Agence France-Presse/Getty Images
El Casino Royale, en Monterrey, donde murieron 52 personas.
Durante los cinco años que han
transcurrido del mandato de Calderón, el conteo oficial de muertos se
ubica en 47.515 personas, aunque esa cifra no incluye las bajas de los
últimos tres meses.
Si el aumento de 11% en los asesinatos relacionados con el
narcotráfico se mantuviera en los últimos tres meses de 2011, eso
significa que unas 16.953 personas murieron en todo 2011, una cantidad
abrumadora que es mucho mayor a la tasa de muertes relacionadas al
combate en Afganistán. Unas 15.273 personas murieron en hechos de
violencia relacionada a las drogas en 2010, según cifras del gobierno.
El gobierno de Calderón intentó encontrarle un lado positivo a las
sombrías cifras. En una declaración, la Procuraduría General afirmó que
la tasa de aumento en las muertes se había desacelerado, frente a un
alza de 70% durante 2010 comparado con 2009.
La oficina del presidente no respondió a un pedido de comentario sobre las nuevas cifras.
La cifra está comenzando a estabilizarse, pero a niveles muy altos,
afirmó Eduardo Guerrero, un analista de seguridad en Ciudad de México
que publicó su propio conteo extenso sobre la creciente violencia.
Guerrero estima que unas 16.600 personas murieron en la lucha contra el
narcotráfico el año pasado.
El aumento de las muertes es el resultado de una serie de batallas
que se han librado en todo el país en los últimos años entre varias
bandas rivales del narcotráfico que pelean por controlar el territorio
desde donde pueden enviar drogas a EE.UU. así como realizar secuestros y
extorsiones.
Calderón, al asumir en diciembre de 2006, envió decenas de miles de
tropas a varios estados donde los traficantes batallaban a plena luz del
día, con la esperanza de al menos devolverlos a las penumbras donde
habían operado durante décadas con relativa impunidad.
La ofensiva ha tenido algunos logros notables, como asesinar o
capturar a decenas de líderes de carteles. Pero podría haber echado
lecha al fuego inadvertidamente al desatar nuevas luchas de poder dentro
de los carteles para reemplazar a los líderes.
La creciente cantidad de muertos es un problema político para
Calderón y su conservador Partido de Acción Nacional, cuando se prepara
para las elecciones presidenciales de julio. El PAN no podrá apuntar a
una menor cantidad de muertos como evidencia de que están obteniendo el
control de la crisis de seguridad de México. La Constitución mexicana le
prohíbe a Calderón buscar la reelección.
Las encuestas muestran que la mayoría de los mexicanos aún apoyan
ampliamente al ejército y la ofensiva, pero también les preocupa cada
vez más el derramamiento de sangre. La mayoría también cree que el
gobierno está perdiendo la guerra.
El partido de Calderón, que aún debe elegir un candidato, está
segundo en las encuestas detrás del líder Enrique Peña Nieto, del ex
partido gobernante, el Partido Revolucionario Institucional. El PRI, que
gobernó México durante décadas incluso cuando los carteles adquirían
más poder, afirma que continuará atacando a los narcotraficantes, pero
se concentrará en reducir la violencia más que en capturar cocaína y a
los capos de los carteles.
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