En el primer mes de su presidencia,
Obama dijo que estaba consciente de que si en tres años no había
solucionado los problemas económicos de la nación estaba destinado a ser
presidente de un solo período.
Ahora confronta la realidad de que tres
cuartas partes de los ciudadanos opinan que la nación se encuentra en
el sendero equivocado y de que hasta Bill Clinton afirma que la economía
es un desastre. ¿Cómo puede entonces aspirar a un segundo período?
Durante su reciente comparecencia en Osawatomie, Kansas, sitio de un
famoso discurso del ex Presidente Teddy Roosevelt, Obama mostró sus
cartas.
Según el Presidente Obama sus
iniciativas políticas nada tienen que ver con el actual estado de cosas.
Es cierto que los presidentes son considerados responsables del
crecimiento económico, el desempleo y la deuda nacional. Pero, en
opinión de Obama, no en este caso. La culpa de todo la tienen los ricos.
O como diría uno de esos filósofos improvisados que integran el
movimiento de Ocupemos Wall Street, el UNO POR CIENTO.
En opinión de Obama, estos ricos son los culpables de mantener en la pobreza al otro 99 por ciento de la población. La avaricia desmedida de unos pocos está estrangulando a la clase media. Si los ricos estuvieran dispuestos a pagar una justa proporción de su carga impositiva la clase media podría salir adelante. De lo contrario, el gobierno no tendrá fondos suficientes para invertir en educación e innovación, que son los senderos dorados que conducen a la oportunidad y al crecimiento económico.
¿Por donde empezamos? Un país que gasta el doble por estudiante de lo que gastaba en 1970, sin lograr mejoría alguna en los exámenes de capacitación,
no está invirtiendo poco en educación. Esta invirtiendo mal. Y en lo
relativo a inversiones federales en el campo de la innovación, ahí
tenemos los desastres de las compañías Solyndra y Chevy Volt en el campo
de la llamada energía verde.
Por otra parte, nuestra difícil
situación económica actual puede ser atribuida a numerosas causas. Entre
ellas la globalización, el alto costo de las nuevas medicinas, la
pesada carga e una deuda gigantesca y los gastos de mantener a una
población de edad avanzada que no contribuye a la producción de riqueza.
Y no debemos olvidar la explosión de la burbuja del mercado de la
vivienda producida por un impulso igualitario que promueve el propio
Obama y cuyo objetivo ha sido proporcionar casas a precios razonables a
gente que ha terminado perdiéndolas porque no pueden pagarlas. Es cierto
que la desigualdad es un problema que confronta todo el mundo
occidental. Pero la afirmación de Obama de que es la causa de nuestros
problemas es ridícula.
Igualmente ridícula es la solución que
propone Obama de abolir las reducciones de impuestos puestas en vigor
por George W. Bush. Como si todas las dolencias y todos los obstáculos
en el camino de facilitar el progreso de la clase media pudieran ser
superados por un aumento del 4.6 por ciento en los impuestos marginales
de los ricos.
Esto en un país con una deuda nacional
de 15 MILLONES DE MILLONES DE DOLARES y unos programas de beneficios
garantizados (entitlements) a los ciudadanos que aumentan todos los días
esa alucinante deuda. Esta obsesión de aumentar los impuestos para castigar a los ricos habría
reducido este año el déficit nacional en la pequeña cantidad de 1.30
MILLON DE MILLONES a 1.22 MILLON DE MILLONES. Es una muestra del
liberalismo reaccionario—hacer cualquier cosa con tal de no solucionar
los problemas estructurales—que serían necesarios para modernizar los
programas obsoletos del New Deal (Nuevo Trato) de Roosevelt y la Great
Society (Gran Sociedad) de Lyndon Johnson.
En vez de tratar de modernizarlos,
Obama se ha pasado los primeros tres años de su presidencia
implementando programas que los han agravado. Entre ellos:
--Un masivo programa de estímulo
económico dedicado a pagar deudas políticas a grupos aliados con el
Partido Demócratas como los sindicatos de maestros y los sindicatos de
empleados públicos. Esta sola medida ha añadido UN MILLON DE MILLONES DE
DOLARES a la deuda nacional.
--Una reorganización radical del
programa federal de salud que (a) demoró un año en ser aprobada por el
Congreso, (b) creo un nuevo programa de beneficios garantizados
(entitlement) en una nación que se desangra en gastos de este tipo y (c)
introdujo nuevos elementos de inseguridad en una economía ya estancada.
--Excesivas regulaciones
gubernamentales cuyo mejor ejemplo es el programa de Cap and Trade (Paga
y Negocia), seguidas inmediatamente por decisiones administrativas de
la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en que se imponía la misma
agenda anti energética.
A mayor abundamiento, uno de los
asuntos que disfruta del apoyo de ambos partidos—la necesidad de una
reforma fundamental de un corrosivo y corrupto código impositivo que
obstaculiza la inversión y promueve la injusticia—no logró apoyo alguno
de Obama, quién incluso ignoró las recomendaciones de comisiones
bipartidistas nombradas él mismo.
En el mencionado discurso de Kansas,
Obama se lamentó de que millones de padres se ven obligados a llevar a
sus hijos a bancos de alimentos. ¡Hay que admirar su audacia! Ese es el
tipo de argumento negativo que aquellos en la oposición hacen
contra un presidente que ha estado en el cargo por tres años. Sin
embargo, Obama tiene la osadía de utilizar estos argumentos para
justificar su reelección.
¿Por qué lo hace? Porque, como hemos
visto, él no acepta responsabilidad alguna por la actual crisis
económica. Los culpables son los ricos. Y, como Horacio sobre el puente,
Obama se pone a la cabeza de las masas norteamericanas para enfrentarse
a los despreciables plutócratas.
Este es un populismo tan burdo que en nada se parece a Teddy Roosevelt sino es una copia al carbón de Hugo Chávez.
Pero, ¿qué otra cosa puede hacer un Obama que esta presidiendo sobre un
alto desempleo, una economía estancada y un déficit sin precedentes en
la historia de los Estados Unidos?
No puede aspirar basado en su capacidad
ni en sus aciertos políticos. Sus principales iniciativas—el plan de
estímulo, el plan de salud de Obamacare y el fracaso de su política
energética—no serán mencionadas en sus anuncios de campaña. Serán
mencionadas en los anuncios del Partido Republicano. ¿Qué otro recurso
le queda al presidente? La lucha de clases, ¿Tiene alguien una mejor idea? |
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