Su condición de mormón y de exgobernador de un estado de corte izquierdista, Massachussets, son los elementos biográficos de Romney que siembran más dudas entre el electorado republicano de Estados Unidos, al que ha solicitado por segunda vez ser su candidato a la Casa Blanca, con éxito de momento en Iowa (25%) y New Hampshire (39%).
Hijo del exgobernador republicano de Michigan (norte) George Romney, que compitió sin éxito en 1968 por la nominación republicana, Mitt Romney, de 64 años, ingresó en la política tardíamente. Graduado de Harvard, este ex empresario hizo su fortuna al frente del fondo de inversión Bain Capital.
Por eso se presenta como el único candidato capaz de derrotar a Barack Obama, cuya política económica critica duramente.
Fue gobernador de Massachusetts (noreste) de 2003 a 2007, pero sufrió dos grandes fracasos:
en 1994 se presentó como candidato al Senado pero fue derrotado por Ted
Kennedy, hermano del ex presidente asesinado John F. Kennedy. Y en 2008
perdió la nominación republicana que quedó en manos de John McCain.Pero es difícil superar la tenacidad de este mormón.
Cuando viajó a Francia como misionero de su iglesia en 1966, se dedicó durante 30 meses a leer la Biblia, estudiar francés e ir de casa en casa captando fieles. A Romney no le importaba que los franceses le cerraran la puerta a los misioneros estadounidenses. Aprendió a ser perseverante.
Cuatro décadas más tarde es a los votantes republicanos a quienes necesita convencer. Sus adversarios conservadores lo acusaron de haber creado en Massachusetts un sistema de seguro de salud que parece hermano del impuesto en 2009 por Barack Obama a nivel nacional.
Romney se defiende explicando que lo que sirve en un estado no sirve en todo el país y que su primera decisión como presidente será abolir la reforma de salud de Obama.
Su etiqueta de moderado es una desventaja en una campaña republicana que se inclina hacia la derecha. Y su fe mormona no le ayuda entre los cristianos evangélicos, que constituyen un segmento importante del electorado conservador.
De físico atlético, mandíbula cuadrada y sienes canosas, Romney tiene buena presencia. Pero suele ser criticado por su estilo “robótico”, con discursos que parecen aprendidos de memoria y falta de espontaneidad.
Descrito como el candidato del poder y del dinero, Romney fue también atacado por parecer desconectado de la gente de la calle, como cuando propuso a principios de diciembre, en pleno debate televisado, una apuesta de 10.000 dólares a uno de sus adversarios.
A Mitt Romney también se le ha acusado de haber multiplicado los despidos cuando dirigía el fondo de inversión Bain Capital, donde reestructuraba empresas cuyos activos eran más tarde revendidos a precios mucho más elevados. El candidato, sin embargo, se precia de su trayectoria como empresario, alejado de los pasillos del poder en Washington que los votantes republicanos detestan.
“Mitt no es un político de carrera. Pasó la mayor parte de su vida laboral en el sector privado, lo que le dio un conocimiento profundo del funcionamiento de nuestra economía”, asegura su biografía oficial.
Romney también aprovecha su imagen de salvador de los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City, en Utah (oeste) en 2002, cuando corrían el riesgo de caer en bancarrota por mala gestión. El éxito financiero de estos Juegos lo transformó en un héroe no sólo en Utah, el estado donde tiene su sede la Iglesia mormona, sino en todo Estados Unidos
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