No cuente con los recortes de Obama para el área de defensa
Los desprestigiados medios de
comunicación pertenecientes a la corriente mayoritaria*, que a menudo
copian las incoherencias que dicen los funcionarios del gobierno, han
promocionado a los aproximadamente 480 mil millones de dólares en
ahorros prometidos para el presupuesto del Departamento de Defensa (DoD
como se lo conoce en inglés) durante el plazo de 10 años como “recortes en materia de defensa”.
En su lugar, estos deberían ser denominados “recortes de Washington” o
“recortes imaginarios” o incluso “recortes fraudulentos”.
Primero, el presupuesto nacional
habitualmente es legislado cada año, así que un gasto proyectado para la
defensa durante un período de 10 años es una mera quimera. El paisaje
estratégico de la política estadounidense interna o externa puede
cambiar dramáticamente incluso de un año a otro. Por ejemplo, las
elecciones presidenciales de 2012 podrían llevar a alguien nuevo a la
Casa Blanca o implicar una revisión significativa de las prioridades del
actual titular si es que resulta ganador. Por lo tanto, el único número
real del presupuesto que cuenta es el que está siendo legislado para el
próximo año en comparación con el total del año en curso.
Segundo, a los cerca de 480 mil millones
dólares en “recortes” de la defensa se los obtiene restándolos de los
gastos de defensa proyectados para los próximos 10 años. Naturalmente,
el Departamento de Defensa proyecta su presupuesto para que se
incremente con el tiempo. Esto se asemeja a cuando los comercios
minoristas remarcan los precios antes de una venta de fin de temporada o
miden los ahorros respecto de un precio de venta minorista sugerido, en
vez del precio que cobran normalmente por el producto—de manera que
pueden afirmar que le están brindando al consumidor un ahorro mayor. El
presidente Obama llegó a admitir este subterfugio cuando dijo que
incluso con estos recortes, el presupuesto del Departamento de Defensa
podría crecer ligeramente con el tiempo—al ritmo de la tasa de
inflación—manteniendo así el mismo valor real del gasto. Por lo tanto,
en Washington, los promocionados recortes en los presupuestos del
gobierno en realidad no son recortes en absoluto, pero los medios de
comunicación reiteradamente compran el fraude.
Tercero, dado el historial de los trucos
y artificios presupuestarios de Washington, la segunda ronda de 500 mil
millones de dólares adicionales en los ”recortes” de la defensa,
provocada por el fracaso del super comité parlamentario para encontrar
recortes del gasto alternativos o aumentos de impuestos, probablemente
nunca sucederá. Si el pasado sirve de guía, cuando el Congreso se pone
una camisa de fuerza presupuestaria, lo hace usualmente sólo para
consumo del público. Los legisladores, bajo una intensa presión de los
cabilderos de defensa, incluidos los servicios militares y sus miembros,
probablemente encontrarán alguna manera de evadir esos recortes, los
cuales no entran en vigor hasta enero de 2013.
Y el secretario de Defensa Leon Panetta y
la cúpula militar ya han estado sentando las bases para ayudar a estos
grupos de presión mediante el uso de frases tales como “escenario
catastrófico” para describir a la segunda ronda de recortes. Pero ese
futuro no es tan sombrío si los Estados Unidos cambian su pensamiento
acerca de su seguridad, estrategia y compromisos en el extranjero.
La nueva estrategia militar es meramente
un reordenamiento de las prioridades y una reducción incremental de los
objetivos para que reflejen los costos crecientes en personal militar y
armas gracias a las grandes ineficiencias en el sistema del Pentágono.
Mucho se ha hecho respecto de la reducción del Departamento de Defensa a
su objetivo de poseer fuerzas suficientes para librar dos guerras
regionales a tener sólo lo suficiente para combatir una guerra y
disuadir o perturbar a un enemigo en un segundo conflicto. No obstante,
este cambio ha estado en proceso durante algún tiempo. El Ejército y el
Cuerpo de Infantes de Marina serán reducidos, porque los EE.UU. al
parecer ya no quedarán atrapados en atolladeros a largo plazo de
edificación de naciones, como los conflictos en Irak y Afganistán. Pero
una vez más, los recortes se producirán a partir de niveles inflados.
