Petróleo y gas libios : los nuevos cruzados de Occidente fabricaron una rebelión en Benghasi y satanizaron a Gaddafi
by Miguel Urbano
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Ponencia presentada en el VI Foro de Filosofía, Maracaibo, diciembre 2011
Para apoderarse del
petróleo y del gas libios los nuevos cruzados de Occidente fabricaron
una rebelión en Benghasi y satanizaron a Gaddafi
Una campaña de ámbito mundial desencadenada por intelectuales de grandes universidades de los EEUU y de Europa, ampliamente divulgada por el sistema mediático controlado por el imperialismo, proclamó, después de la disgregación de la URSS, el fin del marxismo.
Para esos epígonos del capitalismo, el neoliberalismo
señalaría el fin de la Historia como ideología definitiva. En el
marxismo identificaban un arcaísmo obsoleto.
Esas profecías no tardaron en ser desmentidos por el
caminar de la Historia. En lugar de la era de progreso, abundancia y
democracia anunciada por George Bush (padre) después del fin de la URSS y
la transformación de Rusia en un país capitalista, una crisis de
civilización se dejo sentir sobre la humanidad. La concentración de
riqueza fue acompañada de una ampliación de la pobreza.
Hambrunas cíclicas asolaron países de Asia y África.
Al iniciar el milenio, el capitalismo se sumergió en una crisis
estructural. Sin soluciones, porque la Ley de la acumulación no funciona
más de acuerdo con la lógica del capital, los EEUU, presentándose como
faro de la democracia y la libertad, desencadenaron agresiones
monstruosas contra los pueblos del Tercer Mundo, alegando que defendían a
la humanidad contra el terrorismo.
El Imperialismo colectivo
No obstante las contradicciones de intereses entre
los EEUU y los otros países del G-7 hayan persistido, esas
contradicciones no son más antagónicas por lo que es hoy mínima la
probabilidad de que irrumpan guerras interimperialistas como aquellas
que provocaron decenas de millones de muertos en la primera mitad del
siglo XX. Al imperialismo clásico lo sucedió aquello que el economista
argentino Claudio Katz define como el imperialismo colectivo.
Bajo la hegemonía de los EEUU cuya superioridad
militar es aplastante, países como Reino Unido, Francia, Alemania y
otros se tornaron cómplices de una estrategia de dominación mundial.
Invocando pretextos falsos como la existencia de armas de extinción
masiva y la lucha contra la fantasmagórica Al Qaeda, Washington invadió y
ocupo Iraq y Afganistán y sus fuerzas armadas practicaron ahí crímenes
contra la humanidad que solamente encuentran precedente en los cometidos
por el Reich nazi.
Goebbels decía que una mentira a fuerza de ser
repetida aparece como verdad. No podía imaginar que la perversa
propaganda hitleriana aparece como un juego comparado con el siniestro
engranaje de desinformación montado para servir a la estrategia
imperial. En la época de la información instantánea, una gigantesca
máquina mediática científicamente montada y controlada por laboratorios
ideológicos del imperialismo bombardea los pueblos con un discurso e
imágenes que deforman la realidad.
Promover la alienación de las masas, manipular la
consciencia social es un objetivo permanente del imperialismo. Esa
ofensiva mediática busca anular la combatividad de los pueblos mediante
la robotización progresiva del hombre, meta facilitada por la
contracultura alienante exportada por los EEUU. Es en ese contexto que
las actuales guerras neocoloniales son precedidas de una masacre de las
consciencias concebida para neutralizar eventuales reacciones a las
agresiones militares, presentándolas como iniciativas inseparables de la
defensa de la democracia y de la paz.
La satanización de líderes transformados en verdugos
de sus pueblos se volvió rutina en esas campañas. Así paso con Gaddafi.
El líder libio, que el año pasado era aún recibido con abrazos por
Sarkozy, Cameron, Berlusconi y Obama, paso de repente a ser calificado
de monstruo acusado de crímenes contra la humanidad. Para apoderarse del
petróleo y del gas del país los nuevos cruzados de Occidente fabricaron
una rebelión en Benghasi e hicieron aprobar por el Consejo de Seguridad
de la ONU una Resolución sobre la “exclusión aérea” –con la
complicidad, después de vacilaciones, de Rusia y de China- luego además
no respetada cuando comenzaron a estallar misiles y bombas en Trípoli.
Más de seis meses duro esta guerra repugnante, en la
cual la OTAN funciono como instrumento de una agresión definida por la
ONU como “intervención humanitaria”. Expulsar a China de África fue uno
de los objetivos de esa agresión concluida con el asesinato de Muamar
Gaddafi.
Más de 300.000 chinos, técnicos y trabajadores,
fueron retirados del país donde trabajaban. China tenía ahí voluminosas
inversiones como en otros países del Continente. Cabe señalar que Angola
es actualmente el segundo proveedor africano de petróleo a China.
La creación de un ejército permanente de los EEUU en
África fue preparado con años de anticipación. El Comando permanece por
ahora instalado en Alemania, pero Washington pretende transferirlo para
un país africano “amigo”. La reciente intervención militar en Uganda,
anunciada por Obama para combatir una secta religiosa minúscula
calificada de terrorista, es una etapa de ese proyecto. El presidente
norteamericano ya informo además que los EEUU enviaran tropas para
“combatir el terrorismo” para el Congo, Sudán del Sur y la República
Centro Africana si los gobiernos de esos países piden “ayuda”. En el
ámbito de esa escalada, aviones de la USAF bombardean periódicamente a
Somalia para combatir movimientos tribales “aliados de Al Qaeda”.
Cabe preguntar ¿quién será la próxima víctima del
imperialismo colectivo? El comportamiento de los EEUU trae a la memoria
el de la Alemania de Hitler. Primero fue la anexión de Austria; después
Múnich y la posterior destrucción de Checoslovaquia; finalmente la
exigencia de entrega de Dánzig, la invasión de Polonia, la guerra
mundial.
No pretendo establecer analogías. Pero el desprecio
por los pueblos y por su derecho a la independencia es el mismo. Primero
fue Afganistán, después Iraq, en seguida Libia, ahora es Uganda. Siria
está en la mira. Pero Irán es el gran “enemigo de la democracia” a
derrotar.
La Alternativa
El agravamiento de la crisis del capitalismo
simultáneamente financiera, económica, social, energética, militar,
ambiental –colocó en la orden del día el debate en torno del combate al
sistema.
Hay consenso entre las fuerzas progresistas en lo
tocante a condenar al neoliberalismo. Pero las divergencias surgen
cuando la discusión incide sobre la temática de las alternativas y las
estrategias antiimperialistas.
El Foro Social Mundial generó inicialmente una gran
esperanza con su slogan romántico “Otro mundo es posible”. Pero las
sucesivas reuniones del Foro y de los Foros Europeo, Africano, Asiático y
otros hicieron evidente la existencia de posiciones incompatibles. El
Foro proyecta hoy la imagen de una caja de resonancia de discursos
humanistas inocuos que se agotan en la búsqueda de una alternativa
teórica. Para muchos de sus dirigentes el objetivo principal sería una
reforma humanizada del capitalismo, una imposibilidad por su esencia
inhumana. Además, el imperialismo se infiltro entre los organizadores a
través de ONGs de fachada antineoliberal. Es significativo que un
político reaccionario como Mario Soares, el ex presidente de Portugal,
haya aparecido como director del boletín diario de uno de los Foros, en
Porto Alegre.
Michel Chossudovsky
afirmó en un ensayo que los viajes de destacados dirigentes del Foro
Social Mundial son financiados por fundaciones con vínculos sospechosos.
Me incluyo entre aquellos que niegan prioridad a la
formulación consensual de una alternativa al capitalismo. Es inviable.
La tarea inmediata de las fuerzas revolucionarias anticapitalistas debe
ser, en mi opinión, el combate al imperialismo, lo que no excluye el
indispensable debate teórico.
La Historia nos enseña que el imperialismo es más
vulnerable en el corazón del sistema y en las áreas donde concentra su
poder militar en acciones de terrorismo de Estado.
Las guerras perdidas de Iraq y de Afganistán no
fueron solamente desgastantes, absorbiendo centenas de millares de
millones de dólares –y provocando inclusive la separación de generales
que criticaron al Presidente Obama- sino que contribuyeron para el
despertar de la consciencia del propio pueblo de los EEUU.
El imperialismo no se siente amenazado por los
críticos que pretenden reformar el capitalismo. Los tolera bien. Pero
cuando Estados soberanos en países de Ásia, de África o de América
Latina no se someten al sistema, u opta por la guerra (Libia), o fija
como objetivo su destrucción, a corto o largo plazo, por implosión o
violencia.
Es el caso de Venezuela Bolivariana, objeto de dos
golpes de Estado frustrados. Washington recuerda el precedente de Cuba.
No acepta que un país del Hemisferio decida su futuro libremente y opte
por la construcción del socialismo.
El movimiento de los indignados, nacido en España, se
expandió por Europa y llegó a los EEUU, polo del sistema. Ellos no
saben definir lo que quieren, pero saben lo que rechazan. La consigna
“Ocupen Wall Street” y el movimiento “99%” expresan bien el rechazo por
el engranaje capitalista que frente a la crisis de su responsabilidad se
esfuerza por salvar a los banqueros y a las grandes trasnacionales en
tanto empobrece más a la clase media y a los pobres. La brutal represión
desencadenada contra los ocupantes de la Liberty Place, en Manhattan y
en el puente de Brooklyn confirma que el gran capital entró en pánico.
Compañeros:
El mundo está al borde del caos, enfrentando el
peligro de una dictadura mundial del capital, de contornos neofascistas.
Más soy optimista.
Grandes luchas sociales están en curso en Europa y
otras se esbozan en el horizonte. Los trabajadores responden con
gigantescas manifestaciones de protesta en Italia, España, Portugal,
Francia contra las políticas de los gobiernos que pisotean la voluntad
popular, promueven el desempleo, reducen salarios, suprimen derechos
constitucionales, sobrecargan al pueblo de impuestos, en el cuadro de
una estrategia concebida en beneficio del gran capital, y dirigida con
arrogancia y sin pudor por la canciller Merkel y por el presidente
Sarkozy.
Luchar contra esa política que amenaza con desembocar
en la barbarie, paso a ser una tarea revolucionaria. El pueblo de
Grecia está asumiéndola con coherencia y coraje ejemplares. En estos
días combate por la humanidad entera. Veinte huelgas generales en un año
y centenas de huelgas sectoriales son testimonio de ese espíritu de
resistencia popular.
En América Latina, ¡Cuba resiste, Bolivia resiste,
Venezuela Bolivariana resiste! La desesperación del capitalismo no tiene
el poder de ocultar que está condenado a desaparecer, aunque su fin no
tenga fecha en el calendario. La opción es entre civilización y
barbarie.
En este contexto dramático, releer a Marx, estudiar
su obra ayuda a comprender la irremediable decadencia del capitalismo.
Nadie como él analizó y comprendió el sistema de explotación del hombre
que entonces oprimía a la clase trabajadora y que hoy continúa
oprimiéndola.
Es reconfortante registrar que las campañas de
satanización del socialismo y destacadamente del pensamiento marxista no
produjeron los efectos pretendidos. Estamos asistiendo al renacimiento
de la palabra del marxismo.
Para esa realidad es especialmente valiosa la
contribución de filósofos de Europa y de América Latina, cuya reflexión
creativa tiene como complemento el trabajo militante de pensadores
revolucionarios en el desmontaje de los engranajes del capitalismo y en
la denuncia de los crímenes del imperialismo. Me permito citar entre
muchos al italiano Doménico Losurdo, al húngaro Istvan Meszaros, a los
franceses Georges Labica y Jean Salem, a los estadounidenses James Petras y Noam Chomsky, al canadiense Michel Chossudovsky, a los cubanos Martínez Heredia y Osvaldo Martínez, al argentino Claudio Katz.
Compañeros:
Mikis Theodorakis, el gran artista griego, afirmó
hace días que si Grecia se sometiese a las exigencias de los llamados
“socios europeos” sería su fin tanto como pueblo tanto como nación”
Enunció una evidencia válida para otros pueblos. ¿Qué
hacer entonces? Lenin afirmó que no hay revolución victoriosa sin
teoría revolucionaria.
Creo, compañeros, que para todos nosotros, reunidos
en esta ciudad de Maracaibo, en la República Bolivariana de Venezuela,
vanguardia de la lucha antiimperialista en América Latina, la única
alternativa válida a la barbarie capitalista es el socialismo.
Realista, me permito terminar con palabras del gran filosofo marxista español Adolfo Sánchez Vázquez:
“El socialismo del futuro solamente llegará a ser
realidad si, a partir de la densa neblina de tergiversaciones y
confusiones, permanece como objetivo estratégico para el cual hay que
avanzar, sean cuales fueran los pasos intermedios, rodeos o recodos con
los que haya que contar”.
Miguel Urbano : Escritor portugués, ex diputado al Parlamento del Consejo de Europa.www.odiario.info |
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20 diciembre, 2011
Petróleo y gas libios : los nuevos cruzados de Occidente fabricaron una rebelión en Benghasi y satanizaron a Gaddafi
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