31 enero, 2012

De cómo México pierde y Slim gana

Él está en su papel de acumular dinero; entre más, mejor. En este caso “no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre”: el Estado.

Leo Zuckermann
Es un escándalo: México tiene los precios más caros de las telecomunicaciones de los 34 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Y si pagamos mucho los mexicanos por los servicios de telefonía fija y móvil, además del acceso a banda ancha, se debe a la dominancia que tienen las empresas de Carlos Slim en estos mercados.


No es gratuito que el propietario de Telmex y Telcel sea el hombre más rico del mundo. Desde que se privatizó la telefonía fija en México en 1990 —con un título de concesión que además otorgaba el derecho de explotar la telefonía móvil, en ese entonces casi inexistente—, Slim ha acumulado una vasta fortuna producto de sus prácticas monopólicas. Como durante mucho tiempo fue la única compañía telefónica, sin competencia alguna, estableció precios caros y, gracias a esto, acumuló rentas extraordinarias. Es cierto que hoy en día Slim ya no tiene el monopolio de las telecomunicaciones en México, pues no controla 100% del mercado. Pero sigue siendo el jugador dominante con “80% del mercado de telefonía fija y 70% del de telefonía móvil”. Esto de acuerdo con el Estudio de la OCDE sobre políticas y regulación de telecomunicaciones en México, publicado ayer. Se trata de un análisis serio, elaborado por la Dirección de Ciencia, Tecnología e Industria de la OCDE, a petición del gobierno mexicano. Lo elaboraron especialistas internacionales en la materia que siguieron criterios académicos y estándares rigurosos de investigación.
Vale mucho la pena el análisis de este estudio. Comienzo con un dato escandaloso: “La pérdida de bienestar atribuida a la disfuncionalidad del sector mexicano de las telecomunicaciones se estima en 129 mil 200 millones de dólares (2005-2009), es decir, 1.8% del PIB anual”.
¿A qué se debe esta pérdida que hemos tenido que asumir todos los mexicanos? Responde el reporte: “México desmerece cuando se le compara con otros países de la OCDE que han desarrollado mercados más abiertos y competitivos, y que han distribuido los beneficios resultantes a los consumidores”. Y es la falta de competencia en el sector la que “ha dado por resultado una escasa penetración (suscriptores por cada 100 habitantes) en los mercados de telefonía fija, móvil y de banda ancha, lo que coloca a México en los lugares 34, 33 y 32, respectivamente, de los 34 países de la OCDE”.
Slim, por un lado, obtiene ganancias extraordinarias que casi duplican el promedio de la OCDE: “En 2008, Telmex registró un margen de ganancias antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones (EBITDA) de 47%, mientras que el margen promedio de los principales operadores en los países de la OCDE fue considerablemente menor. Por ejemplo, el promedio de Canadá, Francia, España, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos fue de 28%. En 2008, Telcel, el principal operador de telefonía móvil en México, alcanzó un margen de EBITDA de 64%, mientras que el margen promedio de los operadores de telefonía móvil en otros países de la OCDE fue de 37.6%”.
Pero, por otro lado, Slim no invierte sus ganancias extraordinarias en mejores redes: “Respecto a la inversión per cápita en telecomunicaciones, México ocupó el último lugar, mientras que la demanda acumulada y la necesidad de una cobertura más amplia crearían expectativas de un programa de inversión más ambicioso. La suma acumulada de inversión per cápita en telecomunicaciones durante el periodo de 2000 a 2009 ascendió a 346 dólares, comparada con el promedio de la OCDE de mil 447 dólares”.
El estudio de la OCDE revela que Slim es uno de los monopolistas más exitosos de la historia: precios caros, rentas extraordinarias, poca inversión y servicios deficientes. Pero Slim no tiene la culpa. Él, como empresario, está en su papel de acumular dinero; entre más, mejor. En este caso “no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre”, es decir, el Estado mexicano, que ha tolerado las prácticas monopólicas en el sector telecomunicaciones, de lo cual hablaré mañana.

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