VENEZUELA
Por Juan Carlos Hidalgo
Henrique Capriles es el candidato de la coalición opositora en las
elecciones presidenciales venezolanas del próximo mes de octubre, y el
chavismo ya carga duro contra él. Como informó en su día el Wall Street Journal,
los ataques malintencionados contra Capriles incluyen, entre otras
cosas, insinuaciones de que es homosexual y un agente sionista.
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Eso no es todo. Chávez controla el Consejo Nacional Electoral (CNE). Debido a la incapacidad mostrada por la oposición en el pasado para vigilar cada uno de los centros de votación, los resultados que sean anunciados el día de las elecciones podrían no ser exactos. Por lo general, el CNE se toma mucho más tiempo del necesario para tabular los resultados de cada votación –algo inusual en un sistema electrónico–, lo cual ha incrementado los temores de que se produzca algún tipo de actividad fraudulenta.
El registro electoral es motivo de honda preocupación. En un estudio publicado por el Cato en 2006, Gustavo Coronel abundó en sus muchas irregularidades, como
la existencia de 39.000 votantes mayores de 100 años. Esa cantidad de personas dentro de ese grupo etario equivale a la existente en Estados Unidos, donde la población es 10 veces mayor. De esas 39.000 personas, 17.000 nacieron en el siglo XIX, ¡y una tiene 175 años de edad y sigue trabajando! Diecinueve mil votantes comparten día y año de nacimiento en el estado Zulia. Hay miles de personas que viven en la misma dirección.De tal forma, sobre el apoyo de sus seguidores (algunos entusiastas, otros intimidados), que fluctúa en torno al 45%, Chávez también puede confiar en un sólido colchón de fraude electoral si no consigue los votos suficientes para ser reelegido. He hablado con algunos venezolanos que dicen que dicho margen puede incluso ser equivalente a ocho puntos porcentuales. Es decir, si la elección se decide por menos de esos ocho puntos, y es casi seguro que ése será el caso, Chávez podría alterar los resultados a su favor.
La oposición se ha comprometido a tener fiscales en cada uno de los centros de votación. Por su parte, el CNE probablemente impida que acudan observadores internacionales, lo que posibilitará que en la noche electoral la oposición y el propio CNE difundan resultados contradictorios. Lo que suceda después es una incógnita.
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