14 diciembre, 2011

Olvidos que nunca se olvidan

Guadalajara – Es imposible evadirlo o esconderlo. Es noticia que el candidato presidencial de Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, no haya podido decir cuáles eran los tres libros que más habían marcado su vida. De hecho, no pudo citar correctamente otro libro además de la Biblia. Eso habla de sus intereses y preparación. Como reporteros no debemos proteger ni promover a ningún candidato. Y menos si va ganando.


Era obligado que en la Feria Internacional del Libro (FIL) le preguntaran a Peña Nieto sobre libros y no iba preparado. Punto. Yo estuve ahí en la extraordinaria feria (con un record de más de 659 mil asistentes) y era lo que todo el mundo comentaba.
Durante tres minutos y 16 segundos, interminables–aquí está el link: http://www.youtube.com/watch?v=AsNRQM_qzbw – el exgobernador del Estado de México confundió al novelista Carlos Fuentes con el historiador Enrique Krauze y luego se enredó aún más: “No recuerdo el título exacto…es que quiero recordar el título del libro…hay uno que salió que eran las mentiras sobre el libro de este libro…¿cómo se llamaba el otro libro?...alguien recuérdeme quién es el autor…cuando leo los libros me pasa que no registro del todo el título.”
Por muchos días este incidente ha sido uno de los tópicos más populares en Twitter, en parte, por un retweet que hizo su hija Paulina. En un intento por defender a su padre, ella repitió un mensaje de su novio (@JoJoTorre) que calificaba de “pendejos” y “prole” a los críticos del olvido de Peña Nieto.
El propio Peña Nieto se disculpó en su cuenta (@EPN) –“definitivamente fue un exceso”- y luego ella (@pau_95pena) explicó lo que había pasado: “Fue un impulso de mi parte al leer algunos tweets que ofendían a mi papá y a la memoria de mi mamá.”
Esto nos lleva al segundo olvido de Peña Nieto. En marzo del 2009, cuando le pregunté en una entrevista para Univision de qué había muerto su esposa, Mónica Pretelini, a los 44 años de edad, no me pudo responder correctamente: “Ella llevaba dos años de tener una enfermedad parecida a…se me fue el nombre de la, de la…el nombre de la enfermedad…No es epilepsia propiamente, pero algo parecido a la epilepsia.” Decenas de miles vieron ese video en youtube.com
Nos volvimos a ver en febrero del 2011 y le comenté a Peña Nieto la sorpresa de muchos cuando él no supo contestarme de qué había muerto su esposa. “Es absurdo pensar, Jorge, que no sepa de qué murió mi esposa”, me dijo. “Fue un lapsus no poderte decir que mi esposa sufría en ese entonces de ataques de epilepsia, que habían derivado en una insuficiencia cardíaca y que eso la había llevado a perder la vida. ¿Cómo no tener claro y conocer esto? Simplemente fue un lapsus.” (Este tema lo trato en el libro Los Presidenciables, publicado por Grijalbo, y aquí está el link de las dos entrevistas: http://youtu.be/hSxk48jKa7Y )
En esa última entrevista, Peña Nieto aún no abría su cuenta de Twitter, pero me dijo que “las redes sociales facilitan el mayor conocimiento de un actor de la política. Al final de cuentas, en una carrera por una presidencia, lo que buscan (los electores) es conocer más a la persona, qué piensa, qué haría en ciertos escenarios, qué propone, cuál es su pensamiento, cuáles son sus convicciones, cómo es en lo personal”.
Exactamente. Para eso son las campañas; para conocer a los candidatos. Y ahora el gran reto de Peña Nieto es tratar de evitar que esos olvidos personales lo definan y lo tumben. Las encuestas indican que él es el favorito. Pero todos los otros candidatos están esperando un resbalón del puntero.
Si no estuvo preparado para hablar de libros en la FIL ni tampoco para explicar la muerte de su primera esposa ¿estará preparado para ser presidente? ¿Es la mejor persona que existe en todo México para ese puesto? ¿Es importante que el próximo presidente sea, también, un buen lector?
La mayor vulnerabilidad de Peña Nieto en estos momentos es en lo personal, más que en lo político. ¿Está capacitado y tiene la personalidad para enfrentar el período de mayor violencia desde la revolución, crear un millón de empleos al año y reorganizar una sociedad donde el 10 por ciento más rico gana 26 veces más que el 10 por ciento más pobre (según la OCDE)?
Para ser justos, todos los candidatos olvidan cosas. Ernesto Cordero, del Partido Acción Nacional (PAN) confundió a la escritora Laura Restrepo y dos veces la llamó Isabel en una entrevista de radio. Y hace poco el gobernador de Texas y aspirante presidencial, Rick Perry, no pudo nombrar durante casi un minuto una de las secretarías –la de energía- que eliminaría si llegara a la presidencia.
Estos olvidos, sin la menor duda, han ocurrido en muchas otras campañas presidenciales. Pero la gran diferencia es que ahora -con las redes sociales y con los celulares actuando como vigilantes continuos de todo, absolutamente todo, lo que digan o dejen de decir los políticos- ya nada es secreto ni nada se olvida. Todo se queda registrado. Nada se puede borrar. Y menos si eres el puntero.
Hay olvidos que nunca se olvidan.

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