por
Enrique Navarro,
Hoy
podríamos traducir el título de la magnífica película de Kubrick como:”
Dr. Obama: como aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba iraní.”
Esta ha sido la política que ha guiado a los gobiernos occidentales en
los últimos años: mientras el régimen iraní probaba sus misiles y
financiaba a los grupos terroristas en Palestina y Líbano, desarrollaba
su capacidad nuclear asistido por el padre de la bomba atómica
pakistaní.
Todos
somos conscientes de cual es la política exterior de Ahmadineyad, y no
hay más que escuchar sus soflamas en Naciones Unidas para conocer sus
intenciones reales. Si además semejante personaje desarrolla un programa
nuclear que oculta a las inspecciones internacionales y está
construyendo misiles balísticos, blanco y en botella.
Y es que no hay ningún misil balístico desarrollado en la historia que
no haya incorporado una cabeza nuclear; ¿para qué enviar a cinco mil
kilómetros 1.000 kilogramos de TNT?
Ahora
todos ponemos cara de asombro y nos preguntamos cómo ha sido posible
que hayamos llegado a esta situación, certificada al fin por las
autoridades internacionales..
La
respuesta es evidente, El gobierno de Obama, en su dejación de los
intereses internacionales, decidió hace mucho tiempo no hacer nada y
admitir un Irán nuclear como un mal menor. No está en condiciones ni
quiere enfrascar a su país en otro conflicto militar contra Irán -que no
es ni Irak ni Afganistán- y que cuenta con una red terrorista
distribuida por medio mundo. Obama cree que con sus aliados europeos
podrá manejar políticamente la situación, e incluso sacar algún provecho
añadido para su política en Oriente Medio. Piensa que un Irán nuclear
será más racional en sus actitudes y por tanto cambiará su agresividad
verbal con un liderazgo internacional que requiere de unas formas más
elegantes.
El
presidente Obama, piensa además que Irán nunca atacará Israel con una
bomba atómica; aunque sólo sea por las víctimas palestinas de un ataque
de esta envergadura, de manera que el pueblo judío no tiene que temer un
Irán nuclear.
Incluso
muchos líderes occidentales se preguntan ¿por qué si ya tenemos un
Pakistán o una Corea del Norte o China con capacidad nuclear, debe ser
peor que Irán la tenga.?
Lamentablemente
todos los que piensan de esta manera se equivocan. Si a alguien se
parece Ahmanediyad es al protagonista de la película de Kubrick, el
general Jack D. Ripper, ése que lanza los B 52 contra la Unión Soviética
cortando las comunicaciones. Steven Abrams y Marc Kilgour, en su libro “
Teoría de juegos y seguridad nacional” (1989) demuestran que, basándose
sólo en decisiones racionales, existe un amplio número de situaciones
que pueden desembocar en un conflicto nuclear. Construir una bomba
atómica con el propósito o la evidencia de no usarla constituye un
absurdo. Es más, la amenaza de su uso constituye el elemento clave de la
política nuclear; cuanto más seguro esté el enemigo de que el arma
atómica será utilizada, más éxito tiene la estrategia nuclear. La teoría
de juegos demuestra que la escalada de amenazas puede acabar, también
de forma racional, en un conflicto nuclear.
Sólo
cabe analizar para qué quiere Irán una bomba atómica. La política
exterior iraní recuerda poderosamente al expansionismo nazi de los años
treinta. un régimen político que tiene un componente pseudo religioso
(como la ideología militarista alemana); un odio a lo diferente
(Occidente); unos vecinos diferentes, mayormente sunníes (es decir no arios);
unos vecinos con recursos naturales (Rusia en 1938); un enemigo natural
en la región, Israel (Inglaterra) y los Estados Unidos muy lejos y cada
vez menos interesados en la política exterior con Obama ( Roosevelt en
1933). ¿Cual es la diferencia? Que Hitler no tenía la bomba atómica,
aunque ¿alguien duda de que Hitler la hubiera usado contra Inglaterra o
Rusia si la hubiera tenido? Una bomba atómica es mucho más peligrosa que
cien, porque ante un ataque nuclear iraní con una bomba contra Israel,
por ejemplo o contra el estrecho de Ormuz, ¿Qué país decidiría una
represalia nuclear contra Irán? Ninguno. Pero la situación habría
cambiado de forma muy significativa.
Ahora
como entonces Chamberlain, tenemos a Obamabuscando su acuerdo de Munich
con el régimen iraní. Pero el problema en esta analogía es que nos
falta la figura de Churchilll: históricamente, si no hubiera sido por el
premier británico, los nazis habrían ganado la Segunda Guerra mundial y
Estados Unidos hubiera negociado con el régimen alemán una paz sobre
los muertos europeos.
Un
Irán nuclear significará un mundo más inseguro. Primero por tener a un
general Ripper sentado en Bagdad, y segundo porque siguiendo la ruta de
la proliferación nuclear, pronto otros países se unirán al club,
Turquía, Brasil o Venezuela. ¡Qué mejor que formar una cuádruple
alianza: Irán, Corea del Norte, Pakistán y Venezuela con capacidad
nuclear global¡; este mundo será mucho peor y peligroso que en los
tiempos de la Guerra Fría y nos llevará a la catástrofe nuclear a medio
plazo con tantos países metidos a líderes mundiales nucleares sin los
necesarios controles democráticos.
Para
entonces, como proponía el Dr. Strangelove, buscaremos una mina a mil
metros de profundidad y nos dedicaremos a procrear para poder dentro de
cien años con nuestros descendientes ganar la nueva guerra nuclear. ¡Es
una locura, pero muy real¡.
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