Actualmente, el Ejército planea “recortar” de 570.000 a alrededor de
520.000 soldados, pero en los últimos 10 años el Ejército ha crecido
rápidamente hasta alcanzar su fuerza actual desde los 482.000 efectivos
que tenía.
También, el gobierno de Obama planea una
reducción de las fuerzas nucleares de largo alcance desplegadas, que
exige el nuevo tratado START suscripto con Rusia. Estos recortes también
podrían ser ilusorios, ya que muchas veces dichas ojivas son quitadas
del despliegue en virtud de los tratados tan sólo para incurrir en
costos de almacenamiento.
La nueva estrategia establece la meta de
reducir los costos de personal militar, que son un enorme y creciente
rubro del presupuesto del Departamento de Defensa. El Congreso, sin
embargo, siempre con un fervor por proveer a manos llenas más salarios y
beneficios a las tropas, especialmente cuando guerras y elecciones
están en curso, ha vetado incluso pequeños recortes en estas áreas.
Por último, la nueva estrategia en
verdad expandirá la enorme presencia militar estadounidense en Asia—para
contrarrestar el ascenso de China—mediante la remoción de algunos de
los 80.000 efectivos terrestres estacionados en Europa.
Y sí, cualquier segundo conjunto de
recortes probablemente requerirá una reducción adicional de todos estos
objetivos, pero eso no sería catastrófico. De hecho, la seguridad de los
EE.UU. se vería reforzada. Si los Estados Unidos redujesen de manera
significativa su presencia militar en ultramar y la concomitante
intromisión en los asuntos de otras naciones, la mayor amenaza actual
para el país—el terrorismo vengativo—posiblemente disminuiría en gran
medida.
Por lo tanto, los Estados Unidos
deberían hacer regresar a casa a las tropas desplegadas en suelo
extranjero. Para protegerse contra una China en ascenso, los Estados
Unidos todavía tendrían una gran presencia militar en Hawái, Guam, y
Alaska, que es menos provocativa para China que la actual postura
estadounidense demasiado hacia delante, incluidas las fuerzas en Japón,
Corea y Australia. Los efectivos del Ejército y la Infantería de Marina
deberían ser reducidos a aquellos necesarios para combatir una guerra
regional, con la mayor parte de las fuerzas pesadas para ese conflicto
siendo transferidas a la Guardia Nacional y la Reserva, que son menos
costosas. La Fuerza Aérea y la Armada también deberían ser reducidas,
pero menos que las fuerzas de tierra. En cuanto a las armas nucleares,
los Estados Unidos deberían reducir las fuerzas a una cantidad disuasiva
mínima de 500 ojivas nucleares de largo alcance basadas sólo en
submarinos, eliminando así las porciones de misiles intercontinentales
basados en aviones bombarderos y en tierra de la tríada nuclear.
En este momento de crisis fiscal, los
Estados Unidos ya no pueden darse el lujo de poseer un Cadillac militar
que gasta anualmente en defensa lo que gastan en conjunto los 10 países
que le siguen, especialmente cuando la seguridad intrínseca de los
Estados Unidos es tan buena—en ausencia del hecho de hacerse de enemigos
innecesarios mediante injustificadas intromisiones en el extranjero.
Traducido por Gabriel Gasave
*Nota del traductor
En la versión original en inglés, el
autor emplea el término “Lamestream media” que es un juego de palabras a
partir del concepto de “mainstream media”, acuñado en el actual
contexto político estadounidense por los críticos de los medios de
comunicación que pertenecen a la corriente mayoritaria o “mainstream”,
que consideran que los mismos se han vuelto “lame”, es decir poco
convincentes, ineficaces o decepcionantes.
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