26 enero, 2012

El verdadero poder perdido de Elba Esther Gordillo

Día con día 

Héctor Aguilar Camín

En una sociedad desorganizada, los grupos organizados tienen doble poder. Pueden ocupar su territorio y ampliarse al que dejan libre los demás.
Un sindicato público en México tiene el doble poder de ser un sindicato que compite por las rentas del Estado y un centro de representación política que compite por los espacios de influencia y poder públicos.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el satanizado SNTE, formación angelical si se le compara con su hermana disidente, la Coordinadora Nacional de lo mismo, la CNTE, se ha extendido sobre los espacios de otros hasta formar, también, un partido político formal, el Partido Nueva Alianza, Panal, que compite por el dinero público destinado a los partidos y por los puestos de elección popular que eligen los votantes.


La tajada de votos del Panal no es muy grande, sólo de 0.6 por ciento, según la encuesta más reciente de Mitofsky. Pero no es esa la verdadera dimensión de su poder, sino el despliegue genuinamente nacional del SNTE por todo el territorio, la calidad de su organización política, el talento de sus cuadros, la estabilidad de su liderato y su disciplina profesional.
A esto hay que agregar unas tesorerías sindicales robustas quizá como la de ningún otro sindicato y ningún otro partido político.
Ese es el verdadero partido político del magisterio, el de la experiencia y especialidad de sus cuadros, su espíritu de cuerpo, su disciplina y su profesionalización para las artes no sólo de la política sindical, sino de la política a secas.
La gran especialidad política del SNTE, su especialidad histórica, es lo que antes era sólo el trámite de la hegemonía abrumadora del PRI y hoy es la arena clave de la competencia democrática: las elecciones.
El ejército de tierra de las jornadas electorales del país es sobre todo el ejército electoral del magisterio. No hay quien no lo quiera como aliado en un día electoral, digan lo que digan, ni quien no lo tema como adversario.
Al SNTE puede hacérsele la misma crítica que al resto de las organizaciones políticas del país: clientelismo, corrupción, cortoplacismo, voracidad y opacidad presupuestarias.
La crítica mayor que puedo hacerle, sin embargo, es que haya puesto su poder acumulado al servicio de la política más que al servicio de la educación.
Este es el verdadero poder que han tenido y dispendiado el SNTE y su lideresa histórica, Elba Esther Gordillo. No han usado su poder para la transformación de su materia de trabajo, la más noble y trascendente de todas: la buena formación de la cabeza y los valores de los niños mexicanos.

No hay comentarios.: