NUEVA YORK (Dow Jones)-Para aquellos que están
obsesionados con la crisis de la deuda de la zona euro y su impacto en
el 2012, tengan esto en cuenta: hay mucho más que podría salir mal.
La opinión generalizada es que la economía de Estados Unidos se
desempeñará mejor este año de lo que lo hizo en el 2011. Esa fortaleza
ayudará a que la economía mundial evite una recesión.
Pero los "si" y las "salvedades" están dispersas a lo largo de esas perspectivas.
Una implosión de la zona del euro, la cual podría arrastrar al
sistema financiero mundial, encabeza la lista de preocupaciones. Sin
embargo, existen otras pesadillas que podrían mantener despiertos a los
inversionistas y economistas: China se desacelera más de lo esperado,
las turbulencias en Medio Oriente se profundizan, los terroristas
golpean nuevamente.
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Si se añade la incertidumbre en torno a
Corea del Norte, inesperados repuntes de la inflación, o un gran
fracaso bancario, no resulta difícil ver cómo la crisis de la zona del
euro podría ser empujada hacia un segundo plano.
Aquí otros tres problemas más para añadir a la lista:
Primero, los consumidores estadounidenses retrayéndose nuevamente.
Las familias estadounidenses han sido resistentes, lo cual ha
impulsado a los productores mundiales. Pero el gasto futuro dependerá de
un mejor crecimiento del empleo y de un crecimiento de los ingresos
superior al de los precios. Si los aumentos de las nóminas decepcionan, o
los costos de la energía y los alimentos se disparan nuevamente,
entonces los consumidores tendrán que reducir otros gastos.
Una demanda menor no sólo perjudica a las empresas estadounidenses,
sino también afecta a los productores extranjeros que cuentan con
Estados Unidos como su mercado más grande.
Segundo, el brote de una guerra comercial entre Estados Unidos y China.
China se ha desacelerado. Si el crecimiento cae más de lo esperado y
aumenta la inquietud social, Beijing podría reaccionar culpando a las
regulaciones de Estados Unidos por la pérdida de trabajo. Las
escaramuzas comerciales siempre son malas, pero serán más peligrosas en
un año en que a los políticos de Washington les beneficia tener una
actitud exigente con China.
Una guerra comercial con todas las letras también conlleva el riesgo
de tasas de interés más altas en Estados Unidos si China reduce sus
compras de deuda del Tesoro. Las crecientes tasas golpearían a las
familias, las cuales no esperan que sean tan vibrantes como para lidiar
con ellas. Otro tropiezo en las viviendas reduciría los empleos en la
construcción y los valores de las viviendas.
Y por último pero no menos importante, un error garrafal en la política fiscal.
Nunca hay que subestimar la capacidad de Washington para arruinar la
economía si se pueden ganar puntos políticos. El riesgo es mayor debido a
que las elecciones presidenciales seguramente serán bastante feas.
Nuevas luchas de poder para extender los recortes impositivos a las
nóminas (nuevamente) y elevar el límite de endeudamiento (nuevamente)
sumarán incertidumbre a la toma de decisiones económicas entre
consumidores y empresas. La reacción usual a la incertidumbre es hacer
nada, lo cual es negativo para el crecimiento.
Ninguno de estos escenarios son una certeza. Pero lo inesperado siempre sucede. Es la única certidumbre de la vida.
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