A diferencia del sur de Israel, la frontera con el Líbano ha estado relativamente tranquila, a pesar de la presencia de varios grupos militantes que operan al sur del río Litani. Estas facciones pueden variar en sus ideologías religiosas y políticas, así como en su capacidad operativa. Hezbollah es, de lejos el más poderoso de los grupos, y cuenta con la capacidad de lanzar simultáneamente centenares de cohetes hasta tan lejos como el sur de la ciudad de Dimona, casi en un momento.
Otros grupos, menos capaces son las facciones palestinas y la Yihad global, muchas de las cuales tienen arsenales de pequeños cohetes de corto alcance, y han sido acusados de semejantes ataques en el pasado.
El último ataque no fue de manera alguna un golpe de suerte. A diferencia de la Franja de Gaza, un ataque contra Israel desde el Líbano se comete después de un cálculo considerable por varias partes, incluyendo a Hezbolá, que controla el sur del Líbano, y a sus aliados en Irán y Siria. Estas partes entienden que una provocación grave podría resultar en un conflicto aún más amplio que daría lugar a daños generalizados en todo el Líbano, mucho mayores que los causados por la segunda guerra del Líbano en 2006.
A pesar de la relativa calma en el norte de Israel, brotes localizados se han producido en los últimos años, muchas veces conllevando una respuesta israelí en forma de artillería simbólica en las zonas abiertas. Muchos de estos ataques han coincidido con acontecimientos relativos a los palestinos, ya sea en los territorios o en otros lugares de la región.
No es casualidad que la relativa calma en el norte se hizo añicos apenas unas horas después de otra misteriosa explosión que sacudió una ciudad iraní de importancia estratégica. La explosión se reportó en Esfahan, un centro del programa nuclear de la República Islámica, que fue la última en lo que se percibe como una campaña de sabotaje reforzada por las agencias de espionaje occidentales tras el último informe crítico realizado por el OIEA.
Vecindario volátil
Además, Siria ha amenazado recientemente con represalias en contra de Israel y Jordania sobre el asesinato de seis pilotos de la fuerza aérea por parte de los insurgentes en un ataque a principios de esta semana. No es ningún secreto que tanto Siria como Irán ejercen una considerable influencia sobre los dos militantes chiíes y suníes en el sur de Líbano, les proporcionan apoyo logístico, monetario e ideológico. De estos grupos, Hezbollah ha sido abierto sobre su estrecha alianza con Irán, afirmando a menudo que un ataque contra el programa nuclear de Irán daría lugar a una escalada con Israel.
A pesar de estos lazos, es poco probable que Hezbollah fuera el responsable directo del último ataque. En el plano interno, el ala política del grupo se enfrenta a la peor crisis política desde que asumió el poder, con la oposición del 14 de marzo teniendo como objetivo no sólo sus políticas pro-Assad, sino también su insistencia en mantener su ejército privado.
Amin Gemayel, una prominente figura de oposición cristiana, recientemente arremetió contra Hezbolá, afirmando que su enfoque de "resistencia" ya no era viable. Similares declaraciones de otras figuras políticas señalan que ese sentimiento se está extendiendo rápidamente entre la población libanesa, lo que quiere decir que Hezbolá estaría en un tiempo especialmente difícil para justificar un nuevo conflicto con Israel en nombre de la "resistencia".
Los sirios y los iraníes entienden que la capacidad militar de Hezbollah está severamente limitada por su situación interna precaria, y aún así necesitan un lugar desde el que enviar un mensaje de advertencia a los israelíes. Los grupos palestinos militantes sunitas son la opción más conveniente. El conflicto sirio ha hecho que muchos de estos grupos vuelvan al Líbano, y el último bombardeo de cohetes fue precedido por un repunte de la violencia entre facciones en los campos de refugiados palestinos en las últimas semanas.
Teniendo en cuenta su limitado alcance, el brote en la frontera libanesa era sobre todo un ejemplo de la forma altamente volátil en la que Israel y sus enemigos se comunican. El hecho de que el ataque fuera pequeño, tanto en escala como en alcance, señala que los iraníes y los sirios intentan advertir al Estado de Israel que sus operaciones para socavar las aspiraciones de Irán o Siria, no van a pasar desapercibidas.
La limitada respuesta de Israel tenía la intención de enviar un mensaje de que va a tomar represalias por cualquier provocación, pero que no busca un conflicto mayor. Como en los brotes del pasado, no es probable que las milicias libanesas respondan, como un mensaje a Israel de que ellos tampoco buscan una confrontación a gran escala. Mientras tanto, Hezbollah es probable que mantenga su opción militar oculta en sus numerosos bunkers, por el momento, desatándola sólo cuando se detecte una importante amenaza para su posición de poder en el Líbano, o por orden de sus amos títeres iraníes.
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