04 diciembre, 2011

México, ¡Tienes más poder del que crees!

Hora de aplicar "la egipcia” en la guerra contra las drogas: Un editorial de Narco News

Por Al Giordano

La tarde del miércoles, miles de ciudadanos mexicanos tomarán las calles para demandar “el fin de la violencia” provocada por la llamada “guerra contra las drogas.”

Actual número de la revista Proceso.
Puede que no sean miles, sino decenas de miles… o más.
Han sido convocados por el periodista y poeta Javier Sicilia, quien la semana pasada sufrió el asesinato criminal de su hijo, y amigos de su hijo a quienes había visto crecer—para demandar “ningún hijo más asesinado.”
Javier Sicilia es un hombre decente, un excelente periodista, y un marravilloso poeta. Lo conocí hace diez años en un almuerzo en el camino entre Cartuchos y Cuernavaca, cuando esta publicación estaba siendo demandada por el Banco Nacional de México—Banamex—por exponer el tráfico de drogas en las propiedades del banquero mexicano más rico. Por muchos años, la columna semanal de Javier en la revista nacional Proceso terminaba con la frase: “Además, opino que hay que cumplir con los acuerdos de San Andrés.” (Los cuales habían sido firmados por el gobierno mexicano en 1996 con los indígenas zapatistas de Chiapas pero nunca cumplieron lo establecido.) Así que pueden ver que además de todo lo bueno de Javier, ha pasado sus años preocupándose profundamente por los demás, tratando de corregir las injusticias que dañaron a otros.


Hoy, la injusticia se ha cometido contra Javier, su familia, sus amigos, su ciudad de Cuernavaca, su país de México, su planeta entero. Es una injusticia repetida una y otra vez, todos los días, en contra de la gente y familias y ciudades y países de los que no todo mundo ha escuchado hablar.
Y la injusticia es esta: Que los Estados Unidos han impuesto una “guerra contra las drogas” en otros países, a pesar de que sus ciudadanos son los más grandes consumidores de drogas ilegales en el mundo: una política llamada prohibición. Esa política no funcionó cuando se aplicó entre 1919 y 1933, cuando fue derogada por el Presidente Franklin Delano Roosevelt debido a la violencia que siempre sucede cuando los vicios y placeres de la gente son hechos ilegales barre las ciudades y comunidades de los Estados Unidos, y crearon decenas de miles de Javieres ahí. Y el pueblo estadounidense se levantó y demandó el fin de la misma.
Ahora tenemos una nueva prohibición en contra de diferentes drogas, pero causa la misma violencia y los hombres, mujeres, niños y ancianos mexicanos son incluso más afectados que los ciudadanos estadounidenses (a pesar de que también la sufren mucho). Todo por el simple error geográfico de que la planta de coca crece solo en Sudamérica y sube por las narices y pipas de crack de los gringos como la cocaína en los Estados Unidos. Y México está atrapado en el medio, por causas ajenas a la propia: es el popote entre la planta de coca y la nariz del gringo. Y como resultado, en tan solo cuatro años más de 40,000 familias mexicanas han sufrido la injusticia de padres enterrando a sus hijos, como Javier Sicilia sufre esta semana. Escuchen a Javier:
“Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre.”
Por catorce años, desde que llegué a México, he escuchado muchas historias de madres, padres, hijos, hijas, hermanas, hermanos, esposos, esposas, abuelos, nietos, de gente decente, de gente buena destrozada, cuya mala fortuna fue el quedar atrapados como inocentes en los crimenes de otros, un crímen creado por una política de gobierno.
Y como estudiante de historia puedo decirles: Érase una vez un pueblo que se levantó en contra de la prohibición que les había hecho lo mismo a ellos. Y fueron los ciudadanos de los Estados Unidos, cuando habían sufrido demasiado la violencia de la prohibición al alcohol y finalmente exclamaron, “¡estamos hasta la madre!”
Como Javier escribió con tanta elocuencia:
“Estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto…”
Se nos dice que México es una “democracia” en donde el pueblo decide. Nadie se lo cree, sin embargo, algunos lo dicen.
Y sólo me quedo con una pregunta: Si el pueblo de los Estados Unidos una vez se levantó, demandó y ganó el final de una prohibición criminal, sin sentido, estúpida, violenta, corrupta en contra de una “droga” que hoy y por los últimos 68 años ha sido pacíficamente regulada, consumida y vendida sin la violencia entre los vendedores, sin la policía, jueces, políticos y presidentes corruptos, sin censurar diarios ni asesinar periodistas, organizadores comunitarios ni defensores de derechos humanos… Si los gringos pudieron derogar semejante política violenta que les causó tanto daño… Entonces ¿por qué México no?
Nos vemos en las calles el miércoles a las 5 p.m. Estaremos ahí para reportarlo. Lo que decidan depende de ustedes. Pero si hay una cosa que he aprendido en catorce años (en realidad 24, desde mi primer viaje) de haber llegado a México, es esto: El pueblo mexicano tiene más poder del que saben. Y un día lo van a usar. Si el miércoles no es el día, será otro, tal vez más pronto de lo que creen. Pero también se me ocurre que, como en Egipto el 25 de enero, no es tan imposible que el miércoles pueda ser el inicio de algo grande…

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