28 diciembre, 2011

Senadores, hagan su trabajo y pónganse manos a la obra. Mike Brownfield



En la portada del sitio web de la Casa Blanca, hay un reloj que va contando, segundo a segundo, lentamente, los días, horas, minutos y segundos que faltan para que expiren las “vacaciones” fiscales de los impuestos sobre la nómina y el pueblo americano note el efecto donde importa — en el bolsillo. Y justo al lado de ese reloj hay un mensaje echando la culpa directamente a la Cámara de Representantes. Pero hoy el verdadero culpable de este descalabro es el Senado que, justo ahora, se ha ido ya de vacaciones para celebrar las fiestas con la familia mientras Washington está en un atolladero.


En una poco frecuente aparición ayer en la sala de prensa de la Casa Blanca, el presidente Barack Obama reiteró su mensaje, culpando de la falta de acción en Washington a “una facción de republicanos de la Cámara de Representantes” y a que se “rehusan a cooperar” con el Senado — como si el trabajo de los miembros del Congreso fuese trabajar juntos y llevarse bien sólo para hacer avanzar la agenda del presidente, al margen de si es lo correcto para la nación. Como recordatorio, este es el mismo presidente que no se ha reunido con los líderes republicanos del Congreso en cinco meses y que ahora está alabando el gran logro de un Senado que ha fracasado en aprobar un presupuesto por casi 1,000 días bajo la dirección del líder de la mayoría Harry Reid (D-NV).
Como no le sorprenderá saber hay, por supuesto, más de lo que el presidente deja entrever. He aquí lo que Ud. necesita saber sobre la última parálisis de Washington que, desafortunadamente, sigue en la línea de mucho de lo que Estados Unidos ha experimentado durante el pasado año.
En cuestión de días, las “vacaciones” fiscales de los impuestos sobre la nómina expirarán. A la vez, se recortarán severamente las tasas para médicos y hospitales que presten servicios de Medicare y se agotarán las semanas suplementarias de seguro de desempleo para los desempleados de larga duración. Nada de esto es inesperado. Esta no es una calamidad no prevista que haya agarrado a Washington por sorpresa. Lo vieron venir y ha estado en su lista de cosas pendientes por hacer desde el pasado diciembre — pero aquí estamos, esperando una resolución del Congreso y viendo a republicanos y demócratas señalarse con el dedo entre sí.
Alison Fraser, directora del Instituto Roe para los Estudios de Política Económica de la Fundación Heritage, describe el estado de la situación en el Congreso hoy:

En algo que dice mucho a su favor, la Cámara aprobó un proyecto de ley que, aunque no perfecto, al menos impediría el aumento de impuestos que se cierne sobre todos los trabajadores americanos, ampliaría el seguro de desempleo y prevendría los recortes de los proveedores de Medicare con otro “doc fix” para un año completo. Además de estas tres políticas clave, la Cámara también incluyó algunas políticas útiles para la creación de empleo, así como un cambio importante para arreglar las cuentas de Medicare, fortaleciéndolo por tanto para los jubilados de hoy y de mañana. Este cambio es crucial para abordar el problema fiscal más grande y acuciante de la nación — nuestra crisis de los derechos a beneficios.
De alguna forma esto resultó ser demasiado para el Senado. Incapaz de hacer el trabajo bien, aprobaron una raquítica ampliación de dos meses de estas tres políticas y rápidamente se marcharon de Dodge, alias “la Capital de la Nación”. De alguna forma se supone que esto nos va a servir de alivio pensando que [Reid] y el resto de sus colegas del Senado son capaces de atender los asuntos del pueblo.

El problema con el plan de dos meses del Senado es que deja mucho por hacer y deja abandonada a mucha gente. Los trabajadores americanos no tienen ni idea de si sufrirán o no un aumento de impuestos cuando la ampliación expire. Los empleadores absorberán costos adicionales y tendrán que enfrentarse a más obstáculos al tener que cambiar sus sistemas de nóminas para seguirle el ritmo a Washington y su política del día — y será aún más doloroso para los pequeños negocios que hacen las nóminas a mano. En pocas palabras, es una política terrible y el pueblo americano merece algo mejor.
Para hacer que esto nos sepa más amargo aún, como explica Fraser, el Senado coló un poco de rancia lucha de clases al limitar “la cantidad de ingresos que califican para el alivio de los impuestos sobre la nómina de forma que los que están en el tramo superior de ingresos no obtienen más que su “parte justa” del alivio fiscal durante este breve periodo de dos meses”. Y lo pagaron aumentando las cuotas sobre Fannie Mae y Freddie Mac. Aunque tales cuotas podrían haberse utilizado para mejorar las horribles finanzas de esas agencias de la vivienda patrocinadas por el gobierno federal, claro que más bien se están usando para pagar más gastos y compensar los costos de un aumento de impuestos.
Y en esta tesitura está Estados Unidos. La Cámara está en una esquina. El presidente está en otra. Pero los senadores marcaron tarjeta y se fueron de vacaciones a casa en vez de atender los asuntos del pueblo y alcanzar un compromiso. Aunque el presidente Obama querría que creyésemos que la culpa reside en la Cámara, es el Senado el que no ha cumplido su cometido. Y por el bien del pueblo americano, deberían volver a Washington y ponerse manos a la obra para alcanzar un acuerdo

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