¿Qué necesitaría Cordero para ganar?

Si lo logra, habrá demostrado una capacidad de operación electoral que ni el mismísimo Manuel El Meme Garza hubiera soñado.

Leo Zuckermann

Comencemos con los números que conocemos:
• Número de militantes activos del PAN: 300 mil.
• Número de militantes adherentes del PAN: un millón 500 mil.
• Total de militantes con derecho a votar por el candidato presidencial el próximo domingo 5 de febrero: un millón 800 mil.


• Preferencias a favor de Josefina Vázquez Mota (JVM) en la última encuesta publicada esta semana en Reforma, de sólo los militantes activos y eliminando a los indecisos: 73%; a favor de Ernesto Cordero Arroyo (ECA): 18%; a favor de Santiago Creel Miranda (SCM): nueve por ciento.
• Preferencias a favor de JVM en esta misma encuesta, de sólo los militantes adherentes, eliminando a los indecisos: 65%; a favor de ECA: 18%; a favor de SCM: 16 por ciento.
• Preferencias a favor de JVM en esta encuesta si se pondera el número de activos y adherentes para obtener el universo total de los militantes del PAN con derecho a votar, eliminando a los indecisos: 67%; a favor de ECA: 18%; a favor de SCM: 15 por ciento.
Si las encuestas fueran un mecanismo preciso de predicción, la elección del domingo será un día de campo para Josefina Vázquez Mota, por la gran diferencia que existe entre ella y el segundo lugar. Sin problemas amarraría la candidatura presidencial por una mayoría cómoda de votos.
Eso es lo que gritan las encuestas. Pero los susurros palaciegos afirman que “el bueno” es Cordero porque cuenta con la mejor estructura de movilización del voto. Dicen que tiene el apoyo de los liderazgos regionales con capacidad de convencer a la militancia de que sufrague a su favor. Que, por tanto, el domingo habrá una sorpresa. Efectivamente sería una sorpresa si nos atenemos a lo que muestran las encuestas.
Sin embargo, presento un escenario para demostrar que no está nada fácil que gane Cordero el domingo, tomando en cuenta que el ganador tiene que alzarse con la victoria con 50% más un voto del total o 37% de los sufragios y una diferencia de cinco puntos porcentuales sobre el segundo lugar.
Asumamos, primero, una tasa de participación diferenciada entre militantes activos y adherentes. Los activos son los panistas de “sangre azul”, que pagan cuotas y están más involucrados en el partido. Creo que ellos votarán más. Digamos que asista 60% a las urnas este domingo. Esto nos daría un universo de 180 mil votos. En cuanto a los adherentes, digamos que la participación fuera de 21%, equivalente a 320 mil votos. De esta forma, el domingo votarían alrededor de medio millón de panistas, un número que parece razonable.
Asumamos, ahora, que los militantes activos son votantes más independientes, difíciles de manipular, que no venden su voto al mejor postor; son de los que creen que el PAN sí es un partido diferente al PRI; los que piensan, como el presidente Calderón, que el panismo es una especie de apostolado político. Si es así, creo que en esta población podemos esperar que se hagan efectivas las preferencias que apuntan las encuestas, es decir, 70% de los votos para JVM, 20% para ECA y 10% para SCM. Aplicando la tasa de participación de 60% a estos militantes activos, JVM obtendría 126 mil votos, ECA 36 mil y SCM 18 mil.
En este escenario, ya sería prácticamente imposible que ECA le ganara a JVM con 37% de los votos y una diferencia de cinco  puntos porcentuales (JVM sólo necesitaría tener 34 mil votos de adherentes, equivalentes a 11% de esta militancia, para forzar una segunda vuelta, algo que se ve relativamente fácil de acuerdo con las encuestas). Luego entonces, si ECA quiere ganar el domingo, tiene que hacerlo sacando 51% de los votos totales (250 mil más un voto). Recordemos que ya tendría 36 mil sufragios de los activos. Le faltarían 214 mil. Esto quiere decir que, para ganar, ECA tendría que obtener 67% de los 320 mil votos de los adherentes.
Yo no sé usted, pero se ve muy difícil que esto ocurra. Y si sucede, pues mis respetos para Cordero. Habrá demostrado una capacidad de operación electoral que ni el mismísimo Manuel El Meme Garza, legendario operador priista, hubiera soñado en sus mejores días.