Dicen que el decrépito y senil Fidel Castro
está dedicado a estudiar una serie de cultivos que podrían mejorar la
economía y la salud en su país.
Es dudoso que así sea porque siempre
sus experimentos han fracasado. Sus tratados de siembras de café en la
periferia de La Habana, intentos de zafras de resultados portentosos y
hasta proyectos fantásticos de producción lechera, han sido completos
fiascos.
Sin embargo, hay que reconocer que Fidel Castro ha logrado éxitos en sus cultivos políticos.
El
mejor ejemplo ha sido la transformación de un desconocido paracaidista
venezolano llamado Hugo Chávez a quien moldeó a su imagen y semejanza y
lo transformó en su Delfín.
El tutelaje de Chávez por el camino de
la política se inició en 1989, que es cuando ambos se conocen e inician
una poderosa amistad.
Durante años el sueño de Fidel Castro había
sido apropiarse de Venezuela y obtener la máxima riqueza de esa nación
caribeña: el petróleo.
Al fracasar las últimas guerrillas en la
Patria de Bolívar comandadas por Douglas Bravo, Castro encontró en el
ambicioso y acomplejado Chávez el hombre perfecto para ser guiado y
utilizado en sus estrategias de implantar en América Latina la doctrina
socialista y de paso avivar su guerra personal contra Estado Unidos.
Como
la historia la tergiversan, tanto el gobierno de Cuba como el de
Venezuela colocan el primer encuentro de Fidel Castro y Hugo Chávez
varios años después, en La Habana, el 14 de diciembre de 1994. Pero fue
mucho antes… y en su mayoría en sigilo.
Del encuentro atrasado, escribieron los órganos de información cubanos:
...
vino (Chávez) cargado de sueños y convicciones y, sobre todo, con el
ansia de comenzar a construir lo que devino en una indestructible
amistad.
Desde que puso sus pies en el Aeropuerto Internacional José
Martí y fue recibido por el Comandante Fidel Castro, dijo no merecer
ese honor en ese momento y aspiraba a tenerlo algún día en los meses y
en los años por venir.
Desgraciadamente el tiempo le dio la razón a
ese escrito y el paracaidista venezolano, usando los mecanismos
democráticos, lograría la presidencia del país, abusando más tarde del
poder otorgado por el pueblo y donde quiere permanecer indefinidamente.
En Chile hay en estos momentos otro cultivo político en barbecho.
No
es Fidel Castro quien lo cuida y lo guía, es un grupo selecto de la
Cúpula gobernante quien lleva a cabo la preparación logística de Camila
Vallejo, la ex estudiante universitaria de 24 años, hoy dedicada por
completo a su transformación política.
El Diario Granma, resaltó recientemente la personalidad de esta joven, a la que califica como "una luz en el camino".
Esta
"luz" logró en los meses finales del 2011 proyectar a los estudiantes
chilenos en huelgas indefinidas, donde se reclamaba "una óptima
educación pública”, factor que pocos países pueden darse el lujo de
proporcionar.
Los paros estudiantiles produjeron miles millones de
dólares en daños. La sensatez volvió en parte cuando algunos dirigentes
estudiantiles finalmente se dieron cuenta que no había triunfos sino
derrotas en las manifestaciones, orquestadas por elementos comunistas.
En
gran parte esta manipulación estuvo dirigida por Camila Vallejo, quien
estaba tan segura del triunfo en las elecciones de la Federación de
Estudiantes que partió en gira por Europa. A su regreso fue derrotada en
los comicios universitarios del 6 de diciembre pasado.
La dirigente
indicó que haber perdido la presidencia de la Federación “fue un traspié
no un fracaso” y hoy resta importancia a la derrota.
Camila Vallejo, apoyada por la enorme maquinaria política cubana -más el dinero venezolano- se está preparando para el futuro.
Los
órganos de información cubanos –todos del régimen- destacaron este
martes la aparición de su libro “Podemos cambiar el mundo y su última
intervención pública:
…desde décadas, desde antes de la dictadura
militar, entonces qué estamos esperando para empaparnos del
conocimiento, dentro de las propuestas que tenemos y aplicarlo en lo
concreto, en la práctica cotidiana, en la construcción de mayorías y en
la construcción de poder popular.
De llegar a triunfar este nuevo
producto de la Habana, produciría un descalabro tal al sistema
democrático regional, que sólo podría ser comparable, en el tiempo, al
de su camarada, el ex paracaidista Hugo Chávez Frías.
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