En la céntrica calle de Qasr al Aini, donde tienen lugar los choques, un muro de hormigón levantado a toda prisa por el Ejército en las últimas horas no impedía esta mañana que centenares de manifestantes lanzaran piedras contra el edificio del Gabinete, en la calle aledaña de Sheij Rihan, según pudo comprobar Efe.
En la azotea de este inmueble, algunas decenas de hombres vestidos de paisano apedreaban a su vez a los manifestantes.
Por su parte, un manifestante, Saad Zaglul, afirmó a Efe que los acampados ante la sede del Gobierno, que fueron desalojados de forma violenta por el Ejército la madrugada del viernes, son “revolucionarios pacíficos” y que entre ellos hay infiltrados “baltagueya” (matones) que intentan sabotear la protesta.
“Los restos del Partido Nacional Democrático (del expresidente Hosni Mubarak) contrataron a ‘baltagueya’ para demostrar que los revolucionarios son saboteadores”, aseguró el manifestante.
La sede de esta institución, situada en la esquina entre Qasr al Aini y Sheij Rijan, se quemó ayer por completo y del edificio, que albergaba centenares de miles de libros antiguos, solo quedaban en pie las paredes humeantes después de que el techo se hundiera.
Uno de los sucesos más comentados entre los manifestantes hoy era la paliza que ayer recibió una mujer, a quien los policías desnudaron y propinaron patadas en la cabeza y el pecho.
Las imágenes que muestran estos hechos se han difundido con rapidez en internet y los medios de comunicación, y hoy la fotografía de la manifestante semidesnuda rodeada de policías es portada en el periódico revolucionario egipcio “Al Tahrir”.
Tanto en Qasr al Aini como en la plaza Tahrir se congregaron centenares de curiosos que formaban grupos en todas las esquinas para comentar los sucesos de las últimas horas.
Algunos niños correteaban de un lado a otro e incluso subían al muro de hormigón para lanzar gritos a los soldados apostados tras la pared.
En varios puntos de la calle Qasr al Aini, algunos vendedores comenzaron a distribuir cascos de obra de colores brillantes mientras otros montaron improvisados tenderetes en los que manifestantes y curiosos podían adquirir pan o boniatos.
Por: Mohamed Siali y Laura Millan Lombraña
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