El aspirante presidencial republicano Newt Gingrich, bajo presión
de su partido, retiró una publicidad en español en la que acusaba a su
rival, el gobernador Mitt Romney, de ser “antiinmigrante”. ¿Pero era
injusta esa acusación?
La pregunta seguirá vigente, y seguirá
acosando a los republicanos durante el resto de la campaña si Romney
gana la nominación republicana. La campaña de Obama estará encantada de
volver a mostrar esa publicidad.
Gingrich retiró el aviso, que
decía que Romney es “el más antiinmigrante de los candidatos”, después
de que el senador cubanoamericano de Florida Marco Rubio se quejó de que
era “inexacto” e “incendiario”. Gingrich dijo que lo retiraba por
respeto al senador, pero no se retractó de su contenido, mientras subía
el tono de la campana para la primaria republicana del martes en
Florida.
Horas después, en el debate de CNN del 26 de enero, Romney replicó
que esa publicidad era “simplemente inexcusable” y se definió como un
candidato “pro inmigración legal”.
Entonces, ¿quién tiene razón?
El hecho es que tanto Romney como Gingrich han usado una retórica
durísima contra los inmigrantes en las primarias de Iowa y Carolina del
Sur, y la han suavizado un poco en Florida, donde el 13 por ciento de
los votantes son hispanos.
Pero las organizaciones pro
inmigrantes dicen que es Romney quien ha tomado las posturas más
extremas sobre el tema inmigratorio.
Veamos:
• Sobre las
deportaciones: Romney dijo el 10 de diciembre del 2011 en Iowa que los
estimados 11 millones de indocumentados deberían tener un “período de
transición” para “arreglar sus asuntos y volver a su país”. Más tarde
describió ese proceso como una estrategia “de auto-deportación”.
Gingrich respondió que él permitiría que las personas que han vivido en
el país durante 25 años y que tienen fuertes vínculos con la comunidad
se postularan para conseguir la residencia en Estados Unidos, aunque no
para la ciudadanía. Eso es más realista y más “humano”, dijo.
• Sobre
las duras leyes anti-inmigración de Arizona, Alabama y Carolina del
Sur, que autorizan a la policía local a pedir documentos inmigratorios
en las calles, tanto Romney como Gingrich se han pronunciado a favor.
Pero el 11 de enero Romney recibió el respaldo del Secretario de Estado
de Kansas Kris Kobach, el arquitecto legal de la leyes anti-inmigración
de Arizona, y llamó a Kobach “un verdadero líder" en la lucha contra la
inmigración ilegal.
• Sobre los estudiantes universitarios
indocumentados: Romney y Gingrich se han opuesto al Dream Act —un
proyecto de ley que daría estatus legal a los soldados y estudiantes
universitarios que fueron traídos de niños a este país sin ninguna culpa
propia— y ambos dijeron que la vetarían. En los los últimos días, ambos
han dicho que harían una excepción con aquellos que prestan servicio en
el ejército.
Casi todos los defensores de la inmigración dicen que, aunque no simpatizan con ninguno de los dos, Romney les cae peor.
“La
estrategia de autodeportación de Romney es un plan perverso destinado a
hostigar a los indocumentados hasta lograr que se vayan del país”, dice
Frank Sharry, director del grupo pro inmigrante La Voz de América. “Eso
conduce al abuso institucionalizado contra los indocumentados, y a una
mayor discriminación contra todos los latinos”.
Mi opinión:
Romney, y en menor grado Gingrich, están ahuyentando el voto latino. Sus
discursos parecen dirigidos a ganar el apoyo de la derecha xenófoba, al
inflar el tema antiinmigratorio a pesar de que la inmigración ilegal ha
disminuido drásticamente desde la recesión del 2008.
Y el
argumento de Romney de que él no es “antiinmigración”, sino “pro
inmigración legal” es tramposo. No hay ninguna manera realista de lograr
la autodeportación de 11 millones de personas sin violar derechos
civiles y humanos de todos los inmigrantes.
Y no hay manera de
frenar la inmigración ilegal a menos que se haga una reforma
inmigratoria que aumente el número de visas para incluir a aquellos que
son contratados por empleadores estadounidenses para cubrir los empleos
que los ciudadanos se niegan a aceptar. Actualmente, la mayoría de los
mexicanos deben esperar mas de 18 años para conseguir una visa, y un
graduado universitario indio debe esperar 70 años — si, leyeron bien —
para conseguir su residencia.
Sé que cada vez que escribo esto,
los conservadores me inundan con emails de todos rincones de Estados
Unidos, afirmando que soy un izquierdista que defiende una “frontera
abierta”.
No deberían prestarme atención a mí, sino al ex
gobernador republicano de Florida Jeb Bush, que no puede ser acusado de
comunista. En una entrevista con CNN el 25 de enero, Bush lamentó el
“tono” hostil hacia los latinos de la retórica republicana sobre la
inmigración.
Tiene razón. Yo sólo hubiera agregado que,
especialmente en el caso de Romney, lo que resulta ofensivo no es
solamente el tono de su discurso, sino también su contenido. A menos que
lo cambie, no podra quitarse la etiqueta de “antiinmigrante”.
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