20 diciembre, 2011

PAN vs. Peña… y los olvidos

Martín Moreno
La cabeza principal de ayer en Excélsior —“Inició guerra PAN vs. Peña”— confirma lo escrito en esta columna el pasado 29 de noviembre: tanto Vázquez Mota, Cordero y Creel van tras el priista. ¿Y qué esperaban en el PRI? Está en juego no sólo la Presidencia. La pelea va más allá: es la sobrevivencia del poder panista o la restauración del viejo régimen.


Ocurrió con López Obrador en 2006, cuando estaba al frente de las encuestas. Y como AMLO, Peña Nieto comienza a cometer errores que son aprovechados por sus adversarios. ¿Qué lloriquean? Ese es el juego esencial de la política: atacar cuando el rival se equivoca.
Josefina, Cordero y Creel: todos vs. PRI”, titulamos aquellos Archivos del poder. Y más: desde el 6 de diciembre pasado, apuntamos aquí que lo más significativo tras sus dislates literarios en la FIL, fue que la figura de Peña Nieto había quedado desacralizada. El tiempo lo confirmó. Y los panistas lo aprovechan.
En la entrevista con El País y tras ser interrogado sobre el costo de productos básicos  y soltar esa frase desafortunada: “Yo no soy la señora de la casa”, el priista dio leña suficiente para que los panistas encendieran la hoguera de las críticas en su contra.
Vázquez Mota le reviró: “Yo soy esa señora de la casa que otros llaman con desprecio”.
Al tomar protesta como único precandidato del PRI a la Presidencia, Peña quiso sacar provecho de su error en la FIL y soltó: “Se me podrá olvidar el nombre de algún autor, pero lo que no se me olvida es la violencia, la pobreza y la desesperanza que vive México”.
Cordero se la volteó: “Pues a mí no se me olvidan los 70 años de crisis y de gobiernos corruptos del PRI ni el hecho de que el Estado de México tenga el mayor número de feminicidios”.
Ese es el gran problema de Peña Nieto: la historia negra del PRI.
A Ernesto Cordero no se le olvidan, dice, “los años de crisis y de corrupción”.
Pero millones de mexicanos tampoco olvidan las catástrofes financieras de López Portillo y de Salinas de Gortari. Ayer, precisamente, se cumplieron 17 años del inicio de la crisis financiera heredada por el salinismo y que provocó que un millón de mexicanos perdieran bienes, negocios, empresas, casas. Es la peor en la historia del país. Y no se olvida.
Millones no olvidan los fraudes electorales cometidos por el PRI. Como el de 1988, que permitió a Salinas llegar a Los Pinos.
Millones no olvidan que durante 70 años de priato se generaron más de 50 millones de pobres.
Millones no olvidan décadas de saqueos y de corrupción bajo la dictadura política del PRI.
Millones no olvidan los crímenes políticos.
Millones no olvidan años de abusos políticos y sociales.
Millones no olvidan a la dictadura perfecta.
Y si Peña Nieto da combustible, los panistas lo queman.
Santiago Creel atizó: “No quiero ver un gobierno de ignorancia manifiesta”.
Sí, tiene razón la cabeza de Excélsior: “Inició guerra PAN vs. Peña”.
Pero los dislates peñistas y la propia historia del PRI y su caudal de desgracias, le dan parque suficiente al panismo para arrinconar al priismo y a su candidato. Sólo es cuestión de esperar a que se cometa un nuevo error. O de remover un poquito la historia contemporánea y recordar las debacles político-financieras-sociales del priismo. Allí están. No son invenciones.
Y la guerra política subirá de tono en los próximos días. Se juega mucho para todos.
Por eso no deben extrañar los embates contra Peña Nieto. Son normales. ¿O qué, esperábamos que los panistas o AMLO se quedaran con los brazos cruzados y guardaran los fusiles, resignándose a ver cómo Peña Nieto se les escapaba? Si alguien creyó que los errores del mexiquense no se utilizarían en su contra, estaba equivocado.
De ahí la trascendencia de los dislates literarios de Peña Nieto en la FIL. A partir de esa tarde negra para él y para el PRI, su figura quedó desacralizada. Desde ese momento se mostró la vulnerabilidad de un político que, hasta antes de confundir a Fuentes con Krauze, parecía estar cubierto con un manto protector y repelente a las críticas. Ese manto cayó.
Su resbalón en la FIL provocó reacción en cadena.
O como dice ese mexicano valioso y admirado, José Emilio Pacheco: “Sin leer no se puede gobernar”.
Son las precampañas. Sí, es la guerra. Así se esperaba. Y ya llegó.
ARCHIVOS CONFIDENCIALES
GUERRERO. Mientras el gobernador Aguirre se deslinda irresponsablemente del asesinato de los dos estudiantes, y el ex procurador López Rosas insiste en que fueron federales quienes les dispararon, el sepelio de Jorge Alexis Herrera lo tuvo que pagar un amigo de la familia. Es la otra desgracia.
DOS PESOS. Hace cinco años, cuando Beatriz Paredes era candidata del PRI al GDF, le pregunté cuánto costaba un boleto del Metro. No lo supo. El domingo, AMLO patinó con el mismo asunto. Algo les ocurre a los políticos con temas aparentemente sencillos. ¿Quién sigue?

No hay comentarios.: