Compatible con el diagnóstico que presentó la Sedena ante los
diputados, el mapa del narcotráfico se reconfigura con el cártel de
Sinaloa a la cabeza. Pese a los embates de las fuerzas federales, los
cárteles de la droga que operan en México parecen estar más fuertes que
nunca, según otros documentos oficiales consultados por Proceso. Hoy,
cuatro años después de que el presidente Felipe Calderón emprendió la
guerra contra el crimen organizado, han irrumpido en la escena
organizaciones que antes eran de bajo perfil, como La Familia
Michoacana, que tiene presencia en 12 entidades del país, además de Los
Zetas y el Cártel de Jalisco Nueva Generación.
La guerra contra el narcotráfico iniciada por la administración
calderonista hace poco más de cuatro años sólo ha servido para que los
cárteles mexicanos refuercen sus estructuras y tejan alianzas, pero
sobre todo para que extiendan sus dominios en todo el territorio
nacional. Hoy, las propias autoridades admiten que han fracasado en su
intento por frenar la escalada de violencia.
A 22 meses de que concluya la presente administración, inmersa en la
guerra contra el narcotráfico, los cárteles controlan ya 71% de los
municipios del país, según el estudio realizado por el Senado a finales
de 2010 (Proceso 1773).
El titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Genaro García
Luna, quien lleva 10 años al frente de las tareas de seguridad,
reconoció el martes 1 de febrero, ante los integrantes de la Primera
Comisión de la Cámara de Diputados, que el gobierno federal no ha podido
consolidar una política de Estado para combatir el crimen organizado.
Las declaraciones del funcionario contrastan con las del propio
Calderón, quien poco antes negó que los cárteles estén operando al
amparo de la protección de funcionarios municipales, estatales y aun
federales. Según García Luna, el gobierno realiza una revisión en las
corporaciones policiacas para combatir a los llamados “infiltrados en el
Estado”, aunque se abstuvo de mencionar nombres.
Las mil cabezas del narco
El despliegue del Ejército y de la Policía Federal a lo largo del
país para combatir el crimen organizado ha sido infructuoso, pues la
violencia no cesa. Además, el tráfico de drogas no sólo permanece
intacto, sino que los cárteles se han fortalecido mediante alianzas
estratégicas.
Estudios oficiales, como Información sobre el fenómeno delictivo en
México, patrocinado por la Presidencia de la República y aún no
divulgado, y Radiografía de los cárteles mexicanos, de la SSP,
consultados por este semanario, dan cuenta de la expansión de los grupos
criminales dentro y fuera del territorio nacional.
Y aun cuando el gobierno ha descabezado a varias organizaciones, ninguna
de ellas ha sido exterminada. Las cabezas cortadas fueron reemplazadas
de inmediato. No sólo eso, en los últimos años surgieron nuevas
organizaciones: el cártel del Pacífico Sur, La Resistencia y el Cártel
de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
La primera surgió en diciembre de 2009 tras la muerte de Arturo Beltrán
Leyva, El Jefe de Jefes. Según la SSP, ese cártel actúa en Guerrero,
Morelos, Michoacán y Jalisco, zonas que durante años dominaron los
hermanos Beltrán Leyva. Sus primeros ajustes de cuentas en Guerrero y
Morelos fueron publicitados por medio de narcomantas y carteles, que
adherían a los cuerpos de sus víctimas.
En cuanto a La Resistencia –también llamada la Triple Alianza–, las
autoridades federales sostienen que se trata de un grupo ligado al
cártel de Sinaloa y que reúne a miembros de La Familia Michoacana, del
cártel del Golfo y de los restos de la organización de los hermanos
Valencia Cornelio.
El CJNG, que irrumpió recién el año pasado, se sabe que está formado por
los operadores de Ignacio Nacho Coronel, ejecutado por marinos en julio
pasado durante un operativo en Zapopan, Jalisco. Desde la caída de
Miguel Ángel Félix Gallardo, en 1989, en la entidad no había una
organización que controlara el trasiego de drogas.
Este cártel y La Resistencia pelean por apropiarse de este territorio,
al que llegan grandes cantidades de precursores químicos que después son
trasladadas a laboratorios de Michoacán, Guerrero, Estado de México y
Distrito Federal para la elaboración de drogas sintéticas.
Ambas organizaciones surgieron en el complejo turístico Paradise Village
de Puerto Vallarta a principios de 2010, luego de la ejecución de
Alejandro Coronel, hijo de Nacho Coronel, quien operaba para el cártel
de Sinaloa, a manos de presuntos sicarios de Los Zetas. Desde antes del
asesinato de Alejandro, la posición de su padre comenzó a debilitarse.
No era bien visto por los integrantes del cártel de Sinaloa por su
cercanía con otros grupos, como el cártel del Golfo. Al ser abatido por
los marinos, la plaza de Jalisco se quedó sin jefe. De inmediato
irrumpieron La Resistencia y el CJNG, que ahora pugnan por dominar no
sólo Jalisco, sino también Nayarit y Colima.
Según informes de inteligencia, el CJNG es dirigido por narcos de
Durango, Sinaloa, Tamaulipas y Estado de México, cuyas edades oscilan
entre 25 y 35 años y poseen mansiones en Guadalajara, Zapopan,
Tlajomulco, Tlaquepaque, Tonalá, Juanacatlán y El Salto. Son ellos los
que enfrentan a las células de La Resistencia, que provienen de los
cárteles de Sinaloa, La Familia Michoacana, el cártel del Golfo y lo que
queda de la organización de los hermanos Valencia Cornelio.
“Son extremadamente violentos, se conoce que utilizan tácticas
terroristas para infundir miedo. Manejan todo tipo de drogas y cuentan
con armamento de alto poder, lo que los hace sumamente peligrosos”,
según el perfil elaborado por la SSP.
Una “Familia” robusta
Diversas fuentes dan cuenta de que en Michoacán, Morelos, Jalisco y
Guerrero otro cártel da muestras de expansión y fortaleza: La Familia
Michoacana.
Esta organización surgió en Michoacán entre 2005 y 2006, tras las
divisiones entre el cártel del Golfo y Los Zetas, liderada por Nazario
Moreno González, conocido como El Chayo, El Doctor o El Más Loco, quien,
según las autoridades, murió en diciembre último durante un
enfrentamiento con el Ejército.
En esa ocasión, el secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional,
Alejandro Poiré, declaró: “Es un hecho el debilitamiento y repliegue de
esa organización delictiva, y por las acciones emprendidas seguirán
cayendo otros de sus líderes y operadores financieros, ya que ese es el
compromiso de las autoridades con los michoacanos”.
Sin embargo, declaraciones de testigos contenidas en el expediente
PGR/SIEDO/UEIDCS/018/2010 dan cuenta de la expansión de ese cártel
dentro y fuera de México. Tras la presunta muerte de Nazario Moreno, por
ejemplo, La Familia Michoacana dio muestras de su dinamismo. Por
principio, Jesús Méndez Vargas, El Chango, asumió el liderazgo y fueron
reemplazados los mandos caídos o asesinados.
El documento contiene los testimonios de los testigos protegidos Carlos y
Emilio, quienes afirman que La Familia Michoacana amplió sus
operaciones criminales en los últimos cuatro años y que hoy está bien
posicionada en por lo menos 12 estados.
La tierra natal de Nazario Moreno, Apatzingán, sigue siendo la base de
operaciones del grupo y en la actualidad tiene presencia en Guerrero,
Colima, Sonora, Jalisco, Guanajuato, Estado de México, Distrito Federal,
Querétaro, Chiapas, Tamaulipas, Sonora y Baja California.
El año pasado, al ser capturado Arnoldo Rueda Medina, La Minsa, su
principal operador, la organización tuvo que reestructurarse. Servando
Gómez Martínez, La Tuta, comenzó a tomar el control, hasta convertirse
en el coordinador de todas las plazas donde está afincada La Familia
Michoacana, según declaró Emilio.
El testigo protegido refiere que cuando algún miembro del cártel muere o
es detenido, el más cercano a esa posición cubre la vacante. Así
sucedió tras el arresto de La Minsa. Su lugar fue ocupado por La Tuta,
quien estaba al frente de las plazas de Lázaro Cárdenas y Arteaga y
había tomado decisiones importantes.
El organigrama de La Familia Michoacana permite conocer su nivel de
organización y el crecimiento que ha mostrado en los últimos cinco años.
Debajo de La Tuta está Enrique Plancarte, El Kike, quien se encarga de
la contabilidad y administración de los bienes de la empresa criminal;
además, es él quien adquiere la cocaína directamente a los narcos
colombianos.
Según el testimonio de Emilio, las tareas del Kike no terminan ahí. Él
coordina también a los contadores del cártel y es el responsable de
operar los embarques de droga a Estados Unidos. El declarante asegura
que La Familia Michoacana trafica cocaína, crystal, ice, heroína,
mariguana y toda la variedad de drogas sintéticas.
Otra de las piezas clave de la organización es Juan Reza Sánchez,
Juanito, considerado brazo derecho de El Chango Méndez. Es reconocido
como consejero y artífice de las operaciones logísticas, y se hace
acompañar de un gatillero conocido como El Alacrán.
Aunque el gobierno sostiene que La Familia Michoacana está debilitada,
lo cierto es que aún tiene jefes en todas las plazas del estado. En
Lázaro Cárdenas el encargado es un hombre a quien llaman El Chamuco. En
Carácuaro está al frente Jorge Fuentes Maldonado, El Rojo; en Caleta de
Ocampo, El Moreno es el líder.
Hilario López Morales, El Gato, coordina Zitácuaro, Benito Juárez,
Tuxpan, Jungapeo y Susupuato. En Lombardía e Infiernillo la cabeza es un
sujeto apodado El Chivas, familiar de El Chango Méndez; mientras que
Aguililla y Nueva Italia están en manos de La Estrella.
Uruapan está bajo control de un empresario aguacatero de apellido
Ortega; Tuzantla es el feudo de Horacio Morales; Nocupétaro es dominio
del H-10; en Ciudad Hidalgo, Maravatío, Aporo, Tlapojahuac y Epitacio
Huerta es Omar Tafoya, El Gori, quien domina el territorio. Fuera de
Michoacán La Familia también tiene representantes: en Guanajuato el jefe
es Ramón Moreno Madrigal, El Llavero; en Guerrero era Rogaciano Alba,
Don Roga, quien antes de su detención operaba con apoyo militar; en
Sonora, el jefe de plaza es El Tinaco Morales, aunque en esa entidad La
Familia Michoacana trabaja en alianza con el cártel de Sinaloa.
Otro sujeto conocido como El Conta es jefe de plaza en el Estado de
México, donde, según los datos confirmados por Proceso, operan unas 80
personas de esa organización criminal; en Querétaro, el representante es
El Rivas.
Los dominios de La Familia Michoacana también se extienden a Guatemala.
En ese país centroamericano el jefe es un guerrerense conocido como El
Paisano. Según su ficha criminal, él es responsable de enviar droga
hasta la frontera con Chiapas, desde donde se mueve con protección
policiaca.
La repartición del mapa
Pese a la movilidad militar y policiaca y al empeño de Felipe
Calderón de mantener la lucha contra el crimen como principal eje de su
gobierno, los cárteles se mantienen firmes, no obstante las bajas de los
últimos meses.
El del Golfo, por ejemplo, sigue funcionando en 10 estados pese a la
muerte de Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, abatido en
Tamaulipas en noviembre pasado por efectivos de la Marina. El grupo
opera bajo las órdenes de Eduardo Costilla Sánchez, El Cos, quien entró
en negociaciones con La Familia Michoacana desde que la encabezaba
Nazario Moreno.
El Chayo era un viejo conocido de Costilla Sánchez. De hecho, Moreno
entró al negocio del narcotráfico por medio de Carlos Rosales, Carlitos,
un operador del cártel del Golfo en Michoacán que hoy se encuentra
preso, e inició su carrera en Tamaulipas.
Tras sellarse la alianza entre los cárteles del Golfo y La Familia, ésta
comenzó a operar el tráfico de drogas a través de Tamaulipas, lo que
enojó a Los Zetas y a su líder, Heriberto Lazcano, El Lazca, quienes
terminaron por romper con el cártel del Golfo y consolidaron su propia
organización.
Los Zetas son tan fuertes que la agencia antidrogas de Estados Unidos
(DEA, por sus siglas en inglés) los considera una amenaza para la
seguridad nacional de su país, pues han detectado su presencia en todo
el Valle de Texas.
En México ese grupo tiene presencia en 10 estados, entre ellos
Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Campeche, Tabasco, Veracruz, Puebla e
Hidalgo.
Según el mapa del narcotráfico mexicano, el cual está reforzado con
información de la SSP, la principal organización que opera en México es
el cártel de Sinaloa, cuya fuerza creció al aliarse con el cártel del
Golfo, La Familia Michoacana y La Resistencia. Otro bloque lo integran
Los Zetas, el cártel de Tijuana, el cártel de Juárez y el cártel del
Pacífico Sur. Hasta el momento, el CJNG trabaja de manera independiente.
Llama la atención el poder creciente del cártel de Sinaloa pese a los
embates del gobierno. La organización que encabeza Joaquín Guzmán Loera,
El Chapo, es vista por la firma estadunidense Stratfor como un grupo
criminal que pronto podría dominar el negocio del narcotráfico en el
mundo.
Para la principal consultora estadunidense en temas se seguridad, el
cártel de Sinaloa “puede convertirse en la entidad dominante del crimen
organizado. Pese a tener muchos enemigos, como Los Zetas, tiene una
ventaja: cada una de sus piezas controla una ruta diferente”.
Ese grupo criminal está presente en gran parte de la frontera con
Estados Unidos, desde Tijuana hasta Ciudad Juárez, en una franja que
limita con California, Arizona, Nuevo México y Texas.
En el crimen organizado hay una máxima: el que controla la frontera
domina el negocio. En esa lógica, el cártel de Sinaloa no parece tener
enemigos.
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