29 enero, 2012

Cómo subdesarrollar a la Argentina en diez lecciones – por Adrián Ravier


Hasta 1935, EE.UU., Canadá, Australia y Argentina tenían un desarrollo y un PIB per cápita similar, en torno a los $5,000, lo cual les permitía ser cuatro de los países más ricos del mundo. Para explicar esta situación, uno encuentra ciertos factores comunes entre ellos, como la riqueza natural de sus recursos, la gran extensión de su territorio, los marcos constitucionales, la apertura económica, un modelo eminentemente agroexportador, la inmigración europea, un Estado muy pequeño, escasas regulaciones y estabilidad monetaria.


Pero en los siguientes 75 años el desarrollo de Argentina se torna mucho más lento y débil que el de los otros tres países mencionados. Claramente, la inestabilidad política y las políticas económicas adoptadas por diversos gobiernos —como el modelo de sustitución de importaciones— fueron exitosas en mantener al país subdesarrollado, lejos de los estándares de otros con características similares.
La lección clave que el lector encontrará en este artículo es que evitar el desarrollo implica colocar todo tipo de trabas sobre las fuerzas creativas de los empresarios, evitando el ahorro y con ello la inversión local y extranjera.
La lección clave que el lector encontrará en este artículo es que evitar el desarrollo implica colocar todo tipo de trabas sobre las fuerzas creativas de los empresarios, evitando el ahorro y con ello la inversión local y extranjera.
El siglo XXI, sin embargo, presenta desafíos adicionales para los hacedores de políticas públicas, en comparación con las seis décadas anteriores. El contexto internacional es nuevamente favorable —como lo fue antes de la Primera Guerra Mundial—. China se ha convertido en la nueva fábrica del mundo y Argentina, como otros países latinoamericanos, tiene condiciones naturales excelentes para proveer de materias primas a ese país. Los precios de los commodities en niveles récord hacen mucho más difícil la tarea de mantener subdesarrollada a la economía argentina. Después de todo, las palabras del ex presidente Eduardo Duhalde resuenan en la cabeza de muchos: “Argentina está condenada al éxito”.
Veamos entonces qué ha hecho el Gobierno para impedir el desarrollo de la economía argentina desde el 2003, para poder evaluar en las conclusiones sus consecuencias.
Lección I
Está claro que el desarrollo económico de un país en el largo plazo depende del nivel de inversión. Los precios récord de loscommodities generan un extraordinario estímulo para extender la siembra hacia tierras vírgenes, importar tecnologías con las cuales aumentar la productividad, y aprovechar la ocasión única de ofrecer materias primas a China y —por qué no— a la India y a Brasil. Para detener la mayor amenaza al desarrollo, las autoridades han sumado a la ya excesiva estructura tributaria retenciones a las exportaciones del orden del 35%, que automáticamente se deducen de las divisas que entran al país.
Lección II
Por supuesto que la mayor demanda global de nuestros productos implica una oportunidad única para desarrollar aún más la industria de la carne, la leche, los vinos, etc.; esto es, aquellos productos que representan la ventaja comparativa del país, lo cual eleva en el corto plazo sus precios, al menos hasta que este efecto sea acompañado con aumentos de producción. El Gobierno ha tomado la decisión de fijar controles de precios máximos sobre dichos bienes, además de prohibir en muchos casos la exportación, con la idea de reducir los márgenes de ganancia y evitar cualquier tipo de nueva inversión en esos mercados. Y no sólo eso, sino que ha presionado y amenazado a los empresarios que intenten aumentar sus precios en busca de un mayor beneficio, lo cual claramente ejerce presión para evitar el desarrollo de nuevas inversiones.
Lección III
A las mencionadas presiones locales había que agregarles un nuevo condimento. Consistió éste en que el Gobierno prohibió a las empresas la importación de algunos insumos básicos, clave para el desarrollo de sus emprendimientos, además de fijar aranceles en otros que aumenten su costo de importación. Con esto garantizamos que las empresas enfrenten cuellos de botella que les impidan el desarrollo.
Lección IV
Otro de los problemas centrales e históricos de Argentina han sido los magros salarios que perciben los jubilados y pensionados. El problema podría solucionarse en el largo plazo con un sistema de administración privada de pensiones, como el que ha practicado Chile. Sin embargo, a un sistema defectuoso, implementado en la década de los 90, el Gobierno le ha eliminado toda posibilidad de solución, estatizando las pensiones. Los 100,000 millones de pesos (o $30,000 millones) fueron consumidos en cuatro años, para evitar todo posible retorno a un proyecto que durante toda una década había financiado inversiones de capital que podían generar cierto desarrollo del país.
Lección V
