El Servicio de Investigación del Congreso de los
Estados Unidos acaba de publicar un estudio sobre los «contratistas
armados» del Pentágono. El estudio muestra que la cantidad de
mercenarios presentes en Irak se redujo a la mitad, tendencia que
corresponde al desplazamiento de las tropas estadounidenses fuera de
Irak y hacia otros Estados del Medio Oriente. Sin embargo, el número de
dichos contratistas se multiplicó por 5 en sólo 2 años.
En realidad se trata de dos fenómenos diferentes. Los «contratistas
armados» presentes en Irak son mercenarios extranjeros. Fueron
contratados en la época de Rumsfeld partiendo del principio que, en un
mundo capitalista, hay que privatizar hasta los ejércitos. El objetivo
era, en aquel momento, reducir los costos de las expediciones coloniales
recurriendo para ello a la competencia entre los proveedores de un
servicio. Esa política ha quedado atrás, principalmente porque los
militares se opusieron a la destrucción de su propio estatus.
En
Afganistán, por el contrario, los «contratistas armados» son afganos a
los que no se ha podido integrar a fuerzas nacionales y que el Pentágono
alquila a los señores de la guerra. Se trata, en ese caso, de un
fracaso en materia de construcción del Estado, fracaso que se disfraza
temporalmente con una aparente domesticación de los señores de la
guerra.Según el estudio del Congreso estadounidense, el empleo de mercenarios ha perturbado profundamente las operaciones de contrainsurgencia y las ha hecho fracasar. El Servicio de Investigación del Congreso aconseja por lo tanto que se limite el uso de mercenarios a las tareas que habitualmente se dejan en manos de las empresas de custodia y de transporte de fondos en los Estados desarrollados.
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