VENEZUELA
Por Carlos Alberto Montaner
Al pie de la tumba, se supone que la mayor parte de los seres humanos
pasa balance de su vida, perdona a los enemigos, se disculpa con los
agraviados y trata de rectificar errores. Menos Hugo Chávez.
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En efecto: la gran crisis latinoamericana de
2012 ya asoma su cabeza. La desatará Hugo Chávez por sus peligrosos
lazos con Irán, tanto en el terreno de la fabricación de armas nucleares
como en la colaboración con los grupos terroristas islámicos. Si Chávez
muere en los próximos meses, al margen del caos económico y social que
dejará a sus compatriotas, ése será su legado: un conflicto con
Washington, con Israel, con los intereses de su propio pueblo y una
innecesaria conmoción en toda América Latina.
El senador demócrata norteamericano Bob
Menéndez y la congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen –ambos figuras
fundamentales en la supervisión de la política exterior de Washington–
ya han pedido una investigación a fondo de las actividades belicistas
del venezolano, como paso previo a la formulación de medidas que
consigan conjurar ese grave riesgo. Con la seguridad norteamericana no
se juega. Especialmente en año electoral.
Irresponsablemente, Chávez ha puesto su
cancillería, sus cuerpos de inteligencia y un segmento del estamento
militar –donde no faltan narcogenerales– al servicio de Teherán y de los
terroristas de Hezbolá. Esta colaboración –informa el diario ABC–
ha llegado al extremo de convertir Caracas en sede de una cumbre
terrorista en la que también participó Hamás. En ese oscuro trayecto,
acompañado sin demasiado entusiasmo por Raúl Castro ("Esas son cosas de
Fidel", solía afirmar con cierta desesperación, según contaba el general
Quevedo, el desertor cubano de mayor rango en los últimos tiempos), de
diversas maneras arrastrará al conflicto a Ecuador, Bolivia y Nicaragua,
sus alegres satélites en el sainete del Socialismo del Siglo XXI.
¿Por
qué Chávez actúa de una manera tan temeraria? Es la consecuencia de
tres factores fatalmente trenzados. Primero, su carácter mesiánico. Cree
que está predestinado para transformar el universo. Vive en un mundo
mágico. No se va a morir de cáncer. Sus adversarios son una colección de
idiotas. Estados Unidos y Europa se desplomarán. Él es invulnerable.
Segundo, su disparatada visión de la realidad social y de la historia.
Intelectualmente, es un pobre diablo formado, esencialmente, en las
tonterías de Las venas abiertas de América Latina, panfleto del uruguayo Eduardo Galeano
que suele prescribir a troche y moche. Tercero, su nefasto contacto con
Fidel Castro, quien le transmitió su concepción estratégica y las
tácticas de lucha contra el "imperialismo yanqui" aprendidas de la Unión
Soviética durante la Guerra Fría.
Chávez y Fidel, su padre putativo, están
dispuestos a triunfar donde Moscú fracasó y traicionó a los
revolucionarios del mundo entero. No hay nada nuevo en la alianza entre
Chávez y la teocracia persa. En el 2001 Fidel Castro, de visita oficial
en Teherán, advirtió, fiera y públicamente, de que Cuba e Irán pondrían
"de rodillas" a Estados Unidos. Chávez no ha hecho otra cosa que retomar
esos planes y abrazarse a cualquier dictador (Gadafi, Mugabe,
Lukashenko, Asad, Ahmadineyad, da igual), como recomendaba el KGB cuando
planeaba conquistar el planeta sin el menor vestigio de principios o de
coherencia ideológica, siempre que el sátrapa coincidiera en el odio a
Occidente, especialmente a Estados Unidos, y condenara la libertad
económica.
¿Qué puede frenar este espasmo
revolucionario? Naturalmente, la acción de los países responsables
capaces de articular unas medidas de contención (entre los que no se
cuentan, lamentablemente, los latinoamericanos), pero es probable que
esta vez suceda lo que los españoles de la época del tardofranquismo
llamaban "la solución biológica". Fidel está más muerto que vivo y
dedica sus escasos momentos de lucidez a contemplar, melancólicamente,
cómo su hermano Raúl desmantela lenta pero progresivamente su fallido
experimento político y social de medio siglo, mientras Chávez padece un
gravísimo cáncer que ya se le ha esparcido por los huesos y por varias
vísceras.
Desaparecidos estos dos personajes, la pequeña guerra fría se
extinguirá en poco tiempo. Por una vez, la naturaleza parece militar en
el bando de la libertad.
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