Ecuador, "régimen de temor"
SEGÚN EL HERMANO DE CORREA
Rafael Correa parece haber encontrado a su más férreo opositor: su hermano mayor Fabricio. Éste dice que Ecuador "vive un régimen de temor".
Martín Higueras / Iberoamérica
Fabricio Correa ha sonado mucho últimamente. Primero por su protagonismo en el libro El gran hermano de los periodistas, primero condenados y después "perdonados", Juan Carlos Calderón y Christian Zurita,
y después porque ha presentado las firmas necesarias para inscribir a
su partido político y así poder presentarse como candidato a la
presidencia en las elecciones del 20 de enero de 2013 en las que se enfrentaría a su propio hermano.Robespierre y el culto a la violencia revolucionaria
FRANCIA
Por Jorge Vilches
La defensa de Robespierre, de sus ideas y gobierno, se mantiene entre
cierta izquierda, que quiere ver una continuidad entre aquel
revolucionario y Lenin o el Che Guevara.
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Trotsky, Stalin y Lenin: el Bueno, el Malo y el Feo
MITOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA
Por Mauricio Rojas
Toda revolución tiene su mitología. La de la rusa se construyó sobre
tres grandes caracteres: Trotsky, el Bueno; Stalin, el Malo, y Lenin, el
Feo. Los tres son falsos y no permiten entender la verdadera dinámica
que llevó a la creación del primer Estado totalitario. Pero también es
falsa la idea misma del drama en que participaron: la así llamada
Revolución de Octubre nunca ocurrió.
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Trabajar gratis
Con
el mercado casi cerrado a la gente joven (por la recesión, la
regulación, las leyes de trabajo “infantil” y las horribles leyes del
salario mínimo) me gustaría proponer lo inimaginable: la gente joven
debería trabajar gratis donde pueda y siempre que pueda. El objetivo es
obtener una buena reputación y obtener una buena recomendación. Una
persona que te dé unas buenas referencias vale su peso en oro y sin duda
mucho más del dinero que puedas obtener de otra forma.
Una sociedad de criminales
Recientemente
una amiga mía se quejaba acerca de una racha de robos que se habían
producido cerca de su casa nueva. Habían robado hacía unas semanas en
una casa en su misma calle y a su vecino le habían robado poco después.
En este último caso, los ladrones se habían llevado un gran televisor de
plasma y un ordenador portátil, aparentemente saliendo de la casa a
plena luz del día.
Estatismo a izquierda, derecha y centro
“Izquierda”,
“derecha” y “centro” se hacen cada vez categorías con menos sentido.
Los libertarios saben que su credo puede atraer y atrae a gente de todas
partes del viejo y obsoleto espectro ideológico. Como defensores
coherentes de la libertad individual en todos los aspectos de la vida,
podemos atraer a los progresistas por nuestra devoción por la libertad
civil y una política exterior no intervencionista y a los conservadores
por nuestra defensa de los derechos de propiedad y el libre mercado.
Los “derechos humanos” como derechos de propiedad
Los
progresistas generalmente quieren preservar el concepto de “derechos”
para derechos “humanos” como la libertad de expresión, al tiempo que
niegan el concepto de propiedad privada.[1]
Y aún así, por el contrario, el concepto de “derechos” sólo tiene
sentido como derechos de propiedad. Pues no sólo no hay derechos humanos
que no sean derechos de propiedad, sino que los primeros pierden su
absolutismo y claridad, y se convierten en difusos y vulnerables cuando
los derechos de propiedad no se usan como patrón.
En primer lugar, hay dos sentidos en los que los derechos de propiedad son idénticos a los derechos humanos: uno, en que la propiedad sólo puede atribuirse a humanos, y segundo, en que el derecho de la persona a su propio cuerpo, su libertad personal, es un derecho de propiedad a su propia persona, así como un “derecho humano”. Pero lo más importante para esta explicación es que los derechos humanos, cuando no se exponen en forma de derechos de propiedad, resultan ser vagos y contradictorios, haciendo que los progresistas debiliten esos derechos en nombre de la “policía pública” o del “bien público”. Como escribí en otra obra:
En primer lugar, hay dos sentidos en los que los derechos de propiedad son idénticos a los derechos humanos: uno, en que la propiedad sólo puede atribuirse a humanos, y segundo, en que el derecho de la persona a su propio cuerpo, su libertad personal, es un derecho de propiedad a su propia persona, así como un “derecho humano”. Pero lo más importante para esta explicación es que los derechos humanos, cuando no se exponen en forma de derechos de propiedad, resultan ser vagos y contradictorios, haciendo que los progresistas debiliten esos derechos en nombre de la “policía pública” o del “bien público”. Como escribí en otra obra:
Libertarismo en una sola frase
La indefendible representación política
Los Principios del Comando Legitimo
Tom Hanks y Passepartout son los dos únicos habitantes de una isla del Pacífico. Ninguno está al tanto de la existencia del otro, hasta que un buen día, se encuentran. Lo que sucede luego, es digno de ser analizado. ¿Se saludaran amablemente y se dedicaran a sus respectivos quehaceres? ¿Acordaran cooperar para su mutuo beneficio? ¿Pelearán? ¿Quién podría saberlo? Sin embargo, podemos estar razonablemente seguros en suponer que si Hanks fuese a comandar a Passepartout al son de “empuje esa barcaza y levante ese fardo” (“¡Tote dat barge! ¡Lif’ dat bale!”, estrofa de Ol’ Man River) o le demandara a Passepartout abandonar el vil hábito de tomar jugo de coco mientras come pescado, o le insistiera para que cooperara con él en las tareas de caza y pesca, o se abstuviera de trabajar los Domingos –en breve, si Hanks intentara de alguna manera que Passepartout obedeciera sus órdenes, Passepartout, creo, con justa causa se resentiría, y probablemente resistiría tales medidas. Por supuesto lo mismo sucedería si se invirtieran los roles, si Passepartout asumiera el rol de pretendido comandante.El sistema tributario es un robo
La
Enciclopedia Británica define el sistema tributario como “la parte de
los ingresos de un estado que se obtiene por cuotas y cargas
obligatorias a sus sujetos”. Es casi tan adecuada y concisa como puede
ser una definición: no deja espacio para discutir qué es un sistema
tributario. En esa exposición de los hechos, domina la palabra
“obligatorias”, sencillamente por su contenido ético. La reacción
inmediata es preguntarse el “derecho” del Estado a este uso del poder.
¿Qué permiso, en términos morales, aduce el Estado para apoderarse de
propiedades? ¿Es su ejercicio de la soberanía suficiente por sí mismo?
En esta cuestión de la moralidad hay dos posiciones que nunca pueden reconciliarse. Aquéllos que sostienen que las instituciones políticas provienen de la “naturaleza del hombre”, disfrutando así de una divinidad indirecta, o aquéllos que consideran al Estado como la piedra angular de la integración social, no encuentran ningún problema en el sistema tributario per se: la toma de propiedades por el Estado se justifica por su existencia o sus resultados benéficos. Por el contrario, quienes sostienen la primacía del individuo, cuya misma existencia es su justificación de derechos inalienables, se inclina por la postura de que en la obtención obligada de cuotas y cargas el Estado está meramente ejerciendo su poder, sin consideraciones morales.
El presente estudio sobre el sistema tributario empieza en la segunda de estas posiciones. Es tan parcial como sería un estudio que empezara con la postura igualmente no probada de que el Estado es una institución natural o socialmente necesaria. La objetividad completa desaparece cuando un postulado ético es la premisa mayor de un argumento, y una discusión sobre la naturaleza del sistema tributario no puede excluir los valores.
En esta cuestión de la moralidad hay dos posiciones que nunca pueden reconciliarse. Aquéllos que sostienen que las instituciones políticas provienen de la “naturaleza del hombre”, disfrutando así de una divinidad indirecta, o aquéllos que consideran al Estado como la piedra angular de la integración social, no encuentran ningún problema en el sistema tributario per se: la toma de propiedades por el Estado se justifica por su existencia o sus resultados benéficos. Por el contrario, quienes sostienen la primacía del individuo, cuya misma existencia es su justificación de derechos inalienables, se inclina por la postura de que en la obtención obligada de cuotas y cargas el Estado está meramente ejerciendo su poder, sin consideraciones morales.
El presente estudio sobre el sistema tributario empieza en la segunda de estas posiciones. Es tan parcial como sería un estudio que empezara con la postura igualmente no probada de que el Estado es una institución natural o socialmente necesaria. La objetividad completa desaparece cuando un postulado ético es la premisa mayor de un argumento, y una discusión sobre la naturaleza del sistema tributario no puede excluir los valores.
Si una economía pura de mercado es tan buena, ¿por qué no existe?
Si
una economía pura de mercado es tan buena, ¿por qué no existe? Si los
gobiernos son tan malos ¿por qué son predominantes hoy en todo el mundo?
En realidad, ¿se va a producir alguna vez una adopción extendida de los
mercados libres?
Muchos autores recientes, incluyendo a Tyler Cowen,[1] Cowen y Daniel Sutter,[2] Randall G. Holcombe[3] y Andrew Rutten[4], cuestionan la viabilidad de una sociedad libertaria pura.[5] Mantienen que un sistema así no puede aparecer o mantenerse porque siempre existirán tanto el incentivo como la capacidad de usar la fuerza contra otros. Estos autores ofrecen varias razones por las que, incluso si una sociedad empezara en un mundo libertario perfecto sin estados (como defienden Murray Rothbard y otros),[6] los grupos en competencia acabarían formando un gobierno coactivo.
Muchos autores recientes, incluyendo a Tyler Cowen,[1] Cowen y Daniel Sutter,[2] Randall G. Holcombe[3] y Andrew Rutten[4], cuestionan la viabilidad de una sociedad libertaria pura.[5] Mantienen que un sistema así no puede aparecer o mantenerse porque siempre existirán tanto el incentivo como la capacidad de usar la fuerza contra otros. Estos autores ofrecen varias razones por las que, incluso si una sociedad empezara en un mundo libertario perfecto sin estados (como defienden Murray Rothbard y otros),[6] los grupos en competencia acabarían formando un gobierno coactivo.
La crítica del marxismo de la escuela austriaca
Se
establecieron repúblicas consejo en Hungría y Baviera de acuerdo con el
modelo soviético ruso poco después de la Primera Guerra Mundial. Se
produjeron violentas revueltas en muchos lugares de Alemania. Viena
también estaba dominada por esta atmósfera revolucionaria, que los
círculos de clase media abrazaron con calculado oportunismo. Ludwig von Mises, que en ese momento era funcionario en la cámara de comercio de la Baja Austria, recordaba lo siguiente:
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