que — con unas pocas excepciones como Chile, y en cierto
grado, Brasil — casi todos los países sudamericanos han estado
dilapidando la bonanza producida por los altos precios de sus
exportaciones de materias primas.
En lugar de seguir con su fiesta
consumista, que produce pan para hoy y hambre para mañana, deberían usar
sus ingresos extraordinarios para elevar sus desastrosos estándares
educativos y hacerse más competitivos en la economía global.
Estamos viviendo en la era de la
economía del conocimiento, en la que países como Singapur —que no tienen
recursos naturales— tienen un ingreso per cápita mucho más alto que los
países ricos en materias primas, gracias a su obsesión por elevar los
estándares educativos.
Y según casi todas las mediciones
—incluyendo los tests estandarizados internacionales PISA para
estudiantes de 15 años— los países latinoamericanos se están quedando
cada vez más atrás.
Es hora de que los centros de
investigación económica internacionales, como la CEPAL, cambien o
amplíen la manera en que miden a los países, y creen una nueva medición
que podría llamarse Producto Bruto Educativo (PBE) para complementar el
ya existente PIB.
Si siguen centrándose tan sólo en el
PIB, que mide la actividad económica, sin tomar en cuenta la calidad de
la educación, nunca lograrán vencer la inequidad, porque la única manera
de sacar a la gente de la pobreza a largo plazo es dándole una
educación de buena calidad que le permita acceder a empleos bien
pagados.
Si Latinoamérica quiere dejar de ser la
región con mayor desigualdad del mundo, tiene que proporcionarles una
educación de calidad a los pobres.
Entonces, esta es mi propuesta de fin de
año para los centros de investigación económica internacionales: creen
un Producto Bruto Educativo, para que el año próximo —a esta altura—
puedan ofrecernos tanto proyecciones del PIB como del PBE. Ambas cifras
deberían ir de la mano.
El actual estándar de medición es
demasiado cortoplacista, y hace que los países no le presten demasiada
atención a lo que más importa.
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