Martes 18 de Mayo de 2010
La hipótesis de Buscaglia: La vida de Diego a cambio de un capo.
La noticia del secuestro de Diego Fernández de Cevallos ha colocado al Estado Fallido de Felipe Calderón en la mira de la opinión pública internacional.
Lo que no se ha dicho es que estamos enfrentando el siguiente nivel de violencia.
Para ilustrar esta escalada, esta espiral de violencia podemos describir el siguiente ascenso.
Lo que no se ha dicho es que estamos enfrentando el siguiente nivel de violencia.
Para ilustrar esta escalada, esta espiral de violencia podemos describir el siguiente ascenso.
El primer escalón eran propiamente enfrentamientos entre carteles del narcotráfico. Las disputas tradicionales por las rutas y las plazas.
El primer nivel de la violencia eran batallas de sicarios contra sicarios.
El papel histórico de Felipe Calderón fue el de convertir estas luchas en una guerra de sicarios contra agentes federales y fuerzas militares. Esto es lo que podríamos considerar el segundo nivel.
Vayamos al tercero.
La inercia de la espiral de la violencia convirtió esta guerra en una descarnada batalla en la que sicarios, policías y militares empezaron a ejecutar a civiles.
Y ahí esta el caso de los jóvenes preparatorianos ejecutados en una fiesta en Ciudad Juárez, o la muerte de Jorge Antonio Mercado y Francisco Javier Arredondo los dos estudiantes del Instituto Tecnológico de Monterrey o los niños Martín y Bryan que fueron asesinados delante de sus padres por elementos del Ejército Mexicano.
Pero en horas recientes se comprobó que otros dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey también fueron masacrados en la ejecución masiva que se dio en un bar de Torreón.
Damián Cepeda Esparza, de 24 años de edad y a Mauricio Alberto Murra Valdés, de 23 años, fueron identificados como estudiantes del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Laguna.
Este, el tercer nivel de la violencia es lo que la Secretaría de la Defensa Nacional llama “Daño Colateral” que son las muertes de civiles en una guerra entre gobierno y carteles del crimen organizado.
Como para tranquilizar a los mexicanos el presidente Calderón ha dicho que estas víctimas civiles “no son muchas”.
Pero del tercer nivel de la violencia en unas horas brincamos al cuarto escalón.
El cuarto nivel es el de sicarios y militares contra protagonistas políticos.
Hace unos días Mario Guajardo Varela candidato del PAN a la presidencia municipal de una pequeña comunidad de Tamaulipas fue acribillado junto con su hijo.
Con unas horas de diferencia fuerzas castrenses balearon los vehículos de César Duarte candidato del PRI al gobierno del estado de Chihuahua.
Y la noche del pasado viernes 14, Diego Fernández de Cevallos fue “levantado” como se dice en el medio policiaco.
La conmoción es nacional.
Desde el asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994, es decir hace 16 años, no se registraba un crimen con este impacto social y esta magnitud.
Y antes de tomar su avión Calderón ordenó que se soltara “toda la fuerza del Estado”: el Ejército, la Procuraduría General de la República, y su brazo “inteligente” la Siedo, así como media docena de Procuradurías Estatales.
Todo el aparato policiaco del país busca a un solo hombre.
El día de ayer lunes 17 el analista internacional Edgardo Buscaglia expresó su hipótesis.
Aseguró que este tipo de secuestros se dieron en Colombia y en Rusia donde los carteles de la droga secuestraban a protagonistas políticos para intercambiarlos por capos aprehendidos.
Desde la mañana del pasado viernes 14 circuló la versión de que Ignacio “Nacho” Coronel Villarreal había sido detenido por fuerzas militares o paramilitares.
Coronel Villarreal es considerado uno de los más cercanos lugartenientes del Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.
Su supuesta captura no ha sido ni confirmada, ni negada por la PGR.
La presunta detención de Coronel puede inscribirse en lo que el periodista Raymundo Rivapalacio describió hace unos días como el inicio de “la Guerra Secreta”; la contratación que el gobierno calderonista hace de mercenarios internacionales que ya están operando en México realizando cateos, detenciones e inclusive ejecuciones extrajudiciales.
La hipótesis de Buscaglia es que Coronel Villarreal si fue detenido y que en cuanto el Cartel del Chapo supo de su captura y de su probable posterior extradición, decidieron golpear al gobierno de Calderón secuestrando a una figura emblemática y representativa del panismo: Diego Fernández de Cevallos.
De acuerdo a la teoría de Buscaglia el crimen organizado puede estar negociando el intercambio de Diego Fernández de Cevallos por este o algún otro importante capo.
Empero la noticia, el trasfondo político de todo este entramado lo ofrece el propio presidente Calderón cuando abunda en el marco de su visita a España el paralelismo que existe entre el México actual y la Colombia de los ochentas.
Esta declaración debe verse como la puerta de entrada a un “Plan México” de condiciones, magnitudes y concesiones similares al “Plan Colombia”.
Este plan derivaría en la presencia inmediata de asesores y supervisores estadunidenses en territorio mexicano.
Y finalmente en la instalación de bases militares.
Tal y como ocurre en Colombia con siete instalaciones del Ejército Norteamericano.
En realidad estamos frente a la entrega de la Seguridad Nacional al Pentágono.
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