18 enero, 2012

El notable logro de Ron Paul


Ron Paul junto a su hijo, el senador Rand Paul
 Ron Paul junto a su hijo, el senador Rand Paul

Por Charles Krauthammer
Hay dos crónicas que se desprenden de los comicios de New Hampshire. La noticia es Mitt Romney. El notición es Ron Paul.


Romney obtuvo la mayoría con casi el 40% de los votos, 16 puntos por delante del número dos. La diferencia con sus rivales hace que el resultado sea todavía más decisivo. Rick Santorum y Newt Gingrich quedaron reducidos a resultados distantes a la cola. Rick Perry obtuvo menos del 1% de los votos. Y Jon Huntsman, que lo apostó todo a New Hampshire, acabó en una débil tercera posición con menos de la mitad de los votos de Romney. Prácticamente se mudó al estado -- y después obtuvo exactamente la sexta parte de los votos en unos comicios a seis bandas. ¿A dónde va con eso?
Pero el gran ganador fue Ron Paul. Obtiene el 21% en Iowa y el 23% en New Hampshire, único candidato aparte de Romney con buenos resultados entre dos electorados diferentes, uno más evangélico y socialmente más conservador y el otro más moderado y fiscalmente conservador.
Paul encabeza un seguimiento fuerte, enérgico y muy comprometido. Y es distinto de cualquier otro de los candidatos. Ellos salen a ganar. Él admite que no se ve en el Despacho Oval. Ellos son empresas autónomas de toda la vida que pretenden llegar a la Casa Blanca. Paul sale a levantar un movimiento que sobrevivirá durante mucho tiempo a esta campaña.
 
Paul no es tan candidato como "causa", por citar su discurso de noche electoral en New Hampshire. Razón por la cual ese discurso fue el único pronunciado por un candidato perdedor sincera y casi exultantemente orgulloso. Los demás candidatos tuvieron que simular estar encantados con los resultados.
 
Paul estaba genuinamente encantado con el suyo, porque después de un cuarto de siglo de soledad, está a un pelo de situar en el mapa su querida causa. El libertarismo habrá salido de los márgenes -- esas apuestas de tercera formación patéticas y sin posibilidad ninguna -- para ocupar una posición destacada en el seno de una formación relevante.
 
Mírele ahora. Tendrá cobertura en horario de máxima audiencia, tiene entrevistas en todos lados y lo más importante, recibe respeto por derrotar a todos los demás candidatos Republicanos menos uno. Su objetivo es establecerse líder de la oposición -- oposición en el seno del Partido Republicano.
 
Es el Jesse Jackson de la década de los 80, el que representaba a un sólido electorado afroamericano y activista de izquierdas al que, insistía él, el Partido Demócrata tenía que prestar atención. O el Pat Buchanan (brevemente) de 1992, el que exigía -- y logró -- un papel significativo en representación de los social conservadores en una convención que se suponía iba a ser la coronación simple del moderado George H.W. Bush.
 
Nadie recuerda el discurso de aceptación de la candidatura pronunciado por Bush en 1992. Todo el mundo se acuerda del feroz y desastroso discurso de Buchanan marcado por la hostilidad ideológica. En las convenciones Demócratas, los rigores y los discursos de la plataforma de Jackson atrajeron una atención masiva, haciendo sombra a menudo a los candidatos inofensivos de su formación.
Paul no abandonará antes de la convención Republicana de Tampa. Probablemente no le vaya bien en Carolina del Sur ni en Florida, pero con voluntarios hasta en los estados más olvidados que celebran comicios, va a estar recogiendo apoyos sin parar hasta Tampa. Su objetivo es ser el segundo con el apoyo de más compromisarios, posición de influencia desde la que influenciar a la plataforma y exigir un espacio de participación en horario de máxima audiencia -- antes de dignarse a apoyar al candidato a última hora. Las primeras jornadas de la convención, carente de dramatismo por lo demás, podrían consistir muy bien en Paul.
La convención Demócrata será una farsa televisiva estrictamente guionizada que se deshará en elogios al Príncipe y su mujer y su bondadoso gobierno. La convención Republicana podría protagonizar de forma concebible un importante discurso de Paul instando a la abolición de la Reserva, de la agencia pública de gestión de desastres FEMA y de la CIA; pidiendo el repliegue estadounidense de todas partes; accediendo pasivamente a la bomba iraní -- y puede que incluso con la oposición de Paul a la barrera fronteriza por si se utiliza para tener dentro a los estadounidenses. No es lo que se dice el mensaje tranquilizador, medido y equilibrado que una convención Republicana desea trasladar. Para el libertarismo, sin embargo, será un momento histórico: reconocimiento por fin como corriente convencional.
Aparte por un momento su opinión del libertarismo o del propio Paul. Yo considero el libertarismo una importante crítica al estado mastodóntico, no una filosofía de administración pública. En cuanto al propio Paul, me parece un excéntrico muy atractivo, algo desequilibrado, con principios. Pero con independencia de mis opiniones o de las suyas, la realidad simple es que Paul está alimentando su movimiento con vistas a la visibilidad y la legitimidad.
Paul tiene 76 años. Sabe que nunca va a entrar en la tierra prometida. Pero está despejando el terreno al hijo Rand, su heredero mejor situado (Senado frente a cámara baja), más moderado y más elocuente.
Y no importa que usted se sorprenda de los libertarios que practican la sucesión consuetudinaria. Lo que Paul ha forjado ya es un hito, el más relevante de la crónica de esta campaña presidencial hasta la fecha.

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