15 diciembre, 2011

El muy largo camino hacia la recuperación mundial. Por Zhong Sheng

Beijing, - ¿Cúanto tiempo durarán los problemas que asedian a la economía mundial? Cada vez más economistas han usado el término “largo” para describir el itinerario a recorrer para la recuperación económica.

Desde el estallido de la crisis financiera internacional en 2008, se han avistado resquicios de esperanza ocasionales de recuperación económica, pero la actual situación no ha dado ningún indicio estimulante para la recuperación, sino más presagios alarmantes.

Al parecer la economía ha vuelto a su punto de partida a pesar de los esfuerzos de estímulo monetario y financiero. Las cifras publicadas por el FMI muestran que del 2007 al 2010, la proporción de los déficits económicos y financieros mundiales en el volumen total del valor de producción global subió en un 15 por ciento, y las deudas públicas del mundo aumentaron en unos 15,3 billones de dólares. Las enormes deudas dieron origen al estallido simultáneo de la crisis de deudas soberanas en los países desarrollados.

Lo peor es que las deudas soberanas han causado daños graves a la economía empresarial de los países desarrollados. La recesión económica empeora el balance de activos y pasivos del gobierno y las instituciones privadas. Esto ha obligado a diversos países a iniciar el proceso de desapalancamiento (deleveraging), cuyo efecto hará disminuir aún más el balance de activos y pasivos. El descenso de la circulación sacudirá la convicción de los inversionistas. El incremento del riesgo de la prima de capital conducirá a reducir la capacidad de contraer deudas, y acelerará el descenso de la economía. El fortalecimiento de la intervención gubernamental destinada a impedir el desaceleramiento de la recuperación económica hará aumentar continuamente los déficits financiero y las deudas del tesoro. El círculo vicioso significa que la economía dependiente de la deuda en los países desarrollados está llegando a su fin.

Otra característica de la actual recesión económica es que el factor político comienza a intervenir en la elaboración de las políticas económicas. En Europa, la imperfección en el sistema de la UE y la Eurozona se muestra plenamente en la crisis de deuda. La polémica sobre la reducción de déficits en EEUU está evolucionando hacia una pulseada entre las fuerzas políticas del Capitolio. Las próximas elecciones pondrán de relieve el peso del factor político en el país. El revés en la reforma del sistema económico de EEUU y Europa ha ensombrecido las perspectivas de la recuperación económica mundial.

Es difícil resolver la ineficacia del viejo modelo de desarrollo a corto plazo, y todo apunta a que se incrementarán el desequilibrio y el riesgo de la economía mundial. El efecto negativo de la deuda soberana continuará asediando a la economía mundial. Y las economías emergentes como suministradoras de productos se enfrentarán a la inflación monetaria, la presión del aumento del costo de los factores y el coste laboral y la rápida revaluación de sus monedas. Sus exportaciones en rápido ascenso, por obra de su bajo costo, encaran un mayor desafío. Estos países se ven obligados a recurrir al impulso de la demanda interna, haciendo ajustes para equilibrar las exportaciones, inversiones y el costo, elevando el nivel de la fabricación de productos de alto precio y promoviendo la transformación estructural de suministro, de modo que quede establecido el modelo de desarrollo simultáneo de oferta y demanda.

Los economistas han advertido, entre otras cosas, que “resulta impensable volver a la época de las vacas gordas”, que “la economía mundial está a punto de volver a tocar fondo”, que “Asia no es un motor perpetuo”. Puede que, por todo ello, haya que declarar a la incertidumbre como pieza consustancial de la segunda década del siglo XI. Esto un poco especulativo, pero lo que sí parece cierto es que habrá que andar un muy largo trecho antes de superar esta crisis financiera internacional.
Es por todo ello que resulta imprescindible otorgar la debida importancia al cambio y ajuste del modelo de desarrollo económico. Retrasar la percepción de riesgo, o trasladarla a otros, no contribuye a librar la economía mundial de la recesión, sino que redunda en un ciclo de crisis sin fin. En medio de la incertidumbre económica, es imperativo recurrir a la reforma e innovación para abrir más claras perspectivas de desarrollo.

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