Por supuesto que ese gasto público excesivo (que aumentó del 30 al 45% del PIB), basado fundamentalmente en el dinero obtenido de las pensiones, además de la mayor presión tributaria, genera un estímulo de demanda que produce en el corto plazo un mayor crecimiento y hasta mejores salarios para los trabajadores. El Gobierno atentó entonces contra esa mejora, imprimiendo moneda y generando inflación. De este modo, el aumento nominal de los salarios y el mayor beneficio empresarial de algunas firmas fueron acompañados con una tasa de inflación del mismo nivel, para limitar así el aumento del poder adquisitivo que los salarios percibían.
Lección VI
Sabemos también que la estabilidad monetaria de un país se podría garantizar con una buena cantidad de reservas en dólares en el Banco Central, suficientes como para actuar cuando sea necesario y sostener así un tipo de cambio relativamente fijo, entre bandas. Qué mejor entonces que exigir al Banco Central que utilice esas divisas para cancelar compromisos con el FMI. De este modo se reducen dichas reservas, al tiempo que nos quitamos al mayor auditor del mundo de encima, y así espantamos aún más toda posible inversión.
Lección VII
El contexto internacional favorable ha generado un tremendo desarrollo de inversiones de capital en Latinoamérica. La inversión extranjera directa se ha concentrado en estos años en los países que justamente proporcionan a China los insumos necesarios para producir los bienes que consume el mundo entero. Entonces el Gobierno adoptó como política el nacionalismo, alineado con Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, a fin de incrementar el riesgo país y evitar cualquier tipo de inversión. La política nacionalista tiene dos objetivos: mientras por un lado lleva a que el país reciba muy poco capital, se estimula también la fuga de capitales, lo cual hace inviable cualquier desarrollo de largo plazo.
Lección VIII
Un país de extenso territorio necesita las mejores aerolíneas que puedan tornar accesible el traslado de empresarios por todas sus ciudades. Las provincias sólo podrán reducir la dependencia de gasto público nacional si logran recibir a una serie de empresas con inversiones sustentables de largo plazo, que a su vez podrían elevar la recaudación tributaria. Para evitar este riesgo, que hubiera ayudado al desarrollo, el Gobierno decidió estatizar Aerolíneas Argentinas y sostener una política de “cielos cerrados”, donde ninguna otra aerolínea pueda prestar el servicio. Para disimular, se permitió a la compañía LAN operar en forma limitada, pero sus vuelos no alcanzan todavía a más del 10% de los vuelos locales de Argentina.
Lección IX
Otro aspecto fundamental para mantener al país en el subdesarrollo consiste en evitar que el riesgo país descienda. Para ello basta incumplir los compromisos con el exterior, no pagarle al Club de París y evitar todo acuerdo. No sólo esto: mejor aún es estafar a los acreedores que esperan cobrar intereses de la deuda en torno a la tasa de inflación, para lo cual el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) se ha preocupado por simular una tasa de inflación que es un tercio de la real.
Lección X
Finalmente, un medio para generar el desarrollo es mantener un mercado laboral flexible, que permita que empleadores y trabajadores lleguen a acuerdos laborales que garanticen la generación de empleo. Por supuesto que el contexto ayuda en este punto; por eso es necesario redoblar la apuesta y ofrecer incentivos contrarios. Basta entonces brindar Planes para Trabajar, o Planes para Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, y con ello crear incentivos para mantener improductiva la fuerza laboral. La medida también puede acompañarse con mucho empleo público, fundamentalmente en las provincias, y con ello mantener una estructura de poder que garantice los votos de las elecciones futuras, para sostener al mismo tiempo la continuidad del modelo.
Reflexión final
La economía argentina ha mostrado en la última década una rápida recuperación de la depresión del 2001 y 2002, dejando entrever que los esfuerzos del Gobierno por evitar el subdesarrollo, al menos hasta ahora, no han dado resultados.
La conclusión a la que llegamos es que mantener a un país como Argentina en el subdesarrollo puede ser aún más difícil que acompañarla en su desarrollo, y más todavía cuando los vientos empujan a la economía hacia delante.
Tras las elecciones —y viendo los continuos fracasos que estas medidas tuvieron—, el Gobierno está nervioso y ya prepara un nuevo arsenal de medidas con las que hacer más profundo el subdesarrollo del país. La primera apunta a mayores controles en torno a la compra y venta de dólares, para alentar una mayor fuga de capitales. Con otra se pretende doblar la apuesta en la expansión del gasto público, por lo que el presupuesto del 2012 plantea un aumento del 35% del gasto nominal, en relación con el del año anterior. Una posible Ley de Tierras, aunque inconstitucional, apuntaría también a evitar que cualquier extranjero compre tierras en el país y explote su producción. Incluso se ha comprendido que fue un error no pagar al Club de París, siendo mejor cancelar el compromiso con el fin de abrir la puerta del endeudamiento, un aspecto que ha quedado pendiente en los dos Gobiernos anteriores.
El objetivo final es retornar a los niveles del PIB per cápita del 2002, y en las elecciones se ha prometido que no habrá descanso hasta conseguirlo.